La elección de los grados universitarios y/o de los grados de formación profesional no han sido fáciles nunca para nadie. Estás en un momento vital en donde la toma de decisiones transcendentales no se nos da bien, además de estar en plena adolescencia, con las hormonas descontroladas, con muchos pájaros en la cabeza y llevando todo al extremo. Es más, basta que tu entorno familiar te diga blanco para que tu pienses que es negro.

Cuando uno tiene que elegir grado se deja llevar por su pensamiento idílico de la vocación, de lo que me gusta y del interés por salvar el mundo. Nuestros padres y entorno familiar prefieren mirar las salidas profesionales de esos estudios. Nuestros progenitores, quizás no cursaron aquellos estudios que deseaban y puede que nos influencien para hacerlo nosotros. Y quizás nosotros no queramos hacer lo que hicieron ellos. Es todo un mundo.

Ya habremos tomado ciertas decisiones: letras o ciencias, (o incluso mixtas) pero ahora es el momento de realmente dirigirnos hacia donde realmente queremos.

Siempre he echado de menos un sistema adecuado que explique a los alumnos lo que se va a encontrar en cada grado universitario o grado de FP. Necesitamos entender qué materias tendrás en la carrera, qué tipo de prácticas, profesiones a desempeñar, especializaciones necesarias para cada posible salida laboral, competencias requeridas, etc. ¿Por qué no se hace una salida del instituto/colegio a la universidad o empresa? Así se permitiría ver más de cerca un grado, su ambiente, hablar con alumnos que hace un año estuvieron como ellos, poder preguntar dudas a los profesores, etc. ¿Y por qué no que algunos de los profesionales visitasen a los institutos? Esto daría muchas pistas e ideas a los alumnos que están con dudas.

Mucha gente pregunta ¿Qué nivel de transcendencia tiene la elección de un grado inadecuado? Desde mi punto de vista ninguno. Me explicaré; a esas edades nos queda toda la vida por delante. Podemos abandonar un grado que no nos convence y comenzar otro. Son unos conocimientos que nos servirán o no en función de cómo seamos capaces de aplicarlos y utilizarlos para solucionar problemas y necesidades que tengan nuestras empresas o público objetivo.

Cuando yo estudié mi grado universitario aún existía la “obligación” de tener que estudiar este tipo de estudios porque marcaban tendencia y cierta diferencia, aunque eso les ocurrió a nuestros progenitores. En mi generación el estudiar un grado o incluso varios estaba al alcance de cualquiera, con esfuerzo y constancia. En la actualidad, para tener una exitosa carrera profesional cada vez influyen más las competencias técnicas, idiomáticas, digitales y transversales que de forma generalizada no nos las proporcionan los grados. Estas competencias se pueden aprender más que nunca por muchas vías complementarias sin pisar una universidad. Muchas grandes empresas ya comienzan a valorar esta tendencia y los estudios universitarios no tienen tanto peso; valoran el periplo, las experiencias y las competencias reales.

Quizás los grados de letras tienden a ser más teóricos que los de ciencias. Creo que la universidad no puede funcionar como una extensión de colegios e institutos. La investigación, la aportación de esas competencias necesarias para desarrollar un trabajo a posteriori con esas competencias (no solo conocimiento teórico) debe ser parte de esa etapa. Hoy en día, todo el conocimiento (viejo y nuevo) se encuentra en internet y las nuevas generaciones ya optan por acceder a ella para saber más detalles. No quiero decir con esto que suplanten la necesidad de universidades pero sí que es cierto que deben apartarse de la teoría para llegar a ser más prácticas.

Además, si los programas universitarios siguen anclados en lo que se hacía años atrás, no aportan ese enlace entre el estudio universitario y el mercado laboral. ¿Cuántos programas tienen en cuenta la salida que esos estudios van a tener?

Estamos en la era de la ruptura del mercado laboral conocido; de momento se asoman pequeñas revoluciones. Para empezar, la mayoría de personas que están estudiando ahora un grado trabajarán en sectores, tendencias y profesiones que aun ni se atisban en la burocracia de las tendencias. Posiblemente, en tan solo tres años, el mundo de las salidas laborales puede cambiar de forma brutal.

Demos libertad para que nuestros jóvenes se equivoquen haciendo lo que les apetece. Al orientar a nuestros hijos debemos pensar más en ellos y menos en nosotros. Cuando nosotros éramos jóvenes tampoco hacíamos caso a nuestros padres a pesar de tener razón en muchas cosas que nos decían.

Una carrera/grado nos da una experiencia vital y unas sapiencias que se quedan obsoletas cada vez antes, tenemos que seguir aprendiendo muchas cosas. Al final dejemos llevarnos por nuestra intuición.

En los grados se deberían enfocar además, en competencias concretas necesarias en el mercado laboral y menos en asignaturas.

La vida universitaria es una experiencia que se viva o no, no determina nada. Las capacidades de las personas están por encima de cursar o no un grado universitario.

Me gustaría saber si aquellas personas que no cursasteis un grado os ha mermado a nivel profesional y qué os hubiese aportado tener ese título.

Mi grado me dio un conocimiento del mundo, aunque esos conocimientos se han quedado ya obsoletos; los mayores aprendizajes me los han dado mis experiencias e iniciativas. ¿Qué te aportó tu grado universitario, master o doctorado? Me refiero a que si no lo hubieses cursado ¿tu carrera profesional no hubiese sido igual?

Al final, nuestro paso por la universidad no es más que una fase de nuestras vidas, aunque no es la única. Tenemos que aprender a mirar el lado bueno de nuestras decisiones, a veces decisiones que parecen erróneas, el tiempo nos indica que fue la mejor decisión del mundo.

Fuente imágenes: propiedad de Juan Martínez de Salinas