Los comienzos en la formación son complicados para los formadores noveles porque siempre tienen ese gusanillo en el estomago que les hace estar nerviosos y a la vez ansiosos por responderse a las preguntas de ¿Estarán de acuerdo con los objetivos de esta acción? ¿Cuáles serán sus intereses o motivaciones en la misma? ¿Qué nivel de conocimientos aportan? ¿Los contenidos cumplirán sus expectativas?
Estas y otras muchas preguntas asaltan a los formadores porque no olvidemos que la gran mayoría de ellos, hasta el primer día de curso, no conocen a los alumnos ni han intervenido en su selección, por lo que desconocen qué objetivos, inquietudes tendrán los alumnos y deberán ir adaptándose a ellas conforme vayan conociéndose. Ante todo, un formador debe mantener la calma y saber llegar el primer día a los alumnos, estableciendo un diálogo directo con ellos para identificar sus necesidades e inquietudes para esta acción formativa y luego ver si sus objetivos coinciden con los del curso.De no ser así, siempre podéis adaptarlos porque en la formación la flexibilidad es vital.Los alumnos también tienen dudas en los comienzos de una nueva acción formativa sobre todo cuando son trabajadores con cierto bagaje profesional porque su época de estudiantes ya paso y muchos de ellos piensan que ya poco les queda por aprender. Estos se preguntan en los comienzos ¿Qué hago aquí? ¿Mi trabajo va a depender de lo que haga en el curso? ¿Van a estar evaluándome todos mis movimientos y palabras? ¿Por qué hago yo esta formación y no mi otro compañero?
Todo formador deberá transmitir tranquilidad y hacer ver a todos los alumnos que ahí están para aprender y si la selección está bien realizada, todos tendrán conocimientos similares. Tampoco será malo si el grupo dispone de personas que saben algo más, pues puede motivar al grupo y aumentar el nivel además de permitir que los demás puedan aprender de las experiencias de los que tengan mayores conocimientos.
Pero los formadores tienen que ser conscientes de que los alumnos igualmente tienen muchos miedos e ideas preconcebidas del tipo “tengo claro que esta formación no sirve para nada” “no sé qué debo decir” “¿Qué me va a enseñar este profesor a mis años?” “no me gusta hablar ante desconocidos” y muchas otras cosas…
Creo firmemente que no hay nada de malo en investigar nuevos horizontes, y dar una oportunidad a que entren nuevos conocimientos y los podamos adaptar a nuestro trabajo porque realmente aporten una utilidad. Para ello, será fundamental estar motivado desde el principio y tener interés en aprender.
Los comienzos son vitales para conseguir enganchar a los alumnos y ver qué ocurre con aquellos que ponen trabas, para intentar reconducirlos siempre que ellos pongan de su parte.
Un formador necesita ser adaptable para causar interés y llegar a todos los participantes, cambiando constantemente de registro y buscando nuevas técnicas y herramientas que hagan que sus alumnos aprendan y que sigan investigando, aplicando lo enseñado en vuestras sesiones.
Los alumnos deben de percibir porque así se lo sabéis transmitir que los objetivos de esa acción formativa coinciden con sus objetivos personales y que no queden en el olvido. Muchas veces los formadores se olvidan de que su objetivo no “es soltar el rollo”, sino que deben trasmitir determinadas materias de una forma adecuada para llegar al publico concreto que tienen en cada momento y eso debe preocuparles si creen en lo que hacen.
Muy buenas;
Me encanta que subrayes que el ajuste de la formación a los objetivos de los asistentes depende también del formador. Por mal planificada que esté una acción formativa, incluso si los alumnos están allí contra su voluntad y no quieren ni oir hablar del asunto, es casi imposible que no se pueda establecer alguna relación directa con sus intereses, de un modo u otro.
Por otro lado, creo que es fundamental hacer un sondeo inicial en este sentido. Lo normal es que los asistentes estén deseando que la formación salga bien, sea útil, aunque no confíen mucho en ello. Así que de entrada los tenemos ganados 🙂
Saludos,
DF
Hola DeFormador,
Gracias por participar.
Por supuesto, el formador en mayor o menor medida influye en que los objetivos de los alumnos se ajusten a la materia impartida. El formador tiene que saberse adaptar a las necesidades de los alumnos. Siendo flexibles tenemos bastante ganada de cara a llegar a nuestros alumnos.
Es vital comunicarse inicialmente sobre las inquietudes de cada alumno y después aunarlas todas en beneficio de la acción formativa y del aprendizaje mutuo.
Saludos,
Juan
A mi también me parece fundamental la necesidad de conocer las motivaciones de los alumnos en el curso. Esto permite dirigir y flexibilizar el programa a impartir.
Adicionalmente, creo que la figura del formador como persona que aprende de los alumnos debe tenerse en cuenta.
Esta oportunidad de formar a unas personas con unas necesidades concretas le permitirá investigar cómo hace la formación y cómo mejora la formación día a día.
Saludos
Manuel
Hola Manuel,
Gracias por participar.
El conocer los intereses de los alumnos en la acción formativa nos permite centrarnos y saber donde debemos enfocarnos con mayor énfasis.
Por supuesto, los formadores también aprenden durante la formación muchas cosas provenientes en de los alumnos a nivel de vivencias, puntos de vista, reflexiones, etc.
Saludos,
Juan
Juan: en ti post hay demasiados «deben». Es muy fácil decir lo que otros deberían hacer; lo que no veo es algunos «cómose hace»
Saludos, Clara
Hola Clara,
Gracias por pasarte y participar.
Por supuesto, hablar es muy fácil. implemente aconsejo pautas que considero que pueden ayudar.
Tendré en cuenta para futuros post determinar como se puede hacer aunque no olvidemos que las cosas se pueden abordar de muchas formas diversas.
Saludos,
Juan