Mucha gente al acabar sus estudios de educación secundaria obligatoria o de bachillerato, tienen mil dudas sobre qué grado universitario o de formación profesional cursar; no todo el mundo tiene clara su vocación. Desconocen las salidas concretas de cada grado, faltan testimonios de personas que han estudiado cada materia, desconocen dificultades y beneficios de ese grado concreto y no se da una orientación personalizada a cada alumno/a. Existe la figura del orientador educativo, aunque su puesto es todavía muy reactivo y poco proactivo, por culpa, muchas veces, de cómo está el sistema educativo planteado y burocratizado.

Después muchas personas al acabar sus estudios de grado universitario y/o de formación profesional desconocen a qué dedicar su vida, porque saben de mucho y de nada. Nadie les ha explicado las opciones posibles de empleo por cuenta ajena en empresa privada, de empleo público y de establecerse por cuenta propia lanzando su negocio y ofreciendo sus servicios. Falta una estructura solida de personas que cuenten su testimonio de a qué se han dedicado y el proceso por el que pasaron, para que conozcan fracasos, triunfos, sacrificios y demás vicisitudes. Todos los centros universitarios y de formación profesional cuentan con servicios de orientación laboral. Lo único es que esperan que acuda el alumno, cuando la claves es hacer cosas para visibilizarse y que la gente se apunte a esas actividades. Como digo, mucha gente desconoce la existencia de estos servicios en su centro o facultad.

Por otro lado, las personas que buscan empleo y/o quieren cambiar de trabajo, tampoco son conscientes de que existen organismos públicos, entidades colaboradoras y entidades privadas que cuentan con servicios de orientación en los que existe la figura del orientador/a laboral, aunque en muchos se trabaja por programas, es decir, que la temporalidad es lo habitual.

Más que nunca es necesaria la figura del orientador laboral y/o educativo, para ayudar, acompañar y facilitar a la gente las herramientas y recursos que necesitan para aprender a ser autónomos en su proceso de búsqueda laboral o académica, es decir, que sepan hacer por ellos mismos esa exploración ya que ese orientador/a no va a estar siempre disponible para esa persona. Se trata de conseguir que aprendan porque se les facilita la información que precisan para ser capaces de concretar su foco. Les ayudamos a saber qué camino seguir, ante la infinidad de posibilidades; esto se hace escuchando y acompañando.

Todavía se piensa más de lo que se debería que un orientador/a está ahí para “darME” y/o “buscarME” el trabajo de mis sueños sin esfuerzo por mi parte. No debemos olvidar que las ofertas de trabajo las generan as empresas, es decir, los empresarios/as y autónomos. Algunos sectores empresariales y productivos tienen menos opciones, aunque esto depende mucho del perfil que tenga cada persona que busca empleo. Al final, el ayudarte a conseguir tu objetivo profesional depende de que te comprometas a hacer lo que tienes que hacer, aunque en ocasiones no te apetezca hacerlo. La búsqueda de empleo es una ocupación que requiere tiempo completo y mucho compromiso.

Desde tu punto de vista ¿Cuál debe ser el papel fundamental de un orientador/a laboral y/o educativo para que pueda aportarte valor en su servicio?

La profesión de orientador/a no es estratégica en ningún ámbito empresarial, ni educativo, ni gubernamental. ¿Qué debemos cambiar para conseguir que esta profesión sea estratégica?

Habrá que plantearse quién va a querer dedicarse a una profesión en la que se trabaja por proyectos que en ocasiones tienen duración de un año o menos y que dependen de financiación pública, que no está garantizada. Aunque este es el menor de los problemas, ya que estamos en un mercado laboral en el que se trabaja cada vez más pro proyectos con fecha fin.

La precariedad de la profesión de orientador/a nivel general es dramática; se ven por ahí ofertas de empleo en las se pagan 15.000 euros o 20.000 euros, solicitando mucha experiencia, formación, competencias, compromiso, dedicación, involucración, disponibilidad y muchas otras cosas. Al final, acaban cubriendo esos puestos con personas que tienen muchas ganas (o no), aunque carecen de los conocimientos, competencias y habilidades que se precisan para desempeñar esa posición con garantías. Lo aceptan y en el momento que les sale algo mejor no dudan en irse. Todo el mundo es conocedor de esa precariedad, aunque todas las partes con poder de decisión para cambiarlo miran a otro lado.

Otro gran problema es que los servicios de orientación dependen de las subvenciones públicas y eso hace que existan muchas entidades y organizaciones que viven y ganan dinero con eso, cuando ya deberían tener la estructura de personal especializado necesario, para efectuar el trabajo y que su continuidad no dependiese de esas subvenciones.

Además, no ayuda que esos programas orientados a la mejora de la empleabilidad suelen ser muy genéricos y tenemos a mucha gente ofreciendo lo mismo, sin diferenciación y con una calidad que en ocasiones se puede poner en duda. ¿Por qué motivo no se potencia la especialización de verdad? Entidades y profesionales de la orientación especialistas en un colectivo de personas, sector industrial y/o profesión especifica.

Un orientador/a tiene que estar en contante actualización y eso requiere que invierta tiempo y recursos en formarse y pocas entidades destinan dinero para facilitarles esa mejora que necesitan los orientadores/as para que puedan ofrecer un trabajo competitivo para cubrir las necesidades de las personas que atienden. Esto supone que se conozcan las salidas de cada profesión de tu área de especialización, estar al tanto de tendencias, novedades, recursos, herramientas y nuevas metodologías. Además, deberían relacionarse e interactuar con las empresas, los profesionales y todo lo vinculado con ese sector.

Luego los programas deben tener un seguimiento y los indicadores que se miden deben ser objetivos; no puede ir vinculado el cobro de la subvención de la entidad a que la persona atendida se coloque. Esto puede tener cierto peso, pero no todo puede girar en torno a eso. Realmente ¿Un contrato de 2 meses puede ser considerada una colocación real? Quizás debamos analizar y medir más cómo esta esa persona a los 6 meses de acabar ese programa o ese contrato de 2 meses.

Los programas de orientación y sus servicios deben de ser más prácticos, es decir, enseñar a las personas a que sepan hacer las cosas por ellas mismas. Se trata de que cada persona, en función de sus necesidades y circunstancias, sepa qué hacer, dónde buscar, cómo buscar, elaborar su C.V., buscar un curso e inscribirse, manejar una red profesional, app o tecnología que precisa para poder tener más opciones de encontrar el trabajo deseado… Aquellas personas que van perdidas y no saben qué hacer con su vida deben poder tener la oportunidad de ser ayudados a decidir qué quieren hacer con su vida profesional, porque sabemos trabajar con ellos cosas que les ayudan a definir ese foco. La persona orientadora asignada no debería de dejar de estar contigo hasta que el usuario no alcance algunos de sus objetivos de mejora. Si no tenemos su compromiso o involucración, será momento de dejarlo, hasta que sean más conscientes de su papel. No se puede ayudar a quien no quiere dejarse ayudar, porque el problema es de los demás y nunca suyo.

La figura del orientador público en la administración pública es inexistente; se habla del técnico de gestión de empleo o de tutor de empleo, cuando el momento político quiere hacerse eco de este sector. Luego, desaparece ese interés. Las personas que necesitan la ayuda de un orientador/a, la política les da igual; quieren saber qué puedes ofrecerle, en qué puedes ayudarle, qué cursos pueden hacer, qué tienen que hacer para encontrar y/o mejorar de empleo, etc. No existen temas de sectores industriales, tendencias laborales, herramientas para ayudar al demandante, tecnologías, aplicaciones, recursos y su aplicabilidad. Tipos de usuarios, necesidades, expectativas, metodologías, herramientas disponibles para ayudarles. Todo esto se aprende si la persona que ocupa ese puesto tienen interés en hacerlo o no.

No estoy hablando de vocación (que sería lo idóneo) sino de preparar bien a las personas que tienen que dedicarse a una profesión que existe para ayudar a otras personas a mejorar su vida profesional, marcándoles los posibles caminos y las cosas que tienen que acometer, para saber valerse por sí mismas en ese duro proceso de la búsqueda profesión u oficio.

Tenemos que escuchar más a las personas usuarias de esos servicios, para conocer qué mejorarían, qué necesidades no se cubren, qué les satisface del servicio prestado, etc. y poder, así, diseñar, junto a ellos, los servicios de orientación que realmente precisan para que les den verdadero valor.

Ahora, es te toca a ti. ¿Por qué motivo no acudes a los servicios de orientación disponibles? Y si lo has hecho… ¿te sirvió?

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