Empieza el año, y seguro que hay muchos que han hecho su lista de propósitos del año (que muchos olvidan a las pocas horas). Y seguro que, por desgracia, habrá quienes estén en búsqueda trabajo.

Quiero creer que cada vez quedan menos personas que piensen que quienes están sin trabajo es porque quieren. A quienes piensen así, los pondría directamente en esa situación, para que experimenten lo que significa buscarse la vida y puedan comprobar que encontrar un nuevo empleo no es tan sencillo como parece, aunque crean que lo harían fenomenal. Pero no seamos vengativos.

La vida está compuesta de etapas y circunstancias que todos enfrentamos tarde o temprano. Algunas serán positivas, otras transformadoras, y algunas más difíciles, pero todas tienen algo en común: llegan, las vivimos y, eventualmente, pasan.

Es importante dejar de usar expresiones como “estoy desempleado” incluso cuando nos encontramos sin trabajo. Este término transmite una sensación de pasividad o falta de acción, como si no estuviéramos haciendo nada en nuestra vida profesional. En realidad, esta etapa implica todo lo contrario: es un momento de gran actividad. Es el tiempo de formarnos más que nunca, de intentar nuevas cosas, de ser proactivos en la búsqueda de oportunidades, de retomar planes profesionales que dejamos postergados, de reinventarnos, de asumir riesgos calculados, de desarrollar nuevas competencias, de explorar giros en nuestra carrera, de conectar con nuevas personas, de retomar relaciones olvidadas y de realizar todo aquello que nos ayude a encontrar un nuevo proyecto profesional lo antes posible.

Prefiero expresiones más positivas como “estar en búsqueda activa de empleo” o “buscar nuevos proyectos profesionales”. Además, estar en esta situación no siempre implica que no tengamos un trabajo actual. Muchas veces, podemos decidir buscar algo nuevo porque creemos que merecemos algo mejor, queremos un desarrollo profesional que nuestra empresa no puede ofrecernos o simplemente sentimos que es el momento de cambiar de rumbo.

Debemos desterrar la idea de que quedarnos sin proyecto profesional es sinónimo de falta de talento o valía. Todos tenemos habilidades, competencias y un aporte valioso que ofrecer al mundo laboral. Si tu empresa decide prescindir de tus servicios, las razones pueden ser muchas: diferencias culturales, incompatibilidad de caracteres, cambios en los proyectos, reestructuraciones, dificultades personales que afectaron tu rendimiento, entre otras. Ninguna de estas razones invalida tu talento ni tu capacidad para contribuir en otro lugar. No todas las personas encajan en todas las empresas, ni todas las empresas son adecuadas para todas las personas. Es esencial creer en nuestras posibilidades profesionales porque, al final, somos nuestra única constante a lo largo de nuestra carrera.

Además, la duración en un trabajo no es un indicador absoluto de talento o valía profesional. Una persona puede cambiar de proyecto cada dos años y aportar mucho valor, mientras que otra, con una década en el mismo lugar, puede estar estancada. Por supuesto, también hay quienes, tras años en una organización, siguen dando lo mejor de sí mismos. Cada situación es única, y cada persona elige lo que considera mejor para su vida.

Tampoco debemos permitir que ningún trabajo esté por encima de nuestra salud mental o bienestar. Es vital establecer límites claros para evitar abusos en los entornos profesionales. Más allá de tener o no empleo, somos mucho más que nuestro trabajo. Somos personas, con un propósito vital, y debemos asegurarnos de dejar una huella significativa en la vida de quienes nos rodean.

Es cierto que perder un empleo nos deja sin nuestra fuente principal de ingresos y, aunque tengamos una prestación por desempleo, ésta es limitada. Esto nos obliga a replantearnos muchas cosas y, a veces, puede hacernos dudar de nuestra valía profesional. Pero también es una oportunidad para reflexionar y decidir qué queremos hacer con nuestra vida. Nunca es tarde para cambiar, aunque ese cambio requiera esfuerzo y sacrificio.

Cualquier cambio da pereza. Pero no podemos vivir gobernados por la pereza. Tenemos que salir al mundo y demostrar que estamos activos, que somos válidos como para entrar en la organización a la que pongamos el foco, y que somos el mejor candidato para la empresa. Si residimos en la negatividad, en el pesimismo… hay que tener en cuenta que también lo transmitimos cuando estamos en contacto con la empresa y nadie quiere en sus filas a alguien que no es positivo.

Recuerda, no eres solo tu trabajo. Existen muchas oportunidades profesionales; solo debemos mantenernos activos para encontrarlas. Estas no llegan por arte de magia, sino porque mostramos nuestra valía a las personas y organizaciones que saben apreciarla. Así que hablemos con propiedad: estamos activos profesionalmente, ya sea trabajando o buscando nuevos retos. El éxito no llega sin acción. Debemos intentarlo, probar, y crear oportunidades para que las cosas sucedan.

Fuente imágenes utilizadas https://pixabay.com/es/  y una de las imágenes ha sido creada con inteligencia artificial, concretamente con la herramienta https://ideogram.ai/