Vivimos en la época de las redes sociales. La mayoría tenemos perfiles en varias redes sociales y me llama la atención, aquellos/as que se expone en exceso en ellas y olvidan que sus publicaciones pueden estar muy bien, ser muy virales y ser muy originales, pero pueden, al mismo tiempo, traer consecuencias no siempre agradables para los protagonistas de esas declaraciones.

Uno de los males del siglo XXI, que se ha acrecentado con el rápido crecimiento de las redes sociales es el mostrar nuestro ego para aparentar que somos súper diferentes, que somos los mejores y que nuestra vida es “lo más”. El refranero español es muy sabio y tienen un refrán que dice “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Tenemos que exponer nuestra vida para que los demás se piensen que somos los más influyentes de nuestro entorno, barrio virtual o comunidad de amigos online.

Es necesario y sano mantener ciertas esferas de nuestra vida en privado; no es necesario que en tus redes sociales publiquen toda tu vida. Al final, si no pones límites, algunas personas sobrepasan lo lógico, porque les permitimos todo. Así que debes poner tus reglas y el que las incumpla, ya sabe a qué se atiene.

Recuerdo hace unos años grabé una sesión de formación online a una entidad formativa muy reconocida a nivel nacional. Cuando llegué a su sede central, las instalaciones eran muy modernas, amplias y cálidas. Me esperaba que el sitio de grabación sería algo muy moderno y cómodo. Pregunte por la persona con la que había quedado, estuvimos hablando distendidamente, fuimos al sitio de grabación, bajamos al sótano -3. Llegamos a una puerta e intuí que era ahí: era un trastero grande, tenían en los laterales apiladas cosas que ya no usaban en un desorden caótico, aunque lógico. En medio de esa sala había una mesa y detrás una estantería de pega con libros, plantas artificiales y los logos de la entidad. Desde la cámara estaba encuadrado para que saliese ese plano conmigo ahí sentado y, de cara a la audiencia, parecía que era un set muy profesional, acogedor y preparado. Las apariencias no son lo que parecen, pero es cierto que, lo importante era dar la mejor imagen posible; es lo que vende.

Muchos/as, por ese ego, por llamar la atención o por tener sus minutos de gloria, publican cualquier cosa, sin pensarlo dos veces. Quizás deberías permanecer callado por tu seguridad y por tu tranquilidad, si no tienes nada interesante que decir.

Antes de publicar, deberías plantearte esto: ¿Eres libre de poder contarlo? ¿Incumples alguna norma de tu organización por contar eso? ¿Cómo puede sentar que comentes o cuentes esa información a tus responsables y a tu empresa? ¿Qué aporta contar esa información en este momento? ¿Qué imagen da de ti que cuentes esa información?

Mi recomendación es que si vas a publicar algo sobre tu empresa o proyecto actual tiene que ser un mensaje positivo, omitiendo las críticas destructivas (e incluso las constructivas). (Estas últimas quizás mejor hacerlas a las personas que deben recibirlas y no airearlo a todo el mundo).

Tus redes sociales y profesionales son tus tuyas y eres libre de publicar y decir lo que quieras. Pero ten en cuenta que ciertas cuestiones que comentes, pueden repercutir negativamente en otras personas u organizaciones. A veces te puede tocar demostrar lo que afirmas, y más, si es algo grave. En caso de que tu empresa cometa alguna conducta ilegal contra tu persona, lo más sensato es recopilar pruebas y proceder a denunciarlo por los cauces legales pertinentes.

Hace ya tiempo que se ha convertido en algo habitual ver en medios especializados en temas laborales, de empresa, de empleo y de recursos humanos, noticias sobre personas que han sido despedidas por las publicaciones que han efectuado en sus redes sociales sobre su empresa.

Es ya habitual ver a personas que las despiden por:

  • Comunicar que estás enfermo o indispuesto y luego presumir en sus redes sociales que están en el parque de atracciones, en la piscina o haciendo deporte al aire libre.
  • Difamar a tu responsable, compañeros de trabajo y/o a tu empresa
  • Revelar información sobre tu salario, tus condiciones, tus tareas o los proyectos en los que trabajas actualmente. Debes cerciorarte si esa información es confidencial o puede ser delicada.
  • Dedicar tu tiempo de trabajo a tareas que nada tienen que ver con tu trabajo y alardear de ello.
  • Informar que tu trabajo requiere el mínimo esfuerzo y que es el más fácil del mundo. Cuidado con dejarte llevar por la sinceridad.

Otra cosa muy diferente es publicar en tus redes sociales el orgullo de pertenencia a esa empresa o proyecto. Aquí cuentas tu experiencia y lo que ha significado para ti.

Si estás trabajando actualmente en una empresa, antes de publicar algo sobre ella, aunque les pueda repercutir beneficiosamente desde tu criterio, es mejor que lo consultes, para que puedas conocer qué tipo de información consideran adecuada que puedas publicar sobre tu organización.

Si ya no estás trabajando en esa organización, quizás puedas permitirte tener menos cuidado, pero recuerda que las críticas que haces de otras personas o empresas, dicen más de ti que de la persona o empresa a la que críticas. Puedes comentar tu experiencia de haber trabajado en una empresa, expresando lo más positivo de trabajar allí y lo mejorable; si lo haces con respeto, educación y profesionalidad nada que decir. Si a esa antigua empresa no le gusta, tendría que recibir los comentarios como crítica constructiva y mejorar aquellos procesos o condiciones menos competitivas para las personas que aun trabajan ahí.

Para empezar, si vas a realizar una crítica muy acida, insultar, dejarte llevar por el rencor, el enfado u otro estado anímico poco recomendable, plantéate antes de publicarlo qué ganas haciéndolo. Puedes desahogarte con un grupo de amigos sin necesidad de exponerlo al mundo.

También se ha popularizado en las redes profesionales, como LinkedIn, publicar abiertamente que se busca empleo y rogar desesperadamente que alguien comparta su perfil o que les dé una oportunidad. Está bien indicar que estás abierto a nuevas oportunidades y que tu perfil esté accesible. Pero no olvides que lo realmente importante es publicar tu valor profesional, lo que sabes hacer, lo que puedes aportar a las personas y empresas que pueden necesitarte, lo que eres capaz de ayudar a solucionar a tu público objetivo, mostrar testimonios reales de personas y/o empresas que ya hayan trabajado contigo y quedasen contentos.  

Está claro que la búsqueda de empleo es dura y desagradecida, falta mucha empatía hacia las personas que están en esas circunstancias. En muchas ocasiones, las personas que buscan empleo se sienten invisibles, porque nadie les hace caso y eso es muy duro. Es lógico estar desesperado cuando va pasando el tiempo, no consigues ninguna oportunidad y se te cierran todas las puertas. Plantéate qué ganas mostrando esa desesperación de forma pública. No todo el mundo lo verá con buenos ojos.

Las redes sociales nos pueden hacer más visibles, aunque no más interesantes y apetecibles. Debes plantearte qué efecto causa lo que publicas, dices, haces y comentas en el público objetivo al que te diriges. Deja de suponer y lo mejor es que preguntes a personas de tu confianza, que te conocen y que forman parte de tu público objetivo. Así podrás conocer las cosas positivas y las mejorables. Al final, se trata de mostrar tu mejor versión y en ocasiones no somos conscientes de la imagen inadecuada que proporcionan algunas de nuestras acciones en redes sociales o profesionales.

Algunas personas son solicitadas y demandadas en su sector o profesión y no tienen presencia en las redes sociales y profesionales. Cada uno debe decidir en qué medios es más adecuado mostrarse, puede ser una mezcla de medios online u offline o solamente en uno de ellos.

¿Qué te aporta mostrar tu vida personal o profesional en redes sociales?

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