Hace unos años, Javier, un joven ambicioso de la vieja escuela, tenía un objetivo claro: alcanzar el éxito profesional a toda costa. Desde muy temprano en su carrera, Javier se propuso llegar a la cima de su industria, y para ello, estaba dispuesto a sacrificar todo lo demás. Trabajaba largas horas, aceptaba cualquier proyecto que le asignaran y, rara vez, tomaba un descanso. Su vida personal quedó en segundo plano: las reuniones familiares se volvieron infrecuentes, las amistades se enfriaron y su salud comenzó a deteriorarse. Para Javier, el sacrificio era el precio del éxito y estaba convencido de que era la única manera de alcanzar sus metas.
Tras años de esfuerzo incesante, Javier, finalmente, logró lo que siempre había deseado: el puesto de sus sueños en una empresa de renombre. Sin embargo, cuando llegó allí, se dio cuenta de que algo faltaba. A pesar de todo lo que había ganado en términos de reconocimiento y posición, se sentía agotado y desconectado de la vida fuera del trabajo. Su éxito profesional no podía llenar el vacío dejado por las áreas de su vida que había descuidado durante tanto tiempo.
Por otro lado, tenemos a Ángel, un joven de una generación más reciente, que creció observando las experiencias de personas como Javier. Ángel también tiene aspiraciones y ambiciones, pero su enfoque es diferente. Para él, el éxito no se trata solo de lo que se logra en el trabajo, sino de encontrar un equilibrio entre la vida personal y profesional. Ángel sabe que todos los trabajos tienen sus aspectos positivos y negativos y que ninguna posición es perfecta. Por eso, en lugar de sacrificar todo por su carrera, Ángel se esfuerza por mantener un balance.
Ángel trabaja duro y se compromete con sus responsabilidades profesionales, pero también se asegura reservar tiempo para sus seres queridos, para sus pasatiempos y para cuidar su salud. Él exige lo mejor de sí mismo en el trabajo, pero no a costa de su bienestar personal. Entiende que un verdadero éxito es aquel que le permite disfrutar de cada aspecto de su vida, sin sentirse abrumado o vacío.
La historia de Javier y Ángel nos recuerda que el equilibrio entre la vida personal y profesional es esencial. Mientras que en el pasado el sacrificio extremo se veía como un camino inevitable hacia el éxito, hoy en día sabemos que el verdadero éxito radica en encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar de lo mejor de ambos mundos, esforzándonos en todo, pero sin perder de vista lo que realmente importa.
Esta historia me sirve como punto de partida para tratar el controvertido tema del equilibrio entre la vida personal y profesional, que tanto juego me da. Normalmente, pasamos del blanco al negro en todos los temas vitales, descartando rápidamente la gama de grises y claroscuros que nos permitirían buscar cierto equilibrio en nuestra forma de pensar. En ocasiones, veo a gente con mucho periplo profesional a sus espaldas que lo da todo por el trabajo, dejando lo demás como algo residual; luego si su empresa pasa por un mal momento, no han dudado en deshacerse de ellos, sin importarles demasiado en la situación precaria en la que se queda, después de todo lo que ha dado por la empresa. Algunas personas no están dedicando el tiempo necesario a lo realmente importante y luego les penará. Tu familia y vida personal debe ser lo primero y el trabajo es importante, nos permite vivir, aunque nunca debemos darle más importancia que a esas facetas, aunque igual si intentar ponerlas niveladas.
También percibo como algunas personas que tienen poca trayectoria profesional, quieren todo para ya, sin esfuerzo y sacrificio. Quieren ser ascendidos llevando dos días, cuando aún no han demostrado de lo que son capaces y les queda mucho por aprender. Debes estar un tiempo prudencial en una empresa para conocer realmente cómo funciona y poder ver las cosas con perspectiva real. Está claro que todos tenemos derechos, aunque también nos conlleva ciertas obligaciones. No podemos olvidar que trabajamos para obtener unos ingresos que nos permitan vivir; a cambio, y como es natural, la empresa quiere unos resultados. Conozco gente que se ha ido a las tres semanas de llevar en una empresa, porque se aburría, porque le han hecho quedarse un día de forma puntual 15 minutos más de su horario. No debemos sacar las cosas de quicio.
Lógicamente la empresa nos paga por hacer un trabajo en X horas al día, a la semana… Debemos cumplir nuestro horario, haciendo que sea productivo ese tiempo. No puede pretender una empresa que hagamos cada día dos horas más y sin ser remuneradas o recompensadas. En ocasiones, algunas personas son muy productivas y el problema es que tienen mucha más carga de trabajo real, más del que pueden acometer en 8 horas de trabajo diario. Algunas cúpulas tienen la idea mal preconcebida de que trabaja más la persona que más horas está en la oficina, cuando para poder hacer esa afirmación de forma objetiva, se deben medir los resultados, para saber a qué dedica cada persona el tiempo que pasa en el trabajo.
La gente, para ser productiva, necesita desconectar del trabajo diariamente y tenemos que exigir que se respete nuestro tiempo libre porque, en ocasiones, se nos molesta por cosas que no son importantes ni urgentes, porque algunas personas no asumen que deben respetar los descansos de los demás. Por lo tanto, la cúpula directiva se debe concienciar y formar a toda su plantilla, en la necesidad de desconectar. Crisis en las organizaciones pueden surgir, aunque muy pocas veces, para tener que molestar a una persona fuera de su horario o en sus vacaciones. Lo que pasa es que mucha gente, cuando surge algo, va a lo fácil, molestar a la persona que saben que les pueden dar la solución rápidamente cuando se pueden buscar la vida.
Está claro que la empresa, debe intentar adecuarse a las necesidades de los diferentes tipos de personas que tiene, viendo sus circunstancias vitales, personales y sociales, aunque con ciertos límites. En ocasiones, las empresas dan por hecho que todas las personas que tienen determinadas circunstancias, no podrán o querrán hacer algo. Si una persona con dos hijos pequeños se presenta a un puesto de trabajo que exige viajar un 50% del tiempo, ya buscará la forma de organizarse para encontrar ese equilibrio vital que precisa, a pesar de que la empresa pueda ser algo flexible y tener medidas de conciliación.
Es cuestión de prioridades y de momentos vitales. Está claro que asumir puestos de responsabilidad nos suponen mejores condiciones salariales, pudiendo llevar mucha mejor vida, aunque eso conllevará la contrapartida de tener que asumir más responsabilidades y tomar muchas decisiones complicadas, que implicarán mayor flexibilidad horaria, porque va con el puesto y se te compensa con esas condiciones económicas inmejorables. Debes valorar si te compensa o no ese esfuerzo, si puedes dar cierta prioridad al trabajo una temporada, etc.
Lo que está claro es que debemos poner contexto a cada situación y saber lo que necesitan y esperan de nosotros en lo profesional, para dárselo, porque nos pagan por ello.
También te diré que una empresa y su cúpula no va a mirar por ti, dejándolo todo por mantenerte cuando deba despedir a gente, así que debes involucrarte y sacrificarte, pero hasta cierto punto, porque no vas a heredar la empresa. Además, si te sacrificas y lo das todo, debes ver que la empresa lo valore y recompense adecuadamente. Si solo se acuerda de ti tu empresa para darte más trabajo y para “emplumarte” marrones y se olvida de ti para lo bueno, es que te valora poco profesionalmente y quiere aprovecharse de ti en el ámbito profesional.
Todos tenemos que buscar esa empresa y trabajo que nos acepte tal y como somos, es decir, que quiera que brillemos siendo nosotros mismos, sin tenernos que sacrificar del todo, para conseguir encajar. Si tu empresa te exige ser otra persona en lo profesional que no eres, claramente no es tu lugar y es momento de seguir buscando tu trabajo, para no darte cuenta demasiado tarde. Asume que por mucho que te guste tu empresa y tu trabajo, tendrás políticas y condiciones mejorables, aunque las cosas más prioritarias para ti las cubra. Lo positivo debe ganar a lo mejorable. Lo digo porque algunas personas solo ven lo que les falta y no dan importancia a lo bueno que les proporciona esa organización. Tenemos que asumir que es un trabajo.
Ningún trabajo justifica perderse las fechas y momentos importantes con tu familia y amigos; a la larga, esto te pasará factura. Es importante que te des cuenta antes de que sea demasiado tarde. Sin embargo, entre esto y priorizar únicamente la vida personal y el ocio, existe un amplio margen de equilibrio que puedes aprovechar.
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