En muchas ocasiones me han preguntado la duda siguiente: ¿volverías a un trabajo del que te has marchado?
Conozco casos de personas a las que les ofrecieron un ascenso profesional en otra empresa, o buscaron un nuevo reto profesional o una evolución laboral, que en su antigua empresa era inviable en ese momento o no le llegaba esa oportunidad. Pero… ¿qué ocurre si esa opción no sale como se esperaba?
Os cuento la experiencia de un amigo mío. Le llegó una oferta que le pareció interesante. Una empresa familiar necesitaba un nuevo gerente, algo que le permitiría crecer y evolucionar hacia otro tipo de organización. Aceptó el reto. La realidad es que lo que se encontró nada tenía que ver con lo que le habían contado y prometido. Se topó con un dueño e hijos cerrados a ningún cambio; todo lo que proponía era inviable, no aplicaba a su empresa o ya lo habían intentado. 6 meses después presentó su renuncia y optó por otro proyecto, pues pensó que, en esa empresa, no estaban abiertos a nada que no fuera lo que ellos querían hacer y no era un gerente lo que necesitaban, sino una marioneta a la que controlar y ordenar.
Siempre aconsejo que se tenga cuidado con esos proyectos y empresas en la que todo sea fácil, bueno y mejor; busca también el lado malo o mejorable porque seguro que lo tiene. Si no lo haces, es muy probable que te lleves una sorpresa muy negativa. Pueden existir nuevos proyectos retadores o que te den la oportunidad que tu anterior empresa te negaba o no te daba.
Pero antes de tomar una decisión, recomiendo plantearse estas cuestiones sobre el nuevo proyecto e intenta averiguar la respuesta:
- ¿Qué objetivos a corto, medio o largo plazo vas a tener?
- ¿Qué garantías tienes de que cumplirán todo lo que te prometen?
- ¿Qué problemas y retos vas a tener que afrontar?
- ¿Cuántas personas lo intentaron y no lo lograron?
- ¿Qué nuevos esfuerzos y sacrificios vas a tener que hacer para afrontar ese nuevo reto profesional?
- ¿Qué beneficios o ventajas que tenías en tu anterior organización pierdes?
- ¿Por qué te han elegido a ti?
- ¿Qué dicen otras partes interesadas de esa empresa o proyecto? Va bien conocer todos los puntos de vista, las favorables y los mejorables para hacerte tu propia composición de lugar.
Si el proyecto al que te vas no sale bien plantéate qué puedes hacer; ¿llamarías de nuevo a tu anterior empresa o buscarás una nueva organización?
La respuesta aquí creo que depende de varias cuestiones que debes aclarar. Lánzate estas preguntas: ¿cómo fue tu salida de esa empresa? Si la salida fue adecuada, dejaste todo acabado, has estado disponible, explicaste tus razones, te intentaron hacer cambiar de opinión y tienes muy buen rollo/confianza con tus anteriores responsables, puedes tantear, aunque te toca ser sincero y poner todas las cartas encima de la mesa. Imagínate que te ofrecen tu anterior puesto de trabajo y no uno mejor, ¿quién les garantiza que a la vuelta de 3 meses en cuanto te salga otra oportunidad, no te marcharas de nuevo? Te toca ser sincero contigo mismo.
Si es una empresa reciente o una empresa en la que trabajaste hace años, debes pensar dos veces esa decisión de volver y responder a esta pregunta: ¿por qué motivo concreto te fuiste de esa empresa? ¿Qué fue lo que motivó que buscaras otra opción?
Debes averiguar si eso que te molestaba ha cambiado o sigue funcionando igual (o incluso peor) de cuando decidiste irte. Imagínate que te marchaste por tu responsable directo, por el tipo de liderazgo, por la remuneración, por la formación ofrecida, por el plan de carrera profesional o por el ambiente laboral. Si eso que te molestaba sigue exactamente igual, debes de sopesar los pros y los contras, porque te darás con el mismo muro. Si sigue estando tu anterior responsable, averiguar si ha cambiado.
También debes mirar dentro de ti: ¿Sigues siendo la misma persona que trabajó allí hace tiempo? ¿en qué has cambiado? ¿Cómo te afectarán en la actualidad esas cuestiones? ¿Cuáles son tus prioridades profesionales y vitales en el momento presente?
En ocasiones, no pensar todas estas cuestiones, hace que te engañes y a los dos días de volver a esa organización estás frustrado, porque tus expectativas eran altas.
También es importante valorar cómo se tomarán tu vuelta tus antiguos compañeros, qué opinará realmente tu jefe de tu vuelta, quién ha aceptado que vuelvas, qué problemas dejaste sin resolver en esa organización…
Creo que es importante identificar si vuelves al mismo puesto que dejaste o si, por el contrario, vuelves a una posición inferior o de mayor nivel. Estas pequeñas cosas hacen que debas plantearte cuestiones totalmente diferentes.
Si lo que te molestaba de esa empresa, sigue estando ahí, quizás debas contemplar otras opciones y proyectos, antes de decir que sí o llamar de nuevo a esa empresa.
Recuerdo una empresa en la que trabajé en la que el ambiente laboral era pésimo, su estilo de liderazgo jerárquico y caótico y el trabajo en equipo no existía. No volvería, aunque me tanteasen, porque sé de primera mano que eso no ha mejorado; de hecho, mis antiguos compañeros me comentan que ha empeorado, y poco a poco, se “escapan” de esa organización.
Si, por el contrario, esa empresa anterior ha cambiado (se ha renovado el equipo directivo de esa empresa y su forma de trabajo), te toca preguntar lo siguiente: ¿qué valores directivos existen en la actualidad? ¿Qué tipo de liderazgo es el prioritario? ¿Quién sería tu nuevo jefe/a? ¿Cuáles serían tus responsabilidades y objetivos? ¿En qué han cambiado la organización en comparación al pasado? ¿Cuáles son las prioridades de ese nuevo equipo directivo con respecto a las personas que trabajan ahí?
Está claro que todos necesitamos trabajar para poder vivir y, al final, se trata de tener ingresos que nos permitan asumir nuestros gastos e invertir en proyectos vitales que nos satisfagan. Cada empresa y proyecto tiene sus peculiaridades, va bien que indagues el tipo de ecosistema en el que te embarcas, cómo te afecta a ti trabajar en ese tipo de ecosistema y cómo encaja una persona con tus competencias, valores y personalidad en una empresa de ese tipo. Debes buscar afinidad con las personas que dirigen esas empresas y también las incompatibilidades.
Trabajar en una empresa, por mucho que suela gustar centrarse en lo negativo para desahogarse, no es todo malo. Hay que recordar lo bueno que te daba trabajar en esa empresa o proyecto. Siempre ganamos cosas y perdemos otras con las decisiones de cambio de proyecto. No podemos solo centrarnos en lo malo o en lo que nos faltará trabajando en esa empresa.
Luego debes recordar o definir de nuevo cuáles son tus tres prioridades actuales para aceptar un trabajo. Si es el salario, la formación y tu desarrollo profesional, por ejemplo, ¿cómo están esas cuestiones realmente en esa empresa?
Cuidado con esas promesas de cambios, “estamos en proceso de cambiar la política retributiva” … ¿Qué quiere decir esto? ¿Un queda bien para que vuelvas a la empresa? Debes saber qué medidas concretas han implementado ya.
Los cambios ni son rápidos ni fáciles; al que no tiene que cambiar no le cuesta hacerlo. Además, para cambiar, el primero que debe evolucionar es la persona u organización que tiene que liderar esa transformación. Si la cúpula directiva no ve necesario ese cambio, simplemente se tratará de un parche que se quedará en pan para hoy y hambre para mañana.
Ahora te toca a ti… ¿Regresarías o no a una empresa de la que te fuiste?
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