Foto propiedad Juan Martínez de Salinas 2015Todos, a lo largo de nuestra carrera profesional, hemos añorado tener un mentor o mentora que nos acompañe, asesore, ayude y guíe de forma adecuada en nuestro desarrollo profesional constante. Lo que tenemos que tener claro es que ninguna carrera profesional es lineal ascendente, es decir, lo más lógico es que replique un electrocardiograma, con sus altos y bajos. Igualmente, no debemos idealizar a nadie en lo profesional; a veces pensamos que un jefe que se hizo a sí mismo es el ejemplo a seguir. Muchas veces tomamos de referente lo que vemos a nuestro alrededor. Lo mayoritario y habitual en el ámbito profesional no tiene por qué ser lo correcto. Cuántas conductas profesionales extendidas por no decir generalizadas son inaceptables…

Cada persona, en el fondo, sabemos qué es lo correcto e incorrecto profesionalmente hablando. Otra cosa distinta es que lo digamos o incluso lo denunciemos cuando somos testigos de esas conductas incorrectas.

Así que debéis huir de esas personas con amplia experiencia que os acogen sin solicitarlo porque a veces sus intenciones no son caritativas. Un buen mentor os permitirá ser vosotros mismos, haceros ver los errores, la forma de remediarlos, buscar alternativas de cómo hacer las cosas, enseñaros a pedir perdón, inculcaros que la humildad y la verdad son buenas compañeras a nivel profesional. Por otro lado, os enseñará a saber decir no, a asumir que no siempre tendréis razón y que deberéis dar vuestro brazo a torcer por el bien de las buenas ideas de otras personas de vuestra compañía.

Un buen mentor permite que aprendáis por vosotros mismos con indicaciones sobre alguna forma correcta que a ellos les haya funcionado pero que lógicamente no es la única forma adecuada de realizarla. Cuidado con esos mentores que piensan que su forma de proceder, pensar y realizar las cosas en la empresa son las únicas correctas.

Un buen mentor estará dispuesto a cambiar las cosas para seguir avanzando. Así que debéis poner en duda los hábitos de esos profesionales que no toleran el cambio porque tienen como lema que las cosas siempre han funcionado así allí y que nadie las va a cambiar. Todos sabemos que las cosas pueden funcionar durante mucho tiempo y de un día para otro, pueden dejar de hacerlo. Esto nos hará culpables por no haber visto las señales que nos indicaban que debíamos cambiar para no quedarnos descolgados.

Por ejemplo, no es un mentor adecuado aquel que nos enseña que todo vale para conseguir nuestros objetivos profesionales. Porque las malas artes, trampas y jugarretas no se deben tolerar. Cada uno debe llegar hasta donde pueda usando su talento, competencias y buenas tácticas que nos permitan sobresalir a nivel profesional.

Algunos mentores nos enseñan que se tiene que gritar, amedrentar, amenazar y lo que sea a nuestros compañeros de trabajo o subordinados. Este tipo de mentores piensa que la cultura del miedo es buena. Dicen que las personas solo saben hacer caso con el grito y el maltrato profesional. Nunca nadie tiene la razón absoluta. No olvidemos que el que más perfecto se siente, es la persona más imperfecta del mundo. Todos tenemos aspectos a mejorar y el primer paso para asumirlos y crecer es asumirlos.

Nunca os impondrá las formas correctas de ejecutar o actuar en vuestro aprendizaje profesional. Os marcará los posibles caminos o algunos de los que a él le han funcionado. Os animará a que investiguéis nuevas formas de mejorar vuestras acciones, procesos y modos de trabajar. El equivocarse es otra forma de aprendizaje, no olvidéis. Igualmente os reconocerá sin dudarlo sus errores y el aprendizaje que sacó de ellos. Los errores o fracasos suelen ocurrir por algo y muchas veces es por pecar de exceso de confianza en nosotros mismos. A veces el considerarnos un experto en determinadas tareas nos hace bajar la guardia o no medirnos las fuerzas. Llevar mucho tiempo haciendo algo no nos debe dejar perder la perspectiva y la objetividad. Todas las acciones profesionales requieren que estemos con el 100% de nuestras competencias y habilidades corporativas.

Además, no debemos de olvidar que por mucho que alguien nos diga algo, tenemos que estar plenamente convencidos de hacerlo por nosotros mismos. A veces pensamos que los demás no tienen razón y que se equivocan al darnos esos consejos. ¿Cuántas veces nuestros padres, cuando éramos jóvenes, nos aconsejaron hacer algo de una forma y nosotros, con el ego de un adolescente nos equivocamos al hacerlo a nuestra manera? Tras el golpe, asumíamos que tenían razón, aunque tardeásemos tiempo en reconocerlo. En la evolución profesional pensamos que nos comeremos el mundo por nosotros mismos y que no necesitamos la ayuda de nadie y en más de una ocasión será el mundo el que se nos coma a nosotros.

Me gustaría que me hicieseis llegar vuestras reflexiones sobre un buen mentor y vuestras experiencias sobre este tema, tanto positivas como negativas.

¿Qué es para vosotros un mentor inadecuado?