Cada persona es de una forma diferente y nos toca aceptarlas tal y como son, o eso es lo que nos dicen.

¿Qué estilo de liderazgo existe en tu organización? A la hora de tratar esta pregunta en las empresas, se suele hacer el silencio.

Cada persona es de una forma diferente; para liderar equipos en las empresas, deben existir unos mínimos homogéneos, que todo el mundo debería cumplir.

La persona para ocupar ese puesto de responsabilidad se elige, porque tiene los conocimientos, el bagaje, las competencias adecuadas y la actitud adecuada; ser bueno ejerciendo un puesto técnico especializado sin personal a tu cargo, no te hace un profesional adecuado para gestionar equipos de personas.

Más empresas tienen dudas sobre cómo detectar el estilo de liderazgo existente en su organización. Estas preguntas te pueden ayudar a hacerlo:

  • ¿Cómo permites que tus responsables traten a sus personas?
  • ¿Qué protocolos de comunicación exiges a tus líderes en la gestión de sus equipos?
  • ¿Cómo evalúan el desempeño de sus personas?
  • ¿Qué tipo de reconocimientos hacen al trabajo de sus personas?
  • ¿Cómo abordan los problemas que surgen en el día a día de la gestión del trabajo?
  • ¿Cómo apoyan a las personas en la gestión de su trabajo?
  • ¿Qué nivel de autonomía se permite a las personas en la gestión y ejecución de las tareas en las que son especialistas?
  • ¿Qué política real de reuniones realizan con las personas que forman parte de su área o departamento?

Lo increíble es que, muchas veces, las respuestas a estas preguntas dependen del líder o responsable de cada departamento y ahí está el gran error: dejar a cada persona a su aire en la gestión de sus equipos.

Debemos marcar una estrategia global de mínimos en el liderazgo, marcando unas líneas rojas que no se pueden traspasar como, por ejemplo, faltar al respeto de las personas, tratar mal a las personas que gestionas, no reconocer su trabajo, no comunicar nada, apropiarte de sus méritos, no celebrar reuniones, no dar indicaciones claras, no preocuparte por el desarrollo y bienestar de tus empleados, etc. Parecen cosas obvias, aunque luego en el día a día se olvidan, haciendo que nos preocupemos de nuestro árbol, descuidando nuestro bosque de personas, llevándonos luego sorpresas desagradables, cuando las señales estaban ahí, otra cosa es que no quisieras verlas.

El equipo directivo a través del área de gestión del talento, debe supervisar de forma permanente el estilo de liderazgo, marcando las pautas a seguir en muchos de esos aspectos que hemos visto y estando al tanto de que realmente se hace así. Si permites que algún líder o responsable, trate mal a su gente, no sea justo con ellos, no les comunique las cosas de forma habitual, estás consistiendo ese estilo de liderazgo mediocre, pensando que se cumple lo que marcas. La organización tolera eso cuando algunos comportamientos son intolerables.

Por lo tanto, tu organización, una vez que tiene a todas las personas ocupando su puesto de responsabilidad, debe evaluar las fortalezas y carencias a la hora de gestionar equipos de esas personas. Debe establecer un plan de formación homogéneo permanente para recordarles el estilo de liderazgo esperado y deseado en esa empresa. Toca hacer un plan personalizado a cada persona en función de que aspectos debes trabajar con cada líder. Si tú no estás acostumbrado a comunicar las cosas, la empresa apuesta por la comunicación fluida con su gente. Para ello, debería hacerse una reunión semanal, para ver cómo va todo; no existe la opción de no hacerlo. Eso sí, alguien en la compañía debe comprobar de forma amable que eso se lleva a cabo, porque de lo contrario, somos conscientes de que la teoría no se convierte en práctica.

Debemos asumir que ser jefe o líder no es fácil; desde la barrera todo se ve muy fácil. Eso sí, nadie nos obliga a aceptar un puesto de responsabilidad; tiene aspectos buenos en cuanto a remuneración, beneficios, desarrollo profesional, aunque sabemos que tendremos mayor responsabilidad y obviamente viviremos peor. La gestión de personas no es una ciencia exacta.

Ser jefe debería suponer saber hacer todas las tareas del área, aunque asumas que cada persona es especialista más en unas cosas que en otras, debes repartir de forma equitativa el trabajo (sabiendo qué hace cada persona), debes ayudar a que cada persona llegue al máximo desarrollo de su potencial, debes confiar y exigir que se haga el trabajo, debes fomentar una comunicación fluida, tienes que ayudar a que consigan sus objetivos, debes evaluar su desempeño de forma permanente, debes potenciar el buen ambiente en el departamento, tienes que comunicar qué esperas de cada persona y estar al tanto de todo. Igualmente, te toca sacar la cara de tu gente siempre.

Por lo tanto, cuando tu comienzas un puesto de responsable en tu organización, de las primeras cosas que tienes que hacer es reunirte con cada persona de tu equipo de forma individual, para ver y clarificar ¿Qué hacen? ¿Qué tareas desempeñan? ¿Qué proyectos gestionan? ¿Qué necesidades, problemas y expectativas tienen? ¿Qué esperan o necesitan de ti? ¿Qué esperas de cada uno de ellos?

No des nunca nada por hecho; comprueba cómo son las cosas realmente, para evitar malentendidos. Muchas veces, suponemos que las cosas son de una forma, aunque luego la realidad nada tiene que ver con eso. Otras veces, decimos toda la gente de mi equipo de trabajo está contenta, lo único ¿Cómo compruebas que eso es así?

Si estás dentro de la cúpula directiva, debes dar importancia al tipo de liderazgo que permites en tu empresa. Al final, como permitas que las demás traten a su gente, dice un montón de cosas de tu empresa. No se trata de decir lo importante que es tu gente, sino que te toca demostrarlo con acciones reales y concretas. Por tanto, está claro que nadie nace preparado para ser jefe. Tu organización debe preparar, adecuar y preocuparse, porque la gente que ocupe puestos de responsabilidad, esté formada y preparada, dándoles las herramientas pertinentes de forma permanente, para que sepan reaccionar ante la diversidad de situaciones que puedan ocurrir.

Tenemos que ser exigentes con nuestros líderes, porque están dando la imagen de nuestra compañía; son el ejemplo a seguir en cuanto a valores, misión y visión organizacional y tienen que marcar ese camino a seguir. No podemos olvidar que mucha gente no se va de las empresas, sino que huye de sus responsables, porque no les tratan de forma adecuada, les ponen trabas y/o no existe una relación fluida.

Al final, ocupar un puesto de responsabilidad supone ser muy generoso, porque te toca preocuparte más del vosotros y olvidarte más de las necesidades propias. Te toca demostrar que tus personas son antes que tú. Habrá que asumir que tienes aspectos mejorables, como todo el mundo y eso supone ser exigente para mejorarlo, porque va en tu beneficio y en el de tu equipo de personas.

¿Qué tipo de líder eres?

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