Es habitual recibir recomendaciones de conocer gente para tener más oportunidades laborales, comerciales y de otro tipo.

Gente de todo tipo y condición sale con su caña de pesca virtual, mandando invitación personalizada o sin personalizar a todo “lo que se mueve”; da igual a qué se dedique y quién sea. Eso sí, si es posible que no esté desempleado pues, a priori, de poco nos servirá. Personalmente, creo que esto último es una tontería porque estar sin empleo en la actualidad es una circunstancia temporal y no un estado permanente. No por tener trabajo uno conoce a más personas.

El networking se ha desvirtuado y se ha convertido en postureo puro y duro, dando una imagen que en ocasiones nada tiene que ver con la realidad. Ahora en redes como LinkedIn todo el mundo es CEO, emprendedor o le va fenomenal, aunque no sepa en realidad a qué se dedica. Si tienes tiempo para estar todo el día conectado, muy ocupado, en el ámbito profesional, no puedes estar (a no ser que tu trabajo resida en las redes). Dime de qué presumes en LinkedIn y te diré de qué careces en realidad.

Lo importante es profundizar en esas relaciones presenciales o virtuales. La gente está muy esquiva y con pocas ganas reales de dedicar tiempo a conocer a la gente y comenzar a fraguar esa confianza o, al menos, intentarlo. En mi caso, a todo el mundo que acepta mi invitación en LinkedIn, le mandó un mensaje de agradecimiento personalizado y los animo a poder charlar por videoconferencia corta para conocer un poco más en profundidad qué hacemos realmente; menos del 10% contesta personalmente y muestra interés. Si no tienes tiempo para contactar con nueva gente, ¿por qué motivo aceptas esa invitación a conectar con esa persona?

Desde hace tiempo está de moda ir a eventos temáticos para hacer networking con otras personas que, a priori, están predispuestas, abiertas y con ganas de hacer networking y conocer a nueva gente. Las expectativas de algunos asistentes, no suelen ser realistas: Quieren salir con su vida resuelta de ese evento, es decir, conocer a la persona que necesita para cerrar ese negocio comercial, encontrar ese partner o conseguir la oportunidad profesional que necesita. Desgraciadamente, estos eventos no son más que el comienzo; te toca intercambiar datos o tarjetas, para seguir conociendo a esas personas. Sin receptividad mutua, no tenemos nada que hacer. El tema es que cuando uno va este tipo de eventos se da cuenta de que mucha gente lo hace forzada y sin ganas de conocer gente. En ocasiones van con amigos y conocidos y acercarte a estas personas, casi es un pecado capital, porque prácticamente no te dan oportunidad de hablar con ellos.

Si vas a estos eventos para hablar solo con gente que ya conoces, ¿para qué vas a ese evento de networking? Está claro que no todo el mundo tiene que ser nuevo, pero ciertamente, hay que ponerse un objetivo y hablar con gente nueva. También nos encontramos a aquellos que van a vender sus productos o servicios a toda costa. En este tipo de eventos, la brevedad y la concreción es clave; toca dejar huella positiva y que te quieran seguir conociendo en lo profesional. Luego tienes a la gente despistada que va a ligar, olvidando que es un networking de negocios; nunca se sabe qué puede surgir con el tiempo, pero no es una quedada presencial grupal de los solteros y solteras de Tinder de tu ciudad.

Estos eventos de networking suelen ser por la tarde y preferiblemente a partir de las 19 de la tarde. Mucha gente se plantea cómo puede organizarse para sacar tiempo para ese tipo de saraos de networking. La respuesta es sencilla: sacrificando el tiempo de vuestra vida familiar, social o personal. Es más, muchos días vuestra jornada profesional entre una cosa y otra puede ser profesional de 9 de la mañana a 22 de la noche, es agotador.

A veces, nos encontramos con eventos menos convencionales, donde te piden que te pongas a saltar, te tapan los ojos, te lanzan preguntan raras o te dejan 2 minutos por persona para ver si existe encaje; al final hablas con tanta gente, que tu cabeza es montaña rusa de caras, profesiones y tarjetas. Necesitas un quién es quién de refresco, antes de irte a tu casa. Muy pocas de estas conexiones efímeras fraguan en algo más profundo; requiere invertir mucho tiempo para conseguir un resultado débil. Habrá que dedicarle más tiempo para separar el trigo potente de la paja.

En el networking se debe vender realidad para no hacer perder el tiempo, generar falsas expectativas y dar la imagen correcta.

Por lo tanto, ese tipo de “eventos concierto” de networking os harán huir del networking e incluso, llegar a odiarlo. Te acabarás diciendo no quiero conocer a más gente de esta forma tan forzada, falsa y edulcorada.

Os propongo que hagáis vuestros propios eventos de networking personalizados, es decir, que decidáis con quién quedar, cómo y cuándo. Establece tus propias reglas y debes primar la calidad frente a la cantidad. Esto supone tener claro qué tipo de personas son prioritarias para ti, qué perfil profesional deben tener, debes clarificar por qué motivo concreto quieres contactar con esa persona, qué os une, qué tiempo estás dispuesto a dedicar a esa persona, si tienes tiempo para invertir…

Esto del networking, hay que ser sinceros, tiene que apetecer. Hay que dedicar tiempo para conocer a otras personas y no estar ahí forzados. Tampoco podemos querer resultados milagrosos; toca estar dispuesto a ayudar a los demás si queremos que también nos ayuden a nosotros en un futuro. La gente solo quiere pedir cosas a los demás para luego desaparecer. Estamos forjando gente híper egoísta, que se enfadan, ofenden o agreden verbalmente si una persona no acepta su petición cuando, además, no les conoces más que de dos clics. No me importa ayudar a los demás, aunque siempre y cuando esa gente valore el tiempo que les invierto y no vaya con exigencias. Las cosas llevan su proceso y no podemos obligar a los demás a que hagan lo que nosotros queremos o necesitamos. Cada persona es libre de actuar como quiere, es libre de decirnos que no o ignorarnos. Muchas veces pedimos cosas a gente a la que casi no conocemos, lo hacemos por el medio inadecuado o en el momento prematuro.

También os diré que, si la propuesta de una persona no os interesa o no lleváis idea de dedicarle tiempo, no cuesta nada ser educado y decirlo claramente. La callada por respuesta cuando te escriben con el mensaje personalizado queda muy fea y poco profesional. El día de mañana puedes ser tú el que esté en el otro lado. Siempre digo que no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen a ti. En ocasiones, uno recibe lo que siembra.

Al final, es necesario tener relaciones profesionales sólidas con otras personas; eso sí, porque nos apetece tenerlas y porque nos merece la pena seguir conociendo gente. No puedes pretender que alguien te recomiende a ti, a tu trabajo o a tu actividad, si no tiene garantías reales de ello y no existe una confianza mutua. En ocasiones uno pone la mano en el fuego por alguien que viene recomendado por un amigo y te sale rana, quedando mal tú y tu credibilidad.

No podemos pretender que las relaciones de calidad se “cuezan” en dos clics y “rapidito que tengo prisa”. Está ocurriendo con el camino de Santiago o la subida a determinados picos; se están convirtiendo en turismo de saldo o de domingueros, esto hace que ese tiempo de experiencias únicas pierdan su esencia, su valor y su magia. La gente va por ir, sin ningún tipo de ganas de vivir la experiencia dando todo lo que se precise de cada uno de ellos. Quieren juerga y sin esfuerzo. Determinados viajes o experiencias no son para todo el mundo y lo tenemos que tener claro.

Si no quieres o puedes, manda el networking al carajo, asumiendo que no conocer gente es muy peligroso, en un mundo cada vez más global y de referencias profesionales. No solo tienes que ser bueno sino parecerlo y que lo sepan las personas adecuadas.

¿Eres de los que odias hacer networking o estás totalmente a favor? Me encantará conocer tu opinión.

* Fuente imágenes utilizadas https://pixabay.com/es/