Está claro que en la mayoría de las ocasiones no se pueden elegir ni a los compañeros de trabajo ni a nuestros responsables directos. Uno no comienza a trabajar en empresas o proyectos con la idea de hacer nuevos amigos. Lo único es que toca dejarse llevar y ver lo que va surgiendo.

Tampoco podemos elegir a nuestra familia; es la que nos toca, viene en el pack. Con algunos, encajaremos más y, con otros, nos costará más entendernos, porque cada uno somos de una manera. Para que una relación fluya y sea adecuada nos toca a ambas partes poner de nuestra voluntad y centrarnos en los que nos une, siendo capaces de dejar las diferencias a un lado.

Por suerte a la pareja y a nuestros amigos los podemos elegir libremente, aunque eso no garantiza que no nos llevemos decepciones con la gente; es parte de la vida. También os diré que todos metemos la pata, cometemos errores y fallamos a alguna persona que nos importa; eso no significa que no las queramos. En muchas ocasiones esas decepciones llegan porque esperamos que la gente haga, diga y actué como nosotros esperamos o queremos. No obstante, la realidad nos demuestra que cada persona reacciona, hace o actúa como quiere o como puede. Tener amigos supone aceptarlos con lo bueno, malo y regular, es decir, les tenemos que querer tal y como son. De la misma forma, ellos, a priori, deben hacer lo mismo con nosotros.

Por lo tanto, cuando uno comienza a trabajar en una empresa debe ir abierto a conocer a gente, aunque nos toca verlas en acción a largo recorrido, para hacernos una imagen adecuada, objetiva y correcta de esas personas.

Para empezar cuando uno comienza a trabajar en una empresa debe poner a todo el mundo en cuarentena para ver sus verdaderas intenciones. Mientras no se demuestre lo contrario, todas las personas son buenas. En ocasiones, algunas personas se nos acercan para llevarnos a su clan, grupo o área de influencia, intentándonos condicionar sobre lo que debemos pensar, hacer o decir sobre temas o personas de la empresa. En otras, es gente que se acerca para intentar que intercambiéis información, a cambio de ayudaros mutuamente. Lo que uno debe tener claro cuando uno llega nuevo a una empresa, es que está bien que otros te adviertan de los comportamientos o actitudes de determinadas personas. Lo único es que tú debes fiarte por lo que esas personas te demuestran y no por lo que otras personas te cuenten de sus experiencias con ellas. Está claro que, en ocasiones, uno va con más cuidado con algunas personas por ciertas informaciones que te han llegado de personas de tu confianza.

Llevarte bien con otras personas de tu empresa conlleva saber diferenciar ambas partes a la persona del rol que ocupa. Me explicaré: recuerdo en un proyecto en el que trabajé (recursos humanos). Me llevaba muy bien con 4 o 5 personas de otras áreas o departamentos. Un par de esas personas en ocasiones intentaron influenciarme para que actuase a su favor en mi área de recursos humanos. Les expliqué que, en el área de gestión de personas, hacíamos nuestro trabajo de forma objetiva y que cada asunto llevaba su proceso para ellos y para todo el mundo. Una de esas personas lo entendió, sin embargo, la otra persona, cambió radicalmente su actitud y comportamiento hacia mí. Estaba claro que esa persona no era realmente mi amiga; su acercamiento fue por el rol que ocupaba en la empresa y por pensar que nuestra cercanía podría favorecerle.

Lo que hace mucho daño a las amistades en el entorno laboral y en la vida real, es la manía que tenemos todos de juzgar la vida ajena como su fuésemos jueces y/o fiscales. Cada persona es libre de hacer en su vida personal y/o profesional lo que quiera, siempre que con sus conductas no haga daño a nadie de forma intencionada. No podemos pretender que los demás van estar siempre ahí o nos van a decir que sí a todas nuestras peticiones. Cada persona invierte su tiempo en lo que quiere, porque es algo limitado y para llegar a nuestras actividades o proyectos prioritarios, es necesario saber decir que no a proposiciones de personas de nuestro entorno personal y profesional, aun a sabiendas de que se pueden mosquear o cabrear.

Antes de criticar o juzgar con dureza el comportamiento, actitud, trabajo o actividad de una persona de tu entorno laboral, ¿por qué no te pones por un momento en su lugar? En ocasiones tenemos muy poca información, otras veces, se “despelleja” verbalmente a personas de una empresa, por qué realmente no sabemos qué hacen el en entorno profesional dentro de nuestra empresa; aunque quizás para ti no haga nada pero la realidad es que trabajé un montón. Así que, antes de opinar, es fundamental informarte.

Recuerdo en una ocasión que una persona cercana dijo en su empresa que se casaba y mucha gente ya empezó a comentar y cotillear. Le preguntaron ¿qué se si se casaba con un hombre o una mujer? Cada cual puede hacer con su vida lo que quiera y contársela a quién quiera o acaso esas personas que critican, van contando su vida a todas las personas de su empresa. En ocasiones, se tiende a criticar aquello que no se entiende, que rompe con nuestro estilo de vida, que va en contra de nuestra forma de pensar o que supone un cambio que no entendemos. Criticar o juzgar a los demás dice todo de la persona que lo hace y nada de la “víctima”. Todas las personas están batallando en luchas que desconocemos y que no sabemos de qué van. Por lo tanto, antes de abrir la boca, vamos a platearnos si decimos algo interesante o no, si aporta algo relevante o no, si damos información o no y otros aspectos.

Cuando trabajamos no podemos llevar los conflictos, discusiones o intercambio de opiniones al terreno personal, debemos juzgar el hecho y no a la persona. El llevarlo al terreno personal supone cruzar una línea peligrosa de no retorno. A todos se nos hace cuesta arriba cooperar, trabajar o coordinarnos con personas de nuestro entorno laboral que son totalmente diferentes a nosotros. Requiere que ambas partes nos adaptemos y lleguemos a un acuerdo para ser capaces de trabajar juntos; no nos queda más remedio. Entenderse es beneficioso para ambas partes.

También os diré que todos, en algún momento de nuestra vida profesional, juzgamos a los demás y eso tenemos que saber cortarlo, educándonos a no opinar de lo que no sabemos.

Por supuesto os diré que me he llevado amigos y amigas de todos los trabajos en los que he estado. Los ingredientes principales: aceptarnos tal y como éramos, respetarnos mutuamente y comunicarnos de forma permanente. Con el paso del tiempo, algunas de esas relaciones se mantienen, son más habituales, mientras que otras, se convierten en más esporádicas;  la vida pasa por etapas. Relacionarte menos con alguien en un período de tu vida no significa que no le sigas teniendo cariño. En otras ocasiones, necesitas apartar a cierta gente de tu vida por tu propia salud emocional. Tenemos que saber ponernos a nosotros en primer lugar. Siempre tienes que elegirte a ti mismo. Esto conlleva que no nos preocupemos por los demás. También no podemos negar que buenos amigos de verdad, existen menos de los que nos cuentan. Para los buenos momentos todo el mundo está ahí; eso sí, cuando te vienen épocas duras y oscuras, pocas personas permanecen ahí para apoyarte en esos vaivenes vitales y/o profesionales. Tarde o temprano, la vida encaja las piezas de las personas que dicen ser tus amigos. Todos tomamos decisiones constantemente para lo bueno y lo malo y supone asumir las consecuencias que nos traen esas decisiones.

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