Hace unos años, hablar de visibilidad en la red, quizás no tuviera mucho sentido. Hoy en día, podemos tenerla y llegar, con nuestro mensaje o producto a un mundo “infinito” al que antes, posiblemente ni pensásemos en él. Al mismo tiempo, la misma globalidad en la que nos movemos, nos expone mucho más. Hay que tener en cuenta que mostrar mucho más tu persona, tu valor profesional y lo que haces no te hace más interesante para los demás, por solo el hecho de contar tu vida en todos los foros públicos. Es necesario tener una estrategia, un fin, para qué estar “ahí” tenga sentido.

Es fundamental evitar mezclar en las redes nuestra vida personal y profesional; es recomendable tener perfiles diferenciados. Soy de la opinión que todos tenemos una vida privada que debemos reservar para nosotros mismos.

Las redes nos suelen vender solo la perfección, disfrute, innovación y glamour de las vidas de los diferentes personajes que nos encontramos en ellas. La pregunta es… ¿es real? Podría equivocarme, pero creo que, en su mayoría, es todo un montaje. Me gusta ver la gente que muestra sus rutinas, hábitos y cosas cotidianas; mostrarnos tal y como somos nos da naturalidad y credibilidad.

Algunas personas nos describen cada segundo de su vida, es decir, airean toda tu vida. Los muros de las redes sociales son las nuevas plazas 5.0 de las comunidades virtuales. Tenemos mucho fisgón y fisgona pasiva; están en esos medios, para ver las vidas ajenas, eso sí, ellos no publican ni dicen nada. Es más, negarán que consumen parte de su tiempo en visualizar lo que otros cuelgan.

Ya son muchas personas que están retrocediendo y se están cerrando sus perfiles de redes sociales, porque estaban bombardeados y tras hacer una profunda autoreflexión, se dieron cuenta que dependían de estas plataformas, que estaban sujetos a sus interacciones, eran dependientes de los mensajes y “likes” de otros. Además, más del 90% de la información que reciben es spam, poco relevante o muy ligera, que nos hacer perder el tiempo, porque lo dejamos de invertir en cosas útiles y productivas. Desgraciadamente, mucha gente que tiene poco tiempo libre no lo aprovechan para charlar con sus familiares y amigos, sino que lo invierten en estar en las redes sociales con su dispositivo móvil. Vivimos en el siglo XXI que, por excelencia, es la época vital más relacional, sin embargo, en la actualidad más gente que nunca se siente sola a pesar de estar rodeadas de gente.

Hay una tendencia entre personas muy virales y conocidas que han decidido poner una barrera en sus vidas; han creado un personaje con seudónimo y así su vida personal real queda para su anonimato. Por ejemplo, personas relevantes del panorama social y profesional de diferentes ámbitos, que tienen fama y poder. Suelen mostrar el personaje que interpretan y no siempre tal y como son. Es cómodo y seguro, aunque agotador, porque adoras al personaje y al profesional con seudónimo, aunque no conoces a la persona. Al final, aquí uno se centra en su talento en exclusiva, en su valor profesional. Si te gusta escribir, lanzas tus libros, si eres un especialista en empleabilidad puedes lanzar tus proyectos y así con todo. Lo aglutinas sobre tu marca inventada o ficticia. Separar ambas facetas. Lo único es que muchas de estas personas no conceden entrevistas públicas para preservar su intimidad y privacidad. Se presentan bajo ese personaje o marca, que al final puede tener millones de seguidores y tener una verdadera comunidad de fans. Le resta humanidad, aunque te da tranquilidad. Eso sí, este tipo de decisiones requieren tener una estrategia muy clara y blindar tu vida desde el principio. Tendrás personas y medios de comunicación que intentarán por todos los medios desvelar la persona que se encuentra detrás de ese personaje o marca.

En definitiva, mostrar tu lado profesional dando tu cara real y personal aporta más cercanía y realidad. Al mismo tiempo, también supone que otras personas puedan percibir, sentir o pensar cosas que no son reales. Mucha gente ha sufrido acoso de otros que se han forjado su propia idea en sus mentes y, obviamente, no positiva. Imagínate que das charlas o cursos y alguna persona es habitual de esas formaciones; pueden confundir tu cercanía, y pensar que realmente quieres ligar con ellos y piensan que estás receptivo. Son situaciones incomodas que hacen que tengas que marcar ciertos límites claros. Siempre lo digo cuando se gestionan grupos de personas, sea cual sea su actividad. Tienes que tener claro que tus lectores, alumnos, clientes, etc., no son tus amigos. Tienes que saber diferenciar y transmitirlo a la gente. Eso no significa dejar de ser amable, cercano o cordial, sin embargo, debes marcar esa frontera real, para evitarte problemas y sorpresas negativas.

Lógicamente algunas de esas personas, con el paso del tiempo, pueden llegar a ser personas cercanas porque la interactuación ha llevado a cierta continuidad, amistad. Pero es algo que surge, aunque a priori no lo buscas. Cada persona es un mundo diferente.

En ocasiones las plataformas (redes) sociales hacen que llamemos amigo a cualquiera persona con la que hemos interaccionado en dos ocasiones esporádicas, por medio de dos clics. Esas personas a las que no conozco en persona y con las que no he hablado nunca directamente de forma online u offline, para mí son desconocidos. En las redes, podemos considerarnos “contacto” de alguien, pero no todos los que son simplemente seguidores son amigos, sobre todo si no hay interactuación.

Cuando uno expone parte de su trabajo, le llega la cercanía y el cariño de personas que conoce y que no. No dudan en decirlo públicamente o en seguirte en redes. Eso es muy agradecido, porque ves que tu trabajo ha ayudado a otras personas a mejorar, evolucionar o aprender algo. También te dan opiniones menos edulcoradas y llenas de realidad, respeto y aprendizaje, que te hacen anotar puntos de mejora para futuras mejores de tu producto o servicio. Desde el respeto y la educación se puede decir todo para ayudar a las personas a evolucionar y a dar su mejor versión.

Se trata de ser uno mismo y sentirnos cómodos con lo que hacemos y mostramos; tiene un sentido para nosotros. A veces, ciertas personas van en contra de sus principios en ese proceso de visibilizar su trabajo y su persona. Se puede ser relevante, influyente y dejar una huella en la disciplina en la que eres especialista, sin necesidad de tener presencia en redes o en internet. Lo que está claro es que, si quieres dejar una huella por lo que sabes, haces, dices u ofreces, te toca arriesgarte para hacer u ofrecer cosas diferentes. Se trata de ser valientes haciendo y mostrando cosas que otras personas no se atreven a hacer, por miedo al “¿qué dirán?” o “¿qué repercusión tendrá?”. Sobre todo, tienes que estar orgulloso de lo que haces, muestras y dices, asumiendo que siempre tendrás cierta comunidad de personas que te criticarán, hagas lo que hagas; es parte del precio de ser conocido o reconocido en cierto ámbito profesional. Eso sí, seas conocido o no debes tener los pies sobre la tierra y no creerte más que nadie. Mucha gente se lo trabaja y no tiene esa repercusión por muchos factores; algunos pueden depender de ellos y otros no.

Es necesario, que tengas claro quién eres, cómo eres, cuáles son tus valores, cuál es tu “para qué”, cuáles son tus talentos… Una vez tengas esto claro, debes trazar una estrategia coherente con sentido para ti, que muestre tu realidad y te ayuda a conseguir tus objetivos profesionales. Está claro que la estrategia elegida por ti debe tener caminos alternativos con planes diversos por lo que pueda pasar. A partir de aquí, tu visibilidad, debe ser adecuada para tus intereses, para llegar a tu público objetivo y que tenga sentido con tu forma de verte a ti mismo, sin perder el control ni mostrar una imagen fingida de ti. 

¿Tendrías una marca personal con seudónimo?

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