Las personas somos tendentes a manifestar lo mejorable, lo que se hace mal, aquello que nos molesta, lo que nos saca de quicio, lo que no soportamos, lo que puedes hacer mejor y mil cosas más con connotación negativa. En otras palabras, somo expertos en hablar de lo negativo de los demás, mientras nosotros siempre tendemos a quedar bien, porque tenemos que mostrar esa perfección natural, con la que los dioses nos han dotado.

Por su parte, he notado que, en las empresas, por desgracia, no se suele potenciar la cultura del agradecimiento y lo que nos sale innato es la crítica (destructiva) y la queja hacia lo que hacen los demás; siempre tiene que existir un “pero”. Todo lo que hacemos es mejorable; tenemos que llegar a un nivel adecuado y profesional. No vayamos buscando la perfección, porque nunca daríamos por terminada ninguna tarea o proyecto.

Lo más fácil es criticar lo que hacen los demás; ellos se han arriesgado, han propuesto sus ideas, le han dado a su creatividad e intentan ayudar a mejorar el departamento y la empresa. Por lo tanto, antes de tirar por tierra el trabajo de los demás, valora y manifiesta públicamente que valoras su esfuerzo. Luego refuerza lo que está bien de esa propuesta y matiza qué aspectos pueden mejorarse desde tu opinión, aunque está muy bien enfocado. Una crítica constructiva.

Suele ocurrir que no se proponen cosas, ideas o proyectos para evitar esa crítica gratuita en la que solo se centran en lo negativo. Todos tenemos ideas; es cuestión de poner nuestro foco en ello.

El agradecimiento en las empresas no se potencia ni de arriba abajo, ni de abajo a arriba, ni de igual a igual. Muchas veces los demás dan por asumido que el otro sabe que has quedado contento, que agradeces su ayuda, que has realizado un buen trabajo y que eres un gran compañero. Pero, ¿le has manifestado ese agradecimiento directamente a esa persona que ha hecho algo por ti? No cuesta nada hacerlo; nos abre muchas puertas.

La gente no es adivina y a todos nos gusta que nos den las gracias por lo que hacemos por los demás. Por lo general, en una empresa, el trabajo que hicieron por ellos otras personas se suele “vender” como que era su trabajo y que no tienen que ir agradeciendo cosas, tareas o funciones que son su obligación. Si pensamos así, nunca agradeceremos nada a nadie, porque siempre pensaremos que tenemos derecho y que los demás están obligados a hacer eso por nosotros, aunque en muchas ocasiones no sea así.

El agradecimiento debe ser algo habitual y no algo excepcional, sobre todo, cuando lo que hacemos es de forma esporádica, sin foco o porque personas ajenas a la empresa nos han dicho el buen trabajo que hace esa persona. No obstante, también es bastante común que, al dar ese agradecimiento, elijamos el momento menos adecuado, se vea forzado y pueda producir el efecto contrario en la persona que lo recibe.

Seguro que si te preguntamos qué puedes reprochar a tus compañeros de trabajo, a tus jefes y a tus clientes, se te ocurren infinidad de respuestas, incluso sin pensarlo, porque las personas somos así; sin quererlo, somos tendentes a juzgar todo. Te planteo esta otra pregunta: ¿Qué puedes agradecer a tus compañeros de trabajo, a tus jefes y a tus clientes? Mucha gente, tendría que pensar y se quedaría callada, posiblemente, por no saber realmente qué decir, porque no se le ocurre nada, por la falta de costumbre…

Cuando se plantea abiertamente el tema del agradecimiento en sus empresas, se piensa que se tiene que reconocer o agradecer cosas únicas, diferenciadores, novedosas, creativas y relevantes. También es habitual pensar que la mayoría de las cosas que otros hacen por ellos son cotidianas y se asume que eso no se debe reconocer. Aquí está el error y tenemos que potenciar agradecer cualquiera cosa que otras personas hagan por nosotros; esto estrecha los lazos, con esas personas, nos hace encontrar sentido a nuestro trabajo, nos motiva y nos da seguridad.

Bajo mi punto de vista deberías agradecer de forma permanente cuando…:

1.- …alguna persona te ofrece su ayuda

2.- …alguien te dedica su tiempo

3.- …alguno/a hace algo por ti

4.- …se tiene un detalle contigo

5.- …una persona te ayuda a ser mejor profesional

6.- …se cumple los plazos acordados

7.- …alguien te propone una idea, mejora o necesidad

8.- …alguno/a te escucha activamente

9.- …se te intentar ayudar a solucionar algo

¿Qué otras cosas se te ocurren que podrías agradecer?

Suele ser habitual agradecer solo aquello que pedimos y que tiene el resultado que necesitamos, queremos o deseamos. Aquí nos equivocamos también. Nadie tiene obligación de hacer nada por nosotros, aunque algunas de ellas sean sus tareas.

Seguro que, si tu organización te plantea que agradezcas lo que los demás hacen por ti, lo primero que te viene a la cabeza, es que no piensas agradecer nada a los demás hasta que ellos no lo hagan antes contigo. Todos tendemos a ser muy orgullosos y nos creemos que deben ser los demás los que den el primer paso. El agradecimiento debe ser sincero, altruista y con la intención de reforzar a los demás. Si no agradecemos nunca nada, nos costará mucho cambiar el chip.

Aunque parezca utópico, creo que deberíamos actuar de esta forma: Deberíamos estar agradecidos nosotros mismos por todo lo bueno que nos ocurre todos los días, aunque sean pequeñas cosas y que otras muchas personas no tienen la suerte de poder hacerlas. ¿Por qué, a partir de ahora, no comienzas el día agradeciendo tres cosas positivas en tu vida y que lo acabes agradeciendo tres cosas estupendas que te han ocurrido? Lo habitual es comenzar y acabar el día centrándonos en lo que nos falta, en lo mejorable y en las cosas malas que nos han ocurrido.

Está claro que nadie somos perfectos, empezando por nosotros mismos. Incluso esos compañeros o jefes que te sacan de quicio tienen cosas que agradecerles. Piensa: ¿a qué te ha ayudado esa persona? ¿Qué cosas positivas tienen esas personas? ¿Qué admiras de esa persona?

En ocasiones puede ser que una persona te enseñase a saber cómo no debes comportarte ante determinadas situaciones, cómo no tratar a tus colaboradores o compañeros y otros aspectos que son una lección de vida.

El implantar la cultura de agradecimiento debe partir, potenciarse y ejecutarse por parte de la cúpula directiva. Primero deben comenzar por dar ejemplo y agradecer lo que otras personas hacen por ellos. Si los responsables de la empresa actúan así, el resto de las personas tenderán, tarde o temprano, a imitarlo. No olvidemos que se imitan las buenas y las malas conductas. Tendemos a hacer lo que vemos que hacen las demás personas de nuestra organización.

Tu estrategia corporativa debe establecer el agradecimiento como algo natural y habitual; esto hará que la gente esté mucho más contenta y satisfecha en esa empresa, aunque siempre existan cosas mejorables.

La felicidad de los trabajadores se traduce en mayor productividad. La prueba es fácil: Comienza a agradecerles las cosas que hacen por ti. Asume que primero te verán como un bicho raro, porque es algo diferente a lo que has hecho siempre y además no es algo muy extendido en tu entorno laboral. Si sigues insistiendo y mantienes esa cultura de agradecimiento, verás como la imagen que esas personas tienen de ti cambia. La productividad crecerá. Pero tampoco te quedes en el entorno laboral. Es extensible al resto de tu vida.

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