Desde que comenzase la crisis en nuestro país, muchos españoles han sido despedidos por sus empresas. Y la situación no ha visto su fin todavía, contagiándose otros países.

Cada despido es un mundo con sus connotaciones y particularidades; cada empresa tiene su forma y su política a este respecto o debería tenerla, sin embargo, una empresa dice mucho de su profesionalidad, humanidad y valores en la forma de acometer sus despidos.

A la hora de ser despedidas las personas, estoy seguro que lo único que piden es ser tratadas como personas, con sus sentimientos y corazón y no como un mero número o recurso en una cuenta de resultados. Está claro que las organizaciones están para ganar dinero y producir beneficio aunque no deben olvidar que sin sus personas no serían nadie porque son un músculo vital para ella.

Hoy quiero abordar la cuestión que se puede plantear de que una empresa que ha despedido a diversas personas necesite cubrir alguna vacante y decida contar con alguna de esas personas que no dudó en despedir. Esto viene a colación porque hace poco me encontré con una conocida que había sido despedida de su empresa y las formas de ejecutar ese despido no habían sido las más adecuadas. Sin embargo, 3 meses después, no habían previsto que en el departamento del que formaba parte esta persona alguien iba a tener que coger una baja de larga duración que ya debía estar contemplada, cosa que no ocurrió. Lógicamente la empresa no lo duda un momento y decide llamar para cubrir esa baja a la persona que habían despedido hacía pocos meses. Dio la casualidad que la despedida seguía sin trabajo y al recibir la llamada me comentaba que no salía del asombro y me planteaba la pregunta: “si estuvieses en mi situación ¿qué harías? He de decir que esta persona finalmente aceptó el puesto porque su planteamiento final fue el pensar que se está mejor trabajando que cobrando el desempleo. Coincido con ella que es más factible encontrar otro trabajo desde la posición de estar empleado que desempleado.

Pienso que la decisión en estos casos es muy personal y depende de las circunstancias personales, familiares y económicas de cada persona. También influye la forma que se tenga de ver las cosas, nuestras creencias, hábitos y actitudes. No debemos olvidar que también influye como estuviésemos en la empresa, lo satisfechos que estuviésemos con nuestro puesto, la relación con los compañeros y los responsables, nuestras posibilidades de desarrollo y las circunstancias en las que se produjo el despido y los motivos concretos.

En más de una ocasión a determinadas personas les hace su empresa un verdadero favor al despedirlas porque no estaban nada a gusto y estaban en búsqueda activa de trabajo hacia tiempo.

Así que a pesar de poder estar sin trabajo, debemos sopesar la situación desde diversos puntos de vista para no meternos en una situación peor de la que estamos. Debéis preguntaros ¿Por qué os han llamado a vosotros? ¿Por qué quieren contar de nuevo con vuestros servicios? Igualmente tenéis que ser sinceros con vosotros mismos y lanzaros las preguntas de si hicieron todo lo posible por manteneros en plantilla. ¿El despido se produjo de forma adecuada y tratándote con profesionalidad? Por otra parte debéis plantearos si estabais a gusto en esa empresa y en el puesto de trabajo que desempeñabais y si merece la pena volverlo a intentar. Entrar en una empresa en la que se ha trabajado ya no es lo mismo que empezar en un sitio nuevo.

No olvidéis de la misma forma, pedir consejo a otras personas de vuestro entorno que puedan daros otros puntos de vista que os ayuden a tener todas las decisiones posibles desde diversas perspectivas.

A lo largo de mi carrera profesional ya he pasado por unas cuantas empresas y no tendría inconveniente en volver a la gran mayoría de ellas menos a una en concreto que era un caos absoluto, no se valoraba el trabajo de las personas, prometían cosas que no cumplían y la cúpula directiva era un reino de taifas que confiaba en un grupo de personas poco capacitadas y preparadas para gestionar equipos y tomar decisiones estratégicas. A día de hoy, me consta que estas cosas no han cambiado por lo que con certeza, no volvería a esa empresa.

Ante todo, cuando os puedan plantear estas situaciones debéis pensar en vosotros mismos y qué es lo mejor para vosotros en ese momento. Porque no olvidemos que las cosas en las empresas no cambian de un día para otro y más si siguen las mismas personas en los puestos estratégicos. También depende del momento en el que os encontráis porque quizás hayáis empezado algún proyecto formativo o de reorientación profesional que os interesa finalizar para dar una nueva perspectiva a vuestra carrera.

¿Qué haríais si vuestra antigua empresa os llamase de nuevo para trabajar tras haberos despedido?