Concepto: Para no tener que trabajar en los próximos años de tu vida, dedica tus esfuerzos a aquello que te gusta y/o apasiona. Así, evitarás quejarte durante el resto de tu vida laboral.

Aclaración: Este es mi mensaje como influencer súper top del 2025.

El concepto suena bonito, ¿Quién lo puede negar? Pero… ¿es realmente realista? Personalmente, estas afirmaciones me parecen bastante ingenuas, ya que idealizan en exceso el trabajo. Se olvida que, por mucho que te guste o motive tu profesión, siempre habrá altibajos: temporadas y momentos excelentes, pero también otros pésimos. Además, el entorno laboral juega un papel crucial. Conozco a muchas personas a las que les encanta su rol, pero detestan la empresa en la que lo desempeñan actualmente.

Lo primero que debemos aceptar es que todos trabajamos por dinero, para vivir de la mejor manera posible. Otra cuestión es cómo cada persona prioriza sus intereses en función de sus circunstancias. Para algunas, el salario no será lo más importante, y pueden valorar otros aspectos, aunque no cabe duda de que el dinero siempre importa. También es fundamental que exista un equilibrio entre lo que se te exige y lo que recibes a cambio. Cuando ese balance se rompe, rara vez termina bien.

La mayoría de las personas, incluso tras elegir unos estudios específicos, no tienen claro a qué quieren dedicarse. Salvo excepciones con una vocación cristalina, muchos seguimos el camino del «prueba y error». En mi caso, me guie por intuición y por las oportunidades que se iban presentando. Si un rol no me encajaba, reajustaba y cambiaba. Poco a poco, te especializas en algo, y cuando menos lo esperas, encuentras ese rol que realmente disfrutas. A veces cambias de proyecto u organización, porque hay cosas que simplemente no encajan y sabes que no van a cambiar.

El otro día hablaba con unos amigos sobre un tema que me preocupa desde hace tiempo. Pensaba que era solo yo quien lo percibía, pero ellos también lo notan. Ahora, en cualquiera de las cuatro generaciones presentes en el mercado laboral, hay más personas de las que me gustaría que, independientemente de su rol, dicen que no quieren hacer ciertas tareas porque no les gustan, no les motivan o no quieren hacerlas. Exigen realizar únicamente lo que les agrada y, si no, amenazan con irse. Lo cierto es que bastantes miembros de la generación Z no dudan en abandonar un empleo, aunque lleven apenas cuatro días, si el trabajo no les gusta.

Déjame decir algo, aunque quizás no sea lo que quieres escuchar: incluso si amas tu trabajo, siempre habrá tareas que te motiven más y otras que detestes, pero todas forman parte del paquete. Personalmente, prefiero empezar con las tareas que menos me gustan o que más pereza me dan, para quitármelas cuanto antes. O bien, las alterno con las que disfruto más, buscando ese equilibrio tan necesario entre lo vital y lo laboral.

Algunas personas justifican su rechazo a ciertas tareas argumentando que no están incluidas en su descripción de puesto de trabajo. Sin embargo, estas descripciones suelen ser muy genéricas, ya que en las organizaciones es necesario sacar adelante el trabajo, siempre de acuerdo con la categoría profesional asignada y el salario correspondiente. Es lógico que, a mayor salario, se asuman tareas más complejas.

Es cierto que nadie nace sabiendo, pero debemos buscar la manera de aprender y adaptarnos, porque algunas personas esperan recibir todo hecho y explicado al detalle. Contamos con conocimientos y competencias que debemos aplicar para resolver las situaciones que surgen en el entorno laboral, desempeñando nuestro rol.

Por supuesto, las organizaciones y sus empleados deben ser pacientes con quienes están comenzando, permitiéndoles familiarizarse con la empresa, sus protocolos y dinámicas. No podemos esperar que alguien sea totalmente autónomo y resolutivo tras solo llevando unos días en la empresa, por muy experimentado que sea en puestos similares. Cada empresa es un mundo, y aunque el rol sea el mismo, las diferencias pueden ser significativas.

Por eso, es importante evitar idealizar el trabajo y generar expectativas irreales. Cada experiencia laboral es única y debemos permitirnos descubrirla sin prejuicios. Es natural preferir las vacaciones al trabajo, y regresar a la rutina laboral puede ser difícil, incluso si disfrutas tu empleo. La clave está en adoptar una actitud flexible y relativizar las situaciones laborales.

Todos enfrentamos tareas que preferiríamos evitar. Pueden parecer aburridas, complicadas o poco motivadoras. Sin embargo, ¿y si las vemos como oportunidades para crecer? A veces, el problema radica más en nuestra percepción que en la tarea en sí. Antes de descartarlas como algo negativo, es útil reflexionar:

  1. ¿Por qué no me gusta esta tarea?
    • ¿Es aburrida, difícil, repetitiva o carece de sentido para mí?
    • ¿Hay algo concreto que detesto o es una aversión general?
  2. ¿Qué impacto tiene en mi equipo o empresa?
    • ¿Contribuye a un objetivo mayor?
    • ¿Facilita el trabajo de otros?
  3. ¿Puedo mejorar mi enfoque?
    • ¿Existen herramientas o técnicas para hacerla más llevadera?
    • ¿Es posible pedir ayuda o delegar partes de la tarea?
  4. ¿Qué puedo aprender de esta actividad?
    • ¿Desarrolla habilidades útiles?
    • ¿Ofrece una nueva perspectiva o entrena mi paciencia?
  5. ¿Estoy sobre pensando esta tarea?
    • ¿Es realmente tan mala como creo?
    • ¿Cuánto tiempo pierdo quejándome en lugar de terminarla?
  6. ¿Cómo puedo hacerla más llevadera?
    • ¿Puedo dividirla en pasos pequeños?
    • ¿Escuchar música o un podcast mientras la realizo?
  7. ¿Qué pasaría si no la hiciera?
    • ¿Cuáles serían las consecuencias para mí o mi equipo?
    • ¿Es algo que realmente puedo ignorar?
  8. ¿Cómo encaja en mi desarrollo profesional?
    • ¿Es un paso hacia algo más importante?
    • ¿Es una oportunidad disfrazada de incomodidad?
  9. ¿Qué actitud puedo cambiar hacia esta tarea?
    • ¿Y si la tomo como un reto o un juego?
    • ¿Puedo reconocerme el esfuerzo al completarla?
  • ¿Cómo comunicarlo a mi jefe o equipo?
    • Si es insostenible, ¿puedo plantear soluciones concretas?
    • ¿Podría proponer un enfoque o una redistribución diferente?

Por supuesto, si encuentras que disfrutas menos aspectos de tu trabajo que los que te desagradan, puede ser el momento de plantearte un cambio o buscar nuevas motivaciones. Redescubrir formas de realizar tus tareas o asumir nuevos retos profesionales puede renovar tu entusiasmo y permitirte evolucionar. Es normal que, tras mucho tiempo en el mismo rol, algunas tareas se vuelvan monótonas, pero siempre podemos buscar maneras de hacerlas más interesantes y desafiantes.

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