Era su último otoño como consejero delegado del grupo Micazu (dedicado al sector manufacturero) en el que llevaba más de 25 años. Esa tarde estaba acompañado por sus dos nietos, viendo el último espectáculo del Circo del Sol en Madrid, OVO, del cual salieron encantados, aunque su nieta Alba sucumbió al sueño y no vio acabar el espléndido show de más de dos horas.

El consejo de administración había decidido que Adriel Sunder sería sustituido por Susana Rau, directora financiera del grupo con una visión global, que le permitía tener esa visión transversal. La decisión aún no era oficial, aunque ya corría como la pólvora por todas las delegaciones del grupo, de más de 3000 empleados.

Para este ascenso, se contempló a otras 3 personas: Gabriel Olorri, director de exportaciones, Mariluz Gasteli, directora de recursos humanos y Olivia Sunder (sobrina del actual consejero delegado), directora de comunicación del grupo. Estas tres personas aceptaron la decisión, aunque en su ego no encajaron bien no ser la persona elegida; la vida supone recibir negativas y saber aceptarlas para recomponerse.

Era domingo y Macarena, la mujer de Adriel le recordó que ese lunes tenía que ir a recoger los resultados de su revisión de próstata que llevaba tiempo dilatando. Eran sus dos últimos meses de trabajo y le quedaban muchos años para poder viajar y hacer todo lo que quisiera con su mujer; tenían 2 hijos, aunque ya volaban solos. Ese mismo lunes acudió a la consulta a recoger los resultados. El médico fue al grano para seguir con sus citas. Adriel llamó a su mujer para decirle que todo estaba en orden, era un hombre que no expresaba sus sentimientos. Aunque ya le adelantó a Macarena, que la idea sería adelantar su vuelta al mundo para ese mismo año, no había tiempo que perder.

Tras anunciar el nombramiento de Susana Rau como consejera delegada del grupo Micazu, la transición se haría en un par de meses con Adriel para ponerse al día y poder hacer un relevo pausado.

Hacía un año que Humberto Legazpi había tomado posesión en su puesto de policía en la Gran Vía de Madrid; ya llevaba a sus espaldas 7 años trabajando como inspector de homicidios en San Sebastián, aunque tras su separación matrimonial necesitaba un reseteo, para comenzar de cero. En Madrid no tenía red social de apoyo, así que estaba solo. Aunque a las dos semanas de llegar fue arrollado por una bicicleta conducida por Olivia. Toda preocupada, le acompañó al hospital, para asegurarse que estaba bien. Humberto había cruzado precipitadamente la calle, porque no había visto el carril bici. Fueron pasando las semanas y el contacto fugaz entre Olivia y Humberto pasó de ser esporádico a habitual. Humberto sentía mariposas al hablar con Olivia. Esta, cada vez que recibía una llamada de Humberto, le decía, que lo que él quería es ser atropellado de nuevo por esa bicicleta eléctrica rosa nueva y no sabía cómo pedirlo. 4 meses después de aquello, sin saber cómo ni esperarlo, Humberto y Olivia comenzaron a salir.

Margarita, entró esa mañana al despacho de Susana Rau a llevar a cabo su ronda de limpieza. Estaba lleno de cajas, aunque vio un zapato por el suelo y al mirar con más detenimiento, salió despavorida gritando y sollozando del despacho, porque se había encontrado el cuerpo de Susana sin vida; tenía el cuello rajado y yacía hacía horas sin vida.

El caso fue asignado al inspector Legazpi que, al llegar, se encontró en la puerta con su pareja Olivia Sunder, que trabajaba allí y se quedó sorprendida de verle allí, hicieron como que no se conocían. Se acordonó el despacho y se recogieron pruebas. Se encontró un cuchillo con unas huellas y tras realizarse las pesquisas oportunas, no había lugar a dudas, las huellas eran de Olivia Sunder. El asesinato de Susana había sido cometido 24 horas antes de ser encontrado. Humberto tuvo que ordenar el arresto de Olivia, que fue detenida en la empresa y esposada. Fue interrogada por la Inspectora Gomáriz que creía en la inocencia de la detenida, que decía haber estado la noche anterior de cena con unas amigas en un restaurante en la sierra de Madrid y corroboraron la coartada, aunque a las 2 am se queda sin testigos, que es cuando dice llegar a su casa. Tenía de testigo al inspector Legazpi, aunque estaban ocultando su relación y, por el momento, todo cuadraba. Olivia quedó en libertad con cargos, aunque se le retiró el pasaporte y tenía que presentarse en comisaría cada semana.

Adriel Sunder y el consejo de administración se quedaron sin reacción con el fallecimiento inesperado de Susana Rau, aunque la vida seguía y tenían que nombrar otro sustituto. La idea era nombrar a una de estas tres personas: Gabriel Olorri, Mariluz Gasteli y Olivia Sunder. A su vez, pasaron a ser sospechosos, al tener como móvil conseguir el puesto que ansiaban de Susana. A esta terna se unía ahora Rosalía Corrales, directora de seguridad del grupo Micazu. Estas 4 personas fueron convocadas un viernes en el Hotel Zeneta de 5 estrellas de Madrid en la sala Aleluya, para hacer una serie de pruebas que les permitiría elegir al próximo consejero delegado. Les estaba esperando Adriel Sunder.

El Inspector Legazpi había pedido las grabaciones de esa semana del grupo Micazu, aunque se dio cuenta que había desaparecido la grabación del día anterior y la del día del hallazgo del cadáver de Susana.

La inspectora Gomáriz, de forma casual, paseando por el Retiro vio dándose un apasionado beso a su compañero Humberto y a Olivia Sunder. A la mañana siguiente notificó a sus superiores su hallazgo y el inspector Legazpi fue apartado de la investigación por su vinculación personal con la sospechosa. Esto unió aún más a Humberto y Olivia.

Las cámaras de grabación permitieron ver entrar en el despacho de Olivia a la becaria de contabilidad Miriam Olorri Corrales (hija de Gabriel y Rosalía, dos de los aspirantes a ser el nuevo consejero delegado). Los inspectores acorralaron a Miriam y tras ser presionada, se derrumbó y confeso que su madre Rosalía Corrales le había mandado a coger una cosa del despacho de Olivia, aunque no especificó el que. Le dijeron que si les ayudaba saldría impune. Rosalía y Gabriel estaban separados hacía 1 año, aunque Rosalía no había aceptado la separación. Además, Gabriel había comenzado hace meses una relación sentimental oculta con Susana Rau.

La comisaría de Gran vía recibió una llamada del hotel Zeneta, había aparecido un cadáver, el del consejero delegado del grupo Micazu, Adriel Sunder. Acudió al hotel el inspector Humberto Legazpi y allí estaba su novia Olivia, involucrada en menos de dos meses en otro asesinato. Tras realizar la autopsia y la toma de huellas y pruebas, resultó que Adriel Sunder había fallecido de un infarto a causa de su metástasis de cáncer de próstata, que lo tenía extendido y por el que le habían dado 5 meses de vida y que había ocultado a todo el mundo.

La inspectora Gomáriz consiguió una orden para registrar la casa de Rosalía Corrales y tras una baldosa hueca encontraron la grabación desaparecida de las cámaras del grupo. Tras visualizarla, se vio como una mujer con una careta entraba en el despacho de Susana y le rajaba el cuello con un cuchillo que había desaparecido del despacho de Olivia Sunder. Rosalía fue detenida y acusada de asesinato, aunque negó los hechos. El auto indicaba que Rosalía, en un ataque de celos, al ver a su exmarido retozando en su despacho con Susana, entró en una ira cegadora y preparó todo el plan. Las pruebas eran claras y Rosalía fue acusada de homicidio en primer grado y fue sentenciada a 20 años de cárcel. Gabriel Olorri abandonó el grupo Micazu y se fue con sus dos hijos al extranjero, para llevar una vida anónima y no ser señalados como la familia de la asesina del grupo Micazu.

Finalmente, tras el entierro de Adriel, fue nombrada consejera delegada su sobrina Olivia Sunder directora de comunicación del grupo y una persona muy querida en el grupo. Aunque siempre le pesó el apellido, ella se había ganado su puesto, empezando desde abajo y sin que nadie le regalara nada.

Olivia, tras 1 año como consejera delegada, anunció su maternidad de gemelos, aunque no renunciaba al puesto. Se había casado hacía un tiempo con su novio el Inspector Humberto Legazpi, aunque no había visto a su mujer involucrada en un tercer asesinato, en el grupo Micazu.

A los 5 años de ser padres, Humberto recibía una llamada del grupo Micazu, porque había aparecido el cadáver de Mariluz Gasteli, directora de RRHH del grupo. Aunque esto ya es otra historia.

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