Soy de la opinión que innovar no es una opción sino una necesidad para avanzar y seguir desarrollándonos. El problema es que pensamos que haciendo siempre lo mismo los cambios vendrán por arte de magia, sin esfuerzo de nadie. Muchas personas no están contentas con sus vidas profesionales, sin embargo, no hacen nada para intentar cambiar. De la misma manera, ocurre en muchas empresas; están funcionando y deciden seguir navegando en aguas conocidas y cómodas. Para qué evolucionar si les va bien. No existe nada peor que morir de éxito, es decir, creerte que podrás seguir siendo líder, innovador y permanecer en el tiempo haciendo lo que te ha funcionado hasta ahora.
No podemos negar que las empresas centenarias que siguen existiendo lo han hecho porque han evolucionado, ampliado su gama de productos o servicios, se han adaptado a las necesidades de clientes, avances y cambios o han explorado otros sectores afines o no. Pocas empresas son capaces de mantenerse décadas siendo líderes en su actividad. Las claves pasan por saber percibir las señales que surgen que les hacen seguir invirtiendo en investigación y desarrollo.
El problema es que todavía nos encontramos con quienes ven la innovación como coste y no como inversión. Innovar supone permitir invertir tiempo, recursos y personas en probar nuevas cosas asumiendo que los resultados pueden tardar en llegar. Se trata de partir de necesidades no cubiertas con nuestros productos o servicios con nuestros clientes actuales o con los potenciales. Pero al mismo tiempo, hay que arriesgar con cabeza, no olvidemos que si no nos atrevemos seguiremos con el tiempo en el mismo lugar. En el siglo XXI, mantenerse haciendo lo mismo es quedarse descolgado de forma silenciosa. No olvidemos que hoy en día existe una competencia feroz y que los clientes no tienen problema en irse con otros que le den solución a sus necesidades.
Las personas que salen en la actualidad al mercado laboral son las generaciones más formadas y preparadas de la historia, pero al mismo tiempo, no siempre disponen de experiencia o competencias adecuadas para trabajar en una empresa. Tal y como está la economía en el país, es posible que muchos de ellos tengan que irse fuera de España para encontrar oportunidades profesionales adecuadas a su nivel y competitivas. Existe una tremenda sobre cualificación, es decir, personas con mayores conocimientos que los que se requieren para muchos de los puestos de trabajo que les ofrecen. Va siendo hora de que abandonemos la excesiva burocracia existente en la innovación, arriesgando de una vez. Se debe innovar en todos los sectores profesionales y no solamente en los de toda la vida, es decir, construcción, turismo, automoción y alguno más.
Por mucho que tengamos centenares de titulares que nos dicen que el empleo para toda la vida estas en vías de extinción y que en 30 años la mayoría de las personas serán freelance debido a que se tendrán que saber buscar sus oportunidades profesionales, en realidad la mayoría de las personas hace caso omiso a esto. Siguen pensando que podrán seguir trabajando en sus misma profesión y, si es factible, en su misma compañía. Para comprobarlo os lanzo las siguientes preguntas ¿a cuántas personas conocéis que cambien de trabajo cada 1 o 2 años? ¿Cuántas personas conocéis que se fuesen de su trabajo sin tener otro? ¿Cuántas personas conocéis que decidiesen emprender su propio proyecto? La verdad es que supongo no serán muchos. Personalmente, conozco a algunos pero no es lo habitual.
Muchas personas “viven” en trabajos en los que están sometidos, aburridos, desmotivados y asqueados. Siguen ahí, a pesar de que sus responsables o empresas les hagan la vida un poco más imposible. Estas personas se quedan con la toxica frase “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Dan por hecho que cualquier cambio puede ser a peor.
Debemos de invertir recursos en concienciar a nuestra sociedad de la cultura del riesgo y del esfuerzo. Me sorprende ver como todas las reformas educativas no contemplan una asignatura que desarrolle la competencia de innovación. Innovar supone enseñar a las personas a que siempre existen otras opciones, a no rendirse sin luchar, a que el esfuerzo al final tiene su recompensa y que la acción, al final, conlleva evolución. El mayor enemigo para la innovación es el conformismo.
Conozco pocas organizaciones que permitan en serio a sus trabajadores crear nuevos proyectos dentro de la compañía, es decir, mejorar procesos, lanzar nuevos productos, probar cosas diferentes, dedicar parte de su tiempo de trabajo a investigar. El gran problema es que se quieren resultados inmediatos. No arriesgarte hoy en día supone que dentro de 5 años tu empresa pueda estar cerrada por no intentar otras opciones. A la cabeza me viene el caso de Nokia, que fue el número uno en móviles, hasta que los Smartphones le eclipsaron al dejar de ser un teléfono y ser un miniordenador.
Todo riesgo ha de tomarse con cabeza, por eso siempre va bien no poner todos los huevos en la misma cesta. Es necesario que se exploren diversas opciones y/o planes para seguir con los que tengan la evolución esperada o deseada.
Podemos decir que la globalización, la digitalización, el cambio constante y la adaptación permanente son imparables. Ya no nos vale una transformación empresarial sino que se requiere que sea una evolución de la sociedad en sus diferentes escenarios.
Tristemente, vemos como no hemos aprendido nada de la gran crisis que sufrimos en España desde el 2008. Ya hemos mejorado y vemos como caemos en los mismos errores. Seguimos siendo un país que dependemos en exceso del sector del ladrillo. Con la recuperación económica, hemos vuelto a ver como las grúas elevan edificios, como en aquellos tiempos de bonanza. Desde entonces, no hemos visto grandes cambios en emprendimiento. Si no aprendemos de los errores los volveremos a cometer y sus consecuencias serán aún peores. Existen sectores en auge como las energías renovables, la industria 4.0 y otros muchos. Debemos diversificar los sectores existentes en nuestro país para no depender solamente de uno. Claro que el sector del ladrillo debe existir, aunque regulándolo y evitando la especulación.
Ya llegamos tarde para casar la oferta y la demanda en el mercado laboral español. Todos los años, siguen saliendo miles de egresados que, con suerte, tendrán un trabajo precario y, sin ella, irán al desempleo. Existen perfiles profesionales que se quedan sin cubrir porque las empresas no encuentran a personas adecuadas para desempeñarlos. Esto lleva ocurriendo tiempo, ¿Por qué motivo no se adaptan los planes de estudios universitarios y/o de formación profesional? Se deben tener en cuenta las salidas profesionales de las diferentes titulaciones. La vocación es necesaria sabiendo que tendrán salidas. Es increíble que muchos estudios de grado superior aun no tengan formación en nuevas tecnologías, programación y/o competencias digitales.
Para avanzar ya va siendo hora que todos rememos en la misma dirección en la innovación y el desarrollo. La innovación es el futuro de un país y de sus personas.
Es triste ver como investigadores con carreras brillantes tienen que irse de España por no tener opciones mientras que otros sin oficio y beneficio se buscan el camino para salir exitosos. Su mérito tiene, claro, pero ¿qué calidad de trabajo ofrecen?
Hoy en día, vemos que los y las jóvenes quieren ser el día de mañana influencers. Y es que como todo en este mundo, se quiere el éxito sin hacer nada o tan apenas esfuerzo. Vivimos en la sociedad de la inmediatez y esto puede tener su peligro.
Estamos aún a tiempo de revertir este desastre, aunque para ello tenemos que cambiar y pegar un giro de 180º en muchas de nuestras políticas de gestión de la innovación.
¿Por qué motivo no está de moda innovar?
Fuente imágenes: propiedad de Juan Martínez de Salinas