Muchas más personas de las que se piensa esperan el «día perfecto» para comenzar un cambio significativo que transforme sus vidas por completo. Sin embargo, los días, las semanas, los meses e incluso los años transcurren, y siguen esperando, porque siempre surgen circunstancias, problemas y obstáculos, algunos propios y otros ajenos. Al final, la diferencia radica en que quienes realmente desean hacer algo, lo hacen; buscan la manera de lograrlo a pesar de las dificultades que puedan presentarse.
Conozco a personas que se limitan a quejarse de manera constante, incluso cuando ha pasado mucho tiempo sin verlas. Esta actitud resulta agotadora. Es evidente que nadie resolverá nuestros problemas por nosotros. La única certeza es que, si no se intentan nuevas acciones, todo seguirá igual. La clave está en tomar medidas que nos saquen de esa situación. Un paso puede llevar a otro, pero es necesario intentarlo. Es innegable que las circunstancias pueden ser muy complicadas y que el camino no es fácil. Uno puede justificarse con mil excusas que resulten convincentes, pero la verdadera pregunta es: además de quejarse, ¿Qué acciones concretas se están tomando para salir de esa situación?
Por supuesto, actuar no garantiza el éxito inmediato. Sin embargo, es precisamente la acción la que genera nuevas oportunidades y resultados distintos. Se trata de ser constante y de perseverar en la consecución de aquello que se considera merecido. El problema radica en que muchas personas intentan algo una sola vez, durante un breve período, y esperan resultados milagrosos. Ojalá todo fuera así de sencillo, pero la realidad demuestra que la vida exige esfuerzo, sacrificio y trabajo continuo. Es cierto que en ocasiones el éxito puede llegar sin gran dedicación, pero esto no es lo habitual. Tampoco es recomendable dejarse engañar por quienes narran historias de triunfos instantáneos, omitiendo los detalles menos atractivos sobre el tiempo invertido, los sacrificios realizados y las decepciones acumuladas.
Las personas que logran sus objetivos son aquellas que hacen lo mejor que pueden con los recursos disponibles, aunque estos no sean los ideales. Lo importante es comenzar y explorar hasta dónde se puede llegar, incluso si hay carencias. Se trata de adoptar una actitud proactiva, enfocándose en las posibilidades y en lo que sí se puede hacer con los medios actuales, en lugar de centrarse en lo que falta. Existen innumerables casos de personas con acceso a todos los recursos necesarios que no logran sus metas, pues disponer de medios no garantiza el éxito.
El problema es que muchas personas repiten patrones que no les han dado buenos resultados. Siguen estrategias impersonales, estandarizadas y carentes de esfuerzo real, lo que las aleja de su objetivo. Es fundamental explorar nuevas formas de actuar que resalten el valor profesional y aquello que cada individuo puede aportar.
Por ejemplo, muchas personas ven una oferta de empleo en un portal, envían su candidatura de manera automática y esperan ser contactadas. Si son descartadas, no hacen nada más y esperan a que se publiquen nuevas ofertas similares. Sin embargo, ¿por qué no intentar llegar al proceso de selección por otros medios? Como dice el refrán, «quien la sigue, la consigue». Si se considera que se encaja en un puesto, hay que luchar por tener la oportunidad de demostrarlo. No obstante, pocas personas se atreven a intentarlo de manera diferente, aunque muchas lo piensen. La diferencia radica en la acción.
Es fundamental diseñar una estrategia para destacar en la búsqueda de empleo, en una promoción interna dentro de una empresa, en el proceso de emprendimiento, en la presentación de un proyecto innovador o en cualquier otro ámbito. Si se opta por lo fácil y lo estándar, se pasará desapercibido entre la multitud.
Muchas personas evitan asumir riesgos, cuando en realidad es necesario tomar ciertos riesgos controlados para descubrir nuevas oportunidades. Solo se vive una vez, y el momento de actuar es ahora. Si los métodos anteriores no han dado resultado, hay que intentar algo diferente. Cada intento fallido es solo una forma más de comprobar lo que no funciona. La pregunta es: ¿Cuántas otras maneras existen de alcanzar ese objetivo tan anhelado?
Algunas personas afirman que no pueden hacer nada distinto, pero esta es una postura cómoda. Siempre existen nuevas maneras de afrontar los retos, solo es cuestión de detenerse a reflexionar.
Los pasos clave para asumir riesgos de manera estratégica son los siguientes:
- Sustituir la mentalidad de confort por una de aprendizaje: Reconocer que el riesgo no es un enemigo, sino una oportunidad para innovar y crecer. La complacencia solo perpetúa los problemas actuales.
- Definir un plan mínimo viable: Probar nuevas ideas a pequeña escala antes de implementarlas por completo. Esto reduce el temor al fracaso y permite aprender sin comprometer grandes recursos.
- Medir y ajustar sobre la marcha: Abordar los riesgos como experimentos controlados, evaluando los resultados y adaptando la estrategia según los aprendizajes obtenidos.
- Buscar aliados dentro y fuera de la organización: Convencer a personas clave para que respalden la propuesta, aumentando así las posibilidades de éxito.
- Aceptar el fracaso como parte del proceso: Comprender que no todos los intentos serán exitosos, pero cada fracaso representa una lección valiosa que acerca a la solución adecuada.
Un ejemplo práctico de esta mentalidad es el caso de Javier. Trabaja en una empresa de retail que ha visto cómo sus ventas en línea se estancan, mientras sus competidores avanzan con estrategias más innovadoras. Sus superiores insisten en invertir en campañas tradicionales, como descuentos masivos y publicidad genérica, pese a que estas tácticas no están dando resultados.
Javier identifica que los consumidores buscan experiencias de compra personalizadas y modernas. En lugar de seguir en la misma línea, propone utilizar inteligencia artificial para analizar el comportamiento de los usuarios y ofrecer recomendaciones personalizadas. Además, sugiere probar estrategias como ventas en vivo y promociones exclusivas para clientes interactivos.
Para reducir riesgos, plantea un piloto de bajo costo:
- Implementar la personalización en una sola categoría de productos.
- Organizar un evento de venta en vivo con descuentos exclusivos.
- Medir el impacto en métricas clave como la tasa de conversión y el tráfico web.
Aunque algunos colegas dudan de su propuesta, Javier logra convencer a la dirección con proyecciones realistas. El resultado del piloto es sorprendente:
- Las ventas en la categoría personalizada aumentan un 40% en un mes.
- El evento en vivo atrae a más de 5,000 espectadores y aumenta un 20% el tráfico web.
- Los clientes valoran la experiencia como «única y atractiva».
Gracias a su iniciativa, la empresa no solo supera el estancamiento, sino que adopta una mentalidad más innovadora, expandiendo la personalización y las estrategias digitales.
Si Javier hubiera seguido apostando por lo conocido, los resultados habrían permanecido iguales. Solo al atreverse a innovar logró abrir nuevas puertas y posicionar a su empresa de manera competitiva.
Tomar riesgos puede ser un desafío debido al miedo al fracaso, la comodidad de lo conocido, la inseguridad personal y el esfuerzo que implica innovar. Sin embargo, el verdadero riesgo está en permanecer inmóviles. Asumir el fracaso como parte del aprendizaje y centrarse en el impacto positivo permite superar las barreras.
En definitiva, aunque arriesgarse implique incertidumbre, también abre oportunidades que de otro modo permanecerían cerradas. Permanecer en la zona de confort puede parecer seguro, pero solo al explorar nuevas posibilidades se descubre el verdadero potencial. ¿Qué estás dispuesto a intentar hoy para transformar tu futuro?
Todas las imágenes han sido creadas con inteligencia artificial, concretamente con la herramienta https://openai.com/index/dall-e-3/