Hace unas semanas, en LinkedIn, publiqué una encuesta en la que preguntaba si rendirías más si tu trabajo fuera fijo y protegido hasta tu jubilación.

Fue una encuesta con una participación muy elevada; votaron más de 700 personas. El 46% de las personas que participaron votaron “sí”; el 31% de las personas que participaron votaron “no” y un 23% de las personas participantes votaron “depende”.

Me sorprenden mucho los datos. Soy de la opinión de que la productividad no debería ir asociada a que el trabajo sea fijo y tengas garantizado el trabajo hasta tu jubilación. Al final, todos comenzamos en todos los proyectos de forma temporal y cuesta hasta que te hacen fijo. Una vez fijo…  ¿se supone que rindes lo justo para cubrir los mínimos? Tener un contrato indefinido actualmente nos da una falsa seguridad, porque esos contratos se pueden rescindir mucho más fácil de lo que parece, por múltiples circunstancias. Así que por tener un contrato indefinido no debes dormirte en los laureles y debes seguir formándote, actualizándote, realizando tu trabajo con efectividad.

En mi caso, no puedo decir que haya rendido más o menos, o sido más productivo por la seguridad o estabilidad del proyecto. Siempre que me involucro en cualquier proyecto o actividad doy lo máximo de mí mismo. Creo que todos los que me conozcáis, estaréis de acuerdo. Si por alguna razón, no llevara la idea de dar lo mejor de mí, no tendría sentido que me embarcase en esa aventura.

Es verdad que, a veces, he trabajado en diversos proyectos que, tras un tiempo, me he dado cuenta que ya no era para mí (por diversas razones que no me gustaban o encajaban y sabía que no iban a cambiar). No por ello, pese a empezar a buscar otras alternativas fuera, he dejado de rendir y/o hacer mi trabajo hasta el último día de trabajo, incluso he sido comprensivo y en los siguientes días no he dudado en ser razonable y atender dudas que pudiese tener la persona que iba a ocupar mi lugar. Incluso, todos los temas pendientes los he dejado, explicando en qué punto quedaban y los pasos pendientes. No considero que esto sea algo extraordinario, sino que es lo que tenía que hacer. Va bien dejar buen sabor de boca en todos los proyectos en los que te involucres, aunque vuestros caminos se separen en un momento dado. Cada uno sabemos qué es lo que necesitamos en cada momento y si nosotros no miramos por nuestros intereses, nadie lo hará.

Cuando una persona no rinde, no hace su trabajo y no da lo mejor sí, no es solo responsabilidad suya sino también de sus responsables por no controlar si lleva a cabo su trabajo, ver cómo lleva sus objetivos y si los incumple o se retrasa toca ver qué ocurre, hablar con él, dejarle que se explique y tomar las medidas adecuadas para que eso cambie. Un líder debe gestionar un equipo de personas con lo bueno y malo que eso conlleva. Seguro que tiene razones. No se pueden tratar solo como excusas. Algo de razón, seguro que hay, por lo que hay que investigar qué no está funcionando para que se sienta oído, apoyado, y se solventen, también, los problemas de los que a lo mejor no somos conscientes.

Lo que no tiene ningún sentido, y se ve más de lo que nos gustaría, es que, en ciertas empresas, las personas más productivas, resolutivas y profesionales son a las que se les carga de trabajo y, por el contrario, a esas personas más dispersas, menos resolutivas y más especiales se les mandan menos tareas, porque saben que nos las harán. Esto no soluciona nada, sino que alienta a esas personas que a que sigan haciendo mal sus tareas, para mandarles menos trabajo. Además de desincentivar a las personas que trabajan, porque se dan cuenta de lo que ocurre.

Todos tenemos derechos, aunque no podemos olvidar que también tenemos unas obligaciones asociadas. Si tu organización te paga todos los meses, lo hace para que efectúes unas tareas, soluciones unos problemas y alcances unos resultados u objetivos. La empresa tiene que saber a qué dedicas tu tiempo y el tiempo aproximado que te cuesta ejecutar tu trabajo. Por supuesto, somos ya todos mayores y debes ser autónomos para organizarnos nuestro trabajo, pidiendo ayuda cuando la precisemos.

Mucha gente dice no estar contenta en su trabajo así que aplica la ley del mínimo esfuerzo; si no te gusta o te quieres ir, busca otro proyecto u otro trabajo, aunque mientras estés ahí, te pagan porque sigas haciendo tu trabajo; el cliente (interno o externo) no tiene la culpa de tus condiciones, aspiraciones, problemas o cabreos. Antes de nada, está nuestra profesionalidad, que dice mucho de nosotros como personas trabajadoras. He estado en proyectos en los que me pagaban un salario poco competitivo en comparación a las tareas que hacía y lo que aportaba; solicité un aumento (creo que merecido) y, al no concedérmelo, busqué otro trabajo. Eso sí, mientras estuve en esa empresa, seguí haciendo mi trabajo con el mismo tesón, esfuerzo y dedicación.

También os diré que algunos de esos proyectos de los que me he ido, eran proyectos estables en los que tenía un contrato indefinido, pero no por ello, estaba más contento o motivado. Llevaba a cabo mi trabajo con las mismas ganas. Tenemos que saber separar las cosas.

Está claro que a las empresas les iría mejor si no viesen a sus personas como un mero recurso del cual prescindir en cualquier momento. Se trata de que veas a tus personas como tu familia profesional y les cuides siempre, es decir, que la última opción sea despedir a nadie. Idealmente, si se pasa una época en la que los pedidos son inferiores se vive una crisis y toca hacer ajustes, pues se consensua para ajustar las condiciones de toda tu plantilla durante el tiempo necesario y menos posible, para garantizar la viabilidad de la empresa sin necesidad de prescindir de nadie. Por otro lado, si tu empresa pasase una mala época ¿aceptarías que te bajasen el salario temporalmente para evitar que despidiesen a nadie de tu empresa? Esto supone tener una mentalidad de solidaridad comunitario, pensando en el bien común y no solo en tus intereses particulares. Estoy seguro que algunas personas contestarían que no, que ellos quieren mantener sus condiciones y que les da igual que se despida a gente de su empresa, mientras no les toque a ellos. Pero, pueden ser ellos de los que se prescinda si fuera necesario.

Esto supone que todos dentro de las empresas cambiemos el chip y aceptemos a todas las personas que trabajan ahí tal y como son, es decir, que no pretendamos que sean como a nosotros nos gustaría. ¿No te pasa en tu familia o en tu círculo de amigos, que te toca quererlos a todos con lo bueno y malo que tienen? Todos regalaríamos más de un día a nuestros hijos, padres, maridos o mujeres y ellos a nosotros; es parte de la convivencia y de la aceptación del prójimo. Ciertamente, vivimos en una sociedad cada vez más egoísta e impersonal, es decir, nos importa lo que nos ocurre a nosotros y lo que le pasa al prójimo nos da igual. Tendríamos que recapacitar…

Tener garantizado el trabajo, vayan las cosas bien o mal, supone que todos nos sacrifiquemos y demos lo mejor de nosotros. Además, toca que ambas partes cuidemos esa relación laboral cercana y esto conlleva:

  • Hablar de forma constante
  • Ser sinceros, diciéndonos con tacto lo que nos molesta
  • Buscar soluciones beneficiosas para ambas partes a los problemas que nos afecten
  • Generar entornos de confianza, conociendo la parte humana de nuestros compañeros y no solo la faceta profesional.
  • Preocupándote por sus problemas y dándole tu apoyo en esos momentos.
  • Poniéndote en el lugar del otro

Muchas empresas y las personas que las gestionan son cero empáticas; aun veo organizaciones que despiden a personas de 55 años y/o 60 años, lógicamente toca ver por qué se hizo y el caso en particular (las generalizaciones no son buenas), cada caso es un mundo. Es fundamental plantearse antes de tomar esa decisión estas cuestiones:

¿Se podría haber evitado?

¿Has intentado todas las opciones disponibles para evitar despedirle?

¿Qué otro tipo de soluciones eran viables?

¿Necesitaba un plan de reciclaje?

¿A qué otro tipo de posiciones o tareas le podíais derivar?

¿Qué situación se le queda actualmente para encontrar empleo?

¿Cuántas empresas les van a querer contratar ahora, con independencia de todo el talento que tiene?

¿Qué ocurrirá cuando tengas tú 60 años?

La vida pasa, aunque pensemos que no y nos marcan también nuestras decisiones; tenemos que intentar tener nuestra conciencia tranquila.

Creo que este post habrá generado más de una reacción… Es vuestro turno. ¿Qué hace qué seas más productivo en tu trabajo? ¿Sois meros mercenarios o profesionales?

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