Todos soñamos con trabajar el menor tiempo posible. Son muchos los que llegada la tarde del domingo sufren un malestar generalizado porque no quieren que acabe el fin de semana. A veces viene generado por el agotamiento que nos produce nuestro trabajo. Si algo no te gusta, tienes que hacer algo para cambiarlo. Aunque no podemos negar que, aunque disfrutes con tu profesión, empresa o proyecto, tras un período de desconexión, cuesta retomar el ritmo.

Hace unos días, leí un artículo donde se planteaba la posibilidad de implementar la jornada laboral de 4 días. En España aún estamos muy lejos. En el ámbito empresarial, aun se asocia de forma más o menos generalizada que pasar más horas en el trabajo supone ser más trabajador y por ende más productivo. Esta es una visión subjetiva de la productividad. Sobre todo, es una postura caduca, habitual en muchas cúpulas directivas.

Para determinar si las personas nuestras organizaciones son productivas debemos medir de forma objetiva lo que aportan. Tenemos que visualizar si han cumplido sus objetivos, si han llegado a los resultados esperados, si han aportado valor a la organización o a los clientes. Es muy triste tener a personas pasivas trabajando, esperando que se les diga aquello que tienen que hacer. Aunque no podemos negar que a las personas les gusta endosar la responsabilidad a sus responsables directos. También es cierto que las directrices sobre los objetivos, hacer seguimiento de cumplimiento y ayudar a conseguirlos es una tarea del responsable de esos equipos de personas. Todos, al final, sabemos bien qué es lo que tenemos que hacer en nuestro trabajo y qué no; otra cosa es que realmente lo hagamos.

Cualquier empresa debería plantearse la siguiente pregunta: ¿Por qué no es posible implementar la jornada de 4 días laborables a la semana? El primer cambio supone dejar a un lado las creencias, prejuicios, juicios de valor y opiniones subjetivas sobre este tema. Tendemos a defender algo o a criticar por la opinión personal, si tener los argumentos bien fundados.

La realidad de nuestra sociedad es que las personas cada vez quieren mayor flexibilidad en sus jornadas, lugar de prestación de su trabajo y forma de realizar su trabajo. Las personas valoran cada vez más su tiempo y la posibilidad de conciliar su faceta profesional, personal y familiar. Cuanto más contentas las tengamos, mejor desempeñarán su trabajo. Por el contrario, si no están contentas se resiente su productividad, el trato prestado al cliente y su motivación.  Muchas empresas dan por hecho que, simplemente por tener un trabajo, sus trabajadores ya están contentos, satisfechos y realizados.

Las empresas deben valorar de qué forma los clientes a los que se dirigen tienen sus necesidades cubiertas. Según el mercado con el que se trabaje, surgen desequilibrios. Para nosotros, el domingo no se trabaja de forma generalizada pero en otras culturas sí. Si aplicamos una jornada de 4 días en un entorno europeo pero con enfoque en los países árabes, quizás estemos empeorando el servicio que damos. Es por ello que la flexibilidad será esencial para, de hacerlo, tener éxito.

Lógicamente la flexibilidad y libertad para desempeñar tu trabajo desde cualquier lugar, tiene que ir vinculado al tipo de trabajo que tengas asignado. Algunas tareas o funciones son complicadas poder realizarlas en formato teletrabajo.

Implementar jornadas de 4 días laborables a la semana tiene que ir asociado a rendimiento, productividad, cumplimiento y efectividad. Si lo asociamos a estar en un trabajo X horas a cambio de determinado salario asociado, no ganamos nada. En algunos casos, el que ciertas personas no fuesen de forma presencial a sus puestos de trabajos no se notaría en exceso, si valoramos productividad real o trabajo ejecutado. Se debe asociar el trabajo al valor aportado y ofrecido, no al intercambio de tiempo por dinero. Lo que debe importar es lo que hace esa persona durante ese tiempo asociado a su jornada laboral, que alcance los resultados esperados, que consiga que los clientes estén contentos, que sepa resolver las quejas, que atienda con calidad, que saque los pedidos a tiempo, que asuma su responsabilidad cuando algo que depende de él no funciona etc. Es decir, debe importar menos el tiempo invertido de forma presencial, mientras que debe primar lo ejecutado, lo conseguido y lo aportado. No sería la primera vez que realmente se sabe lo valiosa que es una persona dentro de una organización, cuando comunica que se va. Esto se traduce en que esa organización no tiene datos reales del valor, de la productividad y de lo que aporta cada persona dentro de esa compañía. Las personas necesitan saber, percibir y sentirse valoradas por sus empresas. Esto, en más de una ocasión, tiene que ver con el reconocimiento, con las palabras de agradecimiento y no tanto con el salario percibido. Normalmente, solo comunicamos lo que se debe mejorar y lo que se hace bien se omite. Esto desmotiva.

Entiendo que las empresas tengan reticencias para implementar este tipo de medidas. No obstante, siempre recomiendo empezar por una prueba piloto durante un tiempo representativo para poder comparar lo hecho hasta ese momento y lo que aportan estas nuevas experimentaciones. Nos llevaremos sorpresas.

Muchas empresas son inflexibles sin preguntar ni escuchar a sus personas. Cuántas personas tienes dos horas o más para comer, cuando preferirían comer en mucho menos tiempo, teniendo la opción de salir antes o de poder desempeñar parte de su trabajo de forma flexible en horario o lugar de desempeño. Como siempre se ha hecho así, algunas direcciones corporativas se niegan a cambiar reglas, políticas y procesos. Debemos mirar por el interés de nuestro cliente externo y también de nuestro cliente interno (empleados). Es buscar un equilibrio. Será conveniente, además, escuchar a tus personas y en función del resultado, tomar las mejores decisiones para todas las partes implicadas. Es cuestión de buscar el consenso. Al final, el hecho de que tus personas estén contentas repercute de forma directa en la productividad.

Este problema es muy cultural, asociado a tradiciones y costumbres. Lo asociamos a que siempre ha sido así y a que hay mucho caradura que puede cobrar por no trabajar. Indudablemente, el control de resultados será esencial para hacer que este tipo de trabajo sea beneficioso. No podemos negar que la sociedad actual nada tiene que ver con la existente en aquellos tiempos en que se implementaron este tipo de medidas.

¿Qué argumentos a favor y en contra tienes para la jornada laboral de 4 días a la semana?

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