Un tema que está generando mucho ruido estos días es el de las nuevas formas de trabajo, de organizaciones flexibles y de estructuras planas y colaborativas en las empresas. Por cómo se hablan, parece que se da por sentado que esto ya es lo habitual de forma generalizada y global en la mayoría de las empresas. Pero nada más lejos de la realidad. Por mal que nos pese, todavía existen un grueso de empresas con una jerarquía invisible muy fuerte en las personas que forman parte de las organizaciones, difícil de conseguir cambiar ese patrón mental.

Partamos de la base que, efectivamente, las empresas necesitan cierta jerarquía para establecer una estrategia y dirigir los pasos de las empresas en esa dirección, que les permitan avanzar, ordenar el trabajo y seguir creciendo en el ámbito productivo, de ganancia y rentabilidad. Debe existir esa cúpula directiva estratégica ágil, resolutiva y organizada, para tomar las decisiones que permitan a todas las áreas de la organización ejecutar el trabajo en los temas en los que son especialistas. Si nos vamos a estructuras totalmente planas, en donde todo se consensua y se tiene que decidir por todo el mundo, las decisiones, claramente, son más democráticas, aunque se ralentiza en el tiempo, además de, posiblemente, no ser la más adecuada para la estrategia corporativa. Si en un grupo de WhatsApp de 20 amigos, cuesta miles de mensajes ponerse de acuerdo para elegir restaurante para cenar el próximo fin de semana, incluso muchos no tienen claro dónde se cena, si podrán acudir o cualquier otro tema. Las opciones que se barajan para una simple comida/cena son infinitas. Si aquí es difícil llegar a un consenso, imaginémonos lo que supone tomar decisiones estratégicas de esta forma en una empresa. Eso no quiere decir que no se tenga que tomar en cuenta las opiniones de los integrantes de la empresa, pero sí que es cierto, que tienen que ser canalizadas por esa cúpula para ser más efectivos.

El problema viene cuando se toman esas decisiones estratégicas que marcan el presente y el futuro de la organización, pero se olvidan de comunicar a las diferentes áreas de la organización, las directrices claras a seguir y los objetivos a conseguir para, a partir de ahí, realizar el trabajo en el que son especialistas. No olvidemos que la clave es rodearte en tu empresa de personas que sepan mucho más de esas materias y disciplinas de lo que sabes tú. Si contratas a gente para decirles todo lo que tienen que hacer, tienes un grave problema.

Con los sistemas híbridos y/o sistemas de teletrabajo se debe potenciar que la comunicación corporativa sea mucho más efectiva, centrándonos en la productividad y cumplimiento de objetivos, dejando en un segundo plano el tiempo invertido para realizar tus tareas. Se huye del presencialismo en donde importa más que estés y no tanto lo que haces durante el tiempo que estás trabajando. Se debe valorar que el tiempo dedicado al trabajo estemos centrados en esas tareas y con atención plena. Las personas, si tienen bien definidos su trabajo, tareas y objetivos, serán lo suficientemente responsables para saber lo que tienen que hacer. Cada persona debemos ser responsables de nuestro trabajo y debemos asumir esa responsabilidad.

Para que la gente que trabaja con sistemas híbridos y teletrabajo no se sienta descolgada de su empresa, es bueno establecer franjas horarias comunes para poder interactuar y socializar en temas de trabajo con compañeros y responsables; es una forma de sentirse parte de esa comunidad corporativa, viendo que forman parte de un todo. Antes de la pandemia, mucha gente que estaba todo el tiempo en las instalaciones de la empresa, se sentían invisibles y para nada se sentían parte importante de la organización. Se trata de ver de forma real que todas tus personas perciben con acciones y hechos que son valiosas e importantes, es decir, que no son meros recursos. Está claro que nadie es imprescindible, aunque algunas personas son más necesarias que otras. Las empresas deben ser bloques heterogéneos de personas, donde la diversidad existente entre sus trabajadores suma y es un plus para esa empresa. Esto tiene que venir avalado y apoyado por la dirección estratégica con acciones que dejen constancia de esa realidad diferenciadora.

Las tomas de decisiones en las empresas deben ser más ágiles; en ocasiones son muy burocráticas, pasando de un área a otra hasta que, al final, se pierden en ese entramado corporativo. Debe estar bien definido quién decide cada cosa y los plazos máximos para resolver.

Imaginemos que propongo la organización de un evento a una entidad, me reúno con ellos para resolverles sus dudas. Me dicen que lo van a pensar y que me dirán algo, aunque ya indican que tardarán algo de tiempo, sin especificar. No puede ser que esa decisión se eternice dos o tres meses. Si no tengo noticias, lo lógico es que esa propuesta la adapte y proponga a otras entidades u organizaciones. Quizás cuando tomes la decisión al que ya no le interese organizar eso contigo, sea a mí. No podemos solo mirar nuestro ombligo y pensar en nuestras necesidades.

Las empresas cada vez tienen que pensar más en las nuevas formas de trabajar para ser eficientes y eficaces. La comunicación debe ser operativa y no demorar los temas que afectan a otras partes o áreas de tu empresa. La comunicación debe fluir, poniéndote más en el lugar de los demás y no solo en tus necesidades. En ocasiones, la información no se transmite con alguna intencionalidad clara. Otras veces no se permite a otras personas de tu organización hacer bien su trabajo, porque no disponen de la información precisa y actualizada.

Las empresas son comunidades de personas que deben remar en la misma dirección; todos por el mismo fin común que les une, que es la mejora, crecimiento y evolución de la empresa. Esto beneficia a todos, pero al mismo tiempo, supone anteponer intereses grupales a los nuestros (individuales), centrarnos más en lo que nos une y no en lo que nos separa. El querer tener razón hace mucho daño a la operatividad y productividad corporativa. Tenemos que ser profesionales y esto supone saber reconocer que nos equivocamos, con independencia de cuál sea tu rol dentro de la empresa. Algunas personas con rol de responsable, piensan que, por ese detalle, siempre tienen que tener razón. Se trata de tomar las mejores decisiones, en ocasiones consensuadas u orientadas su enfoque, por la opinión de determinadas personas especialistas en un área o materia de esa empresa.

Necesitamos empresas que perduren con el paso del tiempo; esto supone hacer las cosas de otra forma, sabiendo adaptarse a los nuevos tiempo y necesidades. No importa que tú estés acostumbrado a hacer algo de una forma; la clave es saber cambiar tu forma de hacer las cosas, para cubrir las necesidades de tu empresa y clientes. A veces, nos dejamos embaucar por nuestra seguridad sobre un tema, no viendo la nueva tendencia real que ya está encima y que nos puede engullir en silencio.

Las empresas que sobreviven son aquellas que adaptan su estructura teniendo en cuenta a sus personas y sus necesidades, para dar el mejor servicio que precisan sus clientes. Esto conlleva asumir que las necesidades cambian con mayor celeridad, teniendo que estar en constante mejora, aunque podamos tener éxito en la actualidad.

Ahora, un poco de auto reflexión… ¿Cuán dispuesto estás tú al cambio?

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