Leí hace un tiempo una frase de mi amigo Francisco Fernández Yuste que decía “ser junior o senior tiene que ver más con tu efectividad y los resultados que obtienes y no con los años de experiencia o tu edad”.
He estado reflexionando mucho sobre ella y os voy a dar mi opinión al respecto, intentado hacerlo de la forma más constructiva posible y dejando hueco a la reflexión y el debate.
Hoy en día, tener un grado universitario y/o de formación profesional, un master, postgrado o doctorado no garantiza, por si solo, el poder acceder a un puesto de dirección y/o de responsabilidad. La formación, ciertamente, es cada vez más necesaria y nos ayuda a especializarnos. Nos van a ofrecer oportunidades por lo que sabemos hacer, resolver y ejecutar con esos conocimientos y competencias que se supone que nos han proporcionado esos títulos. Además, tenemos que estar en constante actualización y reciclaje, porque los conocimientos y competencias caducan.
Todos tendemos a asociar la coletilla junior o senior a si la persona tiene experiencia o no y a la edad que alguien puede tener; a menor edad tendemos a considerar a esa persona más junior. Pero no es cuestión solo de edad. Imaginemos, por ejemplo, a alguien de 40 años, que lleva una trayectoria en el área de marketing y, emprende un cambio laboral, dedicándose ahora al área económica. Un cambio de rol, sector y actividad, pues carece de experiencia en ese campo; se está formando y especializando en ella, pues visto de forma objetiva para entrar en una empresa en un puesto del área económica o financiera, se le consideraría junior. Otra cosa es que sean roles muy relacionados. En este caso, ya cambiaría el tema.
Todos solemos tener una nomenclatura vinculada a la posición o rol que desempeñamos en esa empresa. Ser jefe/a, responsable o coordinador/a en cada empresa es algo muy diferente. Algunos de esos puestos carecen de personas a su cargo, no tienen excesiva responsabilidad, resuelven temas muy nimios y están muy acomodados. Una cosa es lo que cada persona dice que hace en su puesto y otra muy diferente lo que realmente hace. Algunas personas piensan que, al llegar un tiempo en un puesto de cierta responsabilidad, ya lo tiene todo realizado y que eso le garantiza vivir de las rentas, sin tener excesiva exigencia.
Las empresas cada vez más buscan efectividad, alcanzar resultados, resolver problemas y saber tomar decisiones.
Cada vez más, los títulos, los conocimientos, las competencias y las experiencias que dices tener pasan a un segundo plano y es necesario que demuestres en qué puedes ayudar con tus conocimientos y experiencias. Todos, en algún momento, nos inflamos cuan pavo real y nos creemos que somos los reyes o reinas del mambo. ¿Eso es objetivo y real?
Te aconsejaría que te preguntases lo siguiente, analizando, teniendo siempre en mente al cliente final al que te diriges (las personas encargadas de contratarte de las empresas en las que te gustaría trabajar):
¿Qué problemas tiene la empresa para necesitar a una persona en el cargo que quieres ocupar?
¿Qué experiencia real tienes resolviendo ese tipo de problemas?
¿Qué soluciones concretas eres capaz de aportar para ese tipo de necesidades o problemas?
¿Cómo aplicas tus competencias técnicas, idiomáticas y transversales para resolver esos retos?
¿Cómo enfocas y buscas solución a las disputas internas que existen con otras áreas de la organización con las que tienes que colaborar para ejecutar el trabajo?
¿Cómo organizas el trabajo de las personas que gestionas?
¿Cómo resuelves los problemas que surgen con las personas a las que tienes que negociar?
¿Cómo consigues materializar las ventas del producto o servicio que te toca colocar para alcanzar resultados?
¿Cómo consigues cumplir los plazos prometidos al cliente para conseguirle lo que precisa?
¿Qué pasos realizas cuando surge un grave problema en un pedido y corre peligro la ejecución del mismo?
¿Qué valor real aportas a una empresa que necesita un rol como el tuyo?
¿Qué puedes aportar con tus conocimientos, experiencias y competencias para un rol como el que quieres ocupar?
¿Realmente eres capaz de asumir todos los retos que conlleva ocupar esa posición dentro de la organización?
¿Cómo abordas los problemas cuando no tienes acceso a toda la información necesaria? ¿Puedes describir un momento en el que te haya pasado esto?
¿Cómo enfocas las situaciones ocupando este puesto en las que no puedes encontrar una solución para un problema?
Pon ejemplos y los pasos a seguir ante el mayor problema relacionado con este rol que quieres ocupar que hayas experimentado. ¿Cómo lo solucionaste?
Describe una ocasión en la que hayas tenido que cambiar tu estrategia en el último momento ocupando ese rol. ¿Cómo manejaste esta situación?
¿Cuéntame tu reacción inmediata habitual ante los retos inesperados o los obstáculos?
Te tocará trabajar con muchos clientes con varias necesidades y tu objetivo es ofrecer un servicio excelente a todos ellos. ¿Cómo priorizarías las necesidades de cada cliente interno o externo ocupando ese rol?
En ocasiones uno puede tener muy buena voluntad, poner de su parte, dar su mejor cara y tener la actitud adecuada, aunque le falta las tablas lidiando con esos aspectos.
Imaginemos que María tiene 26 años y ha estudiado el grado universitario de protocolo y organización de eventos. Su familia tiene una empresa dentro del sector farmacéutico y desde que comenzó sus estudios universitarios, ha estado ayudando a su familia a organizar eventos desde cero, sabe lo que supone buscar ponentes, como negociar con ellos, cómo resolver imprevistos, cómo organizarse con el resto de departamentos de la empresa, cómo cumplir plazos, cómo conseguir innovar y sorprender con un evento, cómo moverlo para conseguir llenarlo y mil cosas más. En su CV no pone que haya ocupado un puesto de responsable de organización de eventos de una empresa. Personalmente, no dudaría en contratarla para un puesto de responsabilidad, si me demuestra que sabe hacerlo; se puede comprobar, antes de que empiece a trabajar.
Luego para medir la efectividad, se tiene que ver si cada persona que ocupa un rol tiene claro cuáles son sus objetivos, si tiene bien definidas las tareas que debe desempeñar y si tiene más trabajo del que puede acometer. Además, tiene que responder claramente sobre qué tareas tiene que acometer en los próximos meses, qué tiempo debe dedicar a cada tarea para alcanzar esos objetivos, qué interrupciones le surgen a esa persona en esa posición, cómo se hace el seguimiento sobre el cumplimiento de los mismos, si puede organizarse a su manera o se lo marca su empresa… No por decir, que tienes mucho trabajo, conlleva que sea más efectivo. Lo importante es a qué dedicas tu tiempo de trabajo, qué eres capaz de hacer en ese tiempo, cómo enfocas los imprevistos, si sabes afrontar situaciones no esperadas.
Está claro que, para todo esto, te tienen que dar la oportunidad de demostrarlo. Por lo tanto, no puedes pensar que, simplemente por tu experiencia y edad, ya eres capaz de trabajar en posiciones de responsabilidad. Puedes estar graduado en periodismo y tener 15 años de experiencia en puestos de telemarketing. Creo que será imposible ocupar un puesto de redactor jefe en un medio de comunicación, si no sabes resolver y afrontar los problemas y dar las soluciones que tiene que efectuar un redactor jefe.
También estoy de acuerdo que para un puesto en el que te piden muchos requisitos, debe haber una contrapartida en consecuencia. No es de recibo exigir mucho y dar una “limosna” como sueldo.
Seguro que, a vosotros, además de lo que he comentado, se os ocurren formas de diferenciar si una persona puede ocupar un puesto junior y/o senior. Seguro que a todos nos gustarán vuestras aportaciones.
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