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DESCANSO VERANIEGO CON PROPÓSITO 2025

Este año ha estado lleno de imprevistos que han marcado el rumbo. Toca adaptarse, reajustar y recordar que lo importante es lo importante… y que todo lo demás puede esperar. Por eso, más que nunca, necesito parar, respirar y resetear.

Aunque a veces todo parezca en contra, toca luchar, mantenerse positivo y seguir adelante. Porque tiempo para ser negativos siempre habrá… pero el sol sale cada día, y hay que aprender a dejarlo entrar incluso cuando cuesta.

Estoy con varios proyectos en marcha, avanzando poco a poco, pero con paso firme. No siempre al ritmo que me gustaría, pero van por buen camino.

Y una gran alegría es que Planeta Talento ya está lanzado. Un juego de cartas que he creado junto a Carlos Bella, con tres modos de uso: para personas en búsqueda activa o cambio de empleo, para empresas que quieran repensar su forma de reclutar o de gestionar su talento interno, y para quienes están emprendiendo. Puedes saber más en www.planetatalento.com

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NO VOY A PODER…..

¿Y si lo único que te separa de la vida profesional que sueñas… es un “sí” dicho a tiempo?

Piénsalo un segundo. ¿Cuántas veces has deseado una oportunidad con todas tus fuerzas y, cuando finalmente apareció, diste un paso atrás? ¿Te suena? Esa sensación de vértigo, de no estar preparado, de sentirte impostor en tu propia historia. Lo curioso es que no es que no tengas talento —lo tienes, y de sobra—. Es que te has acostumbrado a pensar que no es suficiente.

Este post no es solo una historia. Es un espejo. Un reflejo de todas esas veces en las que quisiste brillar… pero elegiste apagarte un poco para no incomodar, para no arriesgar, para no “fracasar”. Este texto es para ti, que te exiges demasiado, que dudas de ti más de lo que deberías, que miras hacia afuera con admiración y hacia adentro con sospecha. Que a veces crees que no mereces estar donde estás, cuando en realidad, has trabajado cada paso con uñas, agallas y mucha más pasión de la que te permites mostrar.

La vida no te va a pedir permiso para ponerte a prueba. Las oportunidades no avisan. Llegan. Y, la mayoría de las veces, lo hacen sin envoltorio, sin instrucciones, sin ese momento ideal que esperabas. Por eso, este post no viene a darte fórmulas mágicas. Viene a recordarte lo que ya sabes, pero has olvidado: que no necesitas tenerlo todo claro para empezar, que el miedo no es enemigo del éxito, sino su compañero inevitable, y que no puedes seguir esperando a que otros te validen para tomar tu sitio.

Porque sí, se vale tener miedo. Se vale dudar. Pero no se vale rendirse antes de jugar. Este texto es una llamada a tu versión más valiente, más decidida, más consciente de su valor. No para que hagas locuras sin sentido, sino para que por fin te des permiso a apostar por ti.

Aquí empieza una historia que no solo te hará pensar, sino que quizás te dé el empujón que llevas tiempo necesitando. Una historia que podría ser la tuya. Una historia sobre miedo, sobre dudas, sobre perfeccionismo… pero también sobre coraje, descubrimiento y segundas oportunidades.

¿Estás listo para mirarte con otros ojos?
Entonces sigue leyendo. Porque lo que viene… podría ser el principio del cambio que tanto estás esperando.

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NO EJERCER TU ROL DE JEFE/A

¿Te han ascendido… o te han metido en un lío con título?
Ser jefe/a no es ganar una medalla: es ponerse el casco, el chaleco emocional y aprender a pilotar un equipo humano (y no, no vale con haber jugado al simulador).
En muchas empresas, el liderazgo se entrega como si fuera una promo de supermercado: “¡Llévate el cargo por caer bien!” — ¿Y el resultado? Equipos apagados, conflictos sin resolver y una cultura organizacional con GPS dañado.
En este post visualmente brutal te cuento:
• Qué pasa cuando se elige mal a un líder
• Por qué decir siempre “sí” no es una competencia
• Cómo se destruye (o se salva) la moral de un equipo
• Y sobre todo… cómo construir líderes de verdad, sin fantasías ni fórmulas mágicas
Si alguna vez has pensado “¡Esto no lo enseñan en ningún MBA!”, este post es para ti.
Prepárate para reflexionar, reírte un poco (con dolor) y ver en imágenes lo que muchas organizaciones todavía no se atreven a enfrentar.
Desliza y descúbrelo.

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NO RETENGAS TALENTO, FIDELÍZALO

¿Y si te dijera que tu empresa no necesita una mesa de ping pong, sino una cultura que valga la pena quedarse?
¡Ajá! Sabemos que hablar de personas en el trabajo está de moda. Que si «nuestro equipo es lo más importante», que si «apostamos por el talento», que si «somos como una familia» (¡cuidado con esta, que a veces se convierte en familia disfuncional!). Pero… ¿cuántas veces esas palabras se quedan en el powerpoint, el mural de valores o el eslogan de LinkedIn?
¡Sorpresa! Las personas no se fidelizan con fruta gratis ni con una camiseta con el logo.
Este post no va de lo bonito que es decir que el talento importa. Va de lo difícil, lo retador y lo absolutamente necesario que es demostrarlo. No en la entrevista, no el primer día con la taza corporativa… sino todos los días, en lo cotidiano, en lo invisible. Porque lo importante no es solo atraer a gente buena. Es lograr que quieran quedarse, crecer contigo y decir: “Aquí sí merece la pena dar lo mejor de mí”.
Aquí te vas a encontrar con reflexiones profundas, toques de humor, verdades incómodas y una buena dosis de realidad laboral. Vamos a hablar de retención vs fidelización, de lo que pasa cuando una empresa cree que todo va bien solo porque nadie se queja, y de cómo el “¿cómo estás?” a veces no alcanza para saber cómo está realmente tu gente.
¿Y si preguntamos en serio: “¿Qué necesitas para estar mejor aquí?” ¿Y si dejamos de improvisar y empezamos a construir experiencias laborales reales, humanas y coherentes? ¿Y si Recursos Humanos deja de servir “café para todos” y empieza a preguntar quién prefiere té, agua o poleo menta?
La realidad es esta: las personas no se quedan donde se les necesita, se quedan donde se les valora.
Y ese lugar, ojalá, sea tu empresa.
Así que ponte cómodo, abre bien los ojos y, sobre todo, la mente.
Porque este post no te va a decir lo que ya sabes…
Te va a recordar lo que quizás has olvidado: que las personas no son recursos. Son el corazón. Y eso se cuida, o se rompe.

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EL DILEMA DE LOS FILÓSOFOS CORPORATIVOS

En una era donde la innovación se mide en algoritmos y el liderazgo en hojas de cálculo, pocas empresas se atreven a mirar más allá de lo inmediato. Classica Corp., una multinacional de renombre, era el epítome de la eficiencia corporativa: estructuras sólidas, procesos pulidos al extremo y una resistencia casi heroica al cambio. Pero en el mundo actual, donde las ideas se mueven más rápido que los informes trimestrales, esa rigidez comenzó a mostrar grietas. El talento joven huía. Las ideas frescas morían asfixiadas por comités. Y lo peor: nadie se atrevía a preguntar por qué.

Hasta que un día, en un acto desesperado —y quizá impulsado por un poco de locura administrativa—, el departamento de recursos humanos decidió hacer algo que ningún MBA sugeriría jamás: traer a cuatro filósofos griegos al mundo corporativo moderno.

No era una metáfora. Era literal.

Un accidente en un experimento científico abrió una brecha entre siglos, y de ella emergieron Sócrates, Platón, Aristóteles y Diógenes, tan reales como desconcertantes. Cada uno fue asignado a un departamento clave con la esperanza de que su sabiduría ancestral iluminara el camino hacia el futuro. Lo que nadie anticipó fue que estas mentes brillantes, armadas con preguntas incómodas y visiones utópicas, desatarían un caos reflexivo que pondría en jaque toda la estructura de la empresa.

Imagina a Sócrates en recursos humanos, cuestionando los fundamentos de liderazgo mientras convierte evaluaciones de desempeño en diálogos existenciales. O a Platón en estrategia, proponiendo un Consejo de Filósofos-Reyes y esquemas tan ideales como impracticables. Piensa en Aristóteles, obsesionado con el equilibrio perfecto, paralizando decisiones operativas en busca del justo medio. Y no olvides a Diógenes, cínico y sin filtros, caminando por la oficina con una lámpara encendida en pleno día buscando honestidad… en una sala de juntas.

Lo que comenzó como una medida desesperada se transformó en una revolución. Una mezcla hilarante y provocadora entre filosofía clásica y burocracia moderna, entre la sabiduría milenaria y el absurdo corporativo. En este torbellino de ideas, una joven empleada —sin toga ni pergaminos, pero con una claridad sorprendente— ofrecería una solución tan simple como poderosa: actuar.

Esta es una historia de pensamiento y acción, de ruptura y redención, de cómo los grandes pensadores del pasado desarmaron las certezas del presente y, sin quererlo, inspiraron el futuro de una empresa que creía haberlo visto todo. Una historia que demuestra que, a veces, para avanzar, primero hay que detenerse… y hacerse las preguntas correctas.

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EL DESPERTAR DEL LIDER

En el corazón palpitante de la modernidad, entre rascacielos de cristal que rozan las nubes y cafeteras que no dan abasto, se esconde una selva corporativa donde las ideas luchan por sobrevivir… y los correos urgentes nunca duermen. En este entorno tan dinámico como despiadado, donde las palabras “sinergia”, “deadline” y “reunión” son el pan de cada día, se encuentra nuestra protagonista invisible: la cultura organizacional. Y dentro de ella, camina —o mejor dicho, corre— un espécimen particular que muchos conocemos, pocos cuestionan, y casi todos hemos sufrido: el jefe inflexible, el líder de la vieja escuela, el «así-se-hizo-siempre».

Pero esta no es solo una historia de PowerPoints y protocolos. Esta es una historia de transformación, de humanidad descubierta a través de la incomodidad, de cómo un director acostumbrado a dirigir como un general en campaña descubre, de la forma más inesperada, el verdadero arte de liderar. Una historia que mezcla realismo laboral con un giro casi mágico digno de una fábula moderna, sin perder de vista lo esencial: el cambio es posible… pero requiere una buena sacudida (o en este caso, un coma inducido por el destino).

Prepárate para conocer a Martín González, un profesional hecho a golpe de manuales y jefes duros, que aprenderá —en carne propia y ajena— que liderar no es gritar más fuerte, ni controlar más, sino escuchar mejor. Su viaje, tan surrealista como revelador, nos lleva por los pasillos de Innovatech, una empresa tan corriente como cualquiera, pero con un potencial dormido que solo puede despertar cuando el liderazgo deja de mirar hacia arriba y comienza a mirar alrededor.

Este relato no solo te hará reflexionar sobre el rol que tienes (o podrías tener) en tu entorno laboral, sino que también te sacará una sonrisa cómplice, una ceja levantada de sorpresa, y quizás, solo quizás, una pequeña gran inspiración para cambiar algo en tu propia forma de trabajar con los demás.

Así que, apaga por un momento tus notificaciones, siéntate cómodo y prepárate: estás a punto de sumergirte en una historia donde el verdadero giro no es de trama, sino de mentalidad.

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