La orientación profesional y laboral es vital en el proceso de acompañamiento a las personas que buscan una nueva oportunidad laboral. No obstante, desde dentro, es una profesión muy precaria y temporal, cuya contratación de personal depende de recibir fondos públicos de la administración pública. Parece que cualquier persona poder ser orientador u orientadora, si tiene un grado universitario, experiencia diversa o no, aunque no tenga vocación por esa profesión. El carecer de vocación por esta profesión es muy grave, porque tienes que ayudar a otras personas a trazar su estrategia de búsqueda o cambio de oportunidades.

¿Cuál es el propósito final de la orientación laboral y profesional? Para mucha gente, el propósito final de la orientación laboral es que “te encuentren un empleo”, aunque sea algo temporal, que te pueda hacer volver al desempleo en 4 días. Los programas de orientación profesional dan solo valor a las inserciones reales, aunque sean temporales. Al final, el propósito de la orientación laboral y profesional debe ser ayudar a las personas a volar por sí solas, trabajando en profundidad las cosas que necesite cada una de ellas. Imaginemos que nos viene una persona sin ningún tipo de formación reglada, sin competencias digitales (analfabeta digital), sin saber elaborar un CV, sin saber buscar oportunidades laborales y con poca experiencia laboral. Desde mi prisma, lo prioritario no debería ser solo encontrarle un trabajo. Deberíamos trazar un plan con estas acciones:

  • Animarle a sacarse al menos algún título formativo tipo la educación secundaria obligatoria o un grado medio de formación profesional. Cada vez son más necesarios para poder optar a cualquier oportunidad laboral.
  • Enseñarle a manejar un ordenador y usar el correo electrónico.
  • Que aprenda a elaborar por sí mismo un CV y/o carta de presentación, para que pueda modificarlo en un futuro.
  • Que sepa buscar empleo y oportunidades en internet y fuera de él, es decir que sea auto suficiente
  • Definir qué tipo de empleo le encaja mejor
  • Que encuentre un empleo que le permita obtener ingresos y adquirir experiencia laboral.

Muchas veces, el objetivo más prioritario es el último, es decir colocarle. Qué duda cabe que es importante. Pero el servicio de orientación no debería terminar su relación ahí. Sin todo lo demás, sería como comenzar la casa por el tejado. Esta persona no será autosuficiente y si el puesto es temporal, terminará necesitando volver al servicio de orientación. La clave es que aprenda todo lo demás y hacerle ver la importancia de que sepa hacerlo. Un orientador u orientadora le puede elaborar el CV, aunque lo adecuado en enseñarle a hacerlo, aunque cueste más y suponga más inversión de tiempo.

Luego nos sorprende que personas con un perfil más alto, que ya son más autosuficientes, que tienen más formación y experiencia, no acudan a los servicios de orientación profesional de entidades públicas o privadas. Recuerdo hace tiempo, cuando buscaba empleo, que acudí a un servicio de orientación y la persona que me atendió, nada más ver mi perfil me dijo: “no podemos ayudarte”. No hizo nada por intentar hacer algo o darme ideas nuevas, que quizás a mí no se me hubiesen ocurrido. Un buen orientador debería conocer nuevos portales, herramientas, tácticas y planteamientos, sobre todo, actualizados. Debe escuchar las necesidades de su usuario para poder aportar valor.

Este tipo de profesionales, debería estar LinkedIn y trabajar ahí su estrategia. Pero… ¿Cuántos orientadores y orientadoras conocen, tienen, usan y utilizan de forma habitual LinkedIn, Instagram o Tik Tok? Estoy de acuerdo, que una persona analfabeta digital no necesita estar en estas redes, pero para el orientador, lo es.

Para un servicio de orientación, el colocar a sus usuarios es lo primordial. No obstante, debería valorarse cómo ha acudido el candidato y cómo se va (en cuanto a formación y conocimientos) cuando ha acabado el acompañamiento. Debería valorarse esa mejoría del candidato.

Se trata de analizar en frío y de forma objetiva:

  • ¿Qué ha aprendido nuevo?
  • ¿En qué ha mejorado?
  • ¿Qué cambios de actitud y competenciales ha tenido?
  • ¿Qué nuevas inquietudes le has generado?
  • ¿Qué cosas nuevas sabe hacer?
  • Y aunque parezca no tan importante… la calidad del trabajo conseguido.

En ocasiones uno se plantea que algunos acompañamientos deberían ser a largo plazo, es decir, que no se dejase de ayudar a esa persona o personas, hasta que no se cumplan los objetivos planteados. De esta forma el número de personas atendidas por cada orientador u orientadora serán muchas menos, aunque la calidad del servicio será mucho mayor. En ocasiones, cuando se hace una orientación exprés, no se hace seguimiento de en qué situación está la persona atendida 3 ó 6 meses después de acabar su proceso de orientación laboral o profesional.

Por supuesto, para estos acompañamientos a largo plazo, las personas que reciben orientación, deben involucrarse y participar de forma activa en su mejora profesional, sapiencial y competencial. Hay quienes necesitan orientación que piensan que todo el trabajo corresponde al orientador y orientadora, es decir, “acudo a vosotros para exigiros un empleo, aunque no encaje; eso sí, tengo claro que yo no pienso hacer nada”. No se puede ayudar a las personas que no quieren dejarse ayudar, aunque se ponga todo el empeño.

En la orientación educativa pasa lo mismo; en ocasiones, muchos alumnos acaban la educación secundaria obligatoria, sin tener claras sus futuras salidas profesionales. Y no me mal interpretéis. Hay orientadores muy buenos con una muy clara vocación. Pero… ¿qué ocurre con los que no saben cuál es su vocación profesional? Se deberían de trabajar cosas de forma personalizada e individualizada para detectar y saber cuáles son sus talentos e inquietudes profesionales. Suele ocurrir que tienen tantos alumnos o alumnas por orientador educativo, que se piensa que, si necesitan algo, ya acudirán a su despacho. A todos se les dan esas charlas generales que pueden ayudar en cierta forma, aunque no solucionan las necesidades concretas de cada joven. Recuerdo que cuando estaba acabando mis estudios de bachillerato, no tenía nada clara mi vocación; eché en falta charlas específicas que me ayudasen a clarificar esa dirección que debía tomar, así como una ayuda personalizada acorde a mis necesidades. Conseguí encontrar mi vocación con la prueba y el error, como mucha gente aprende.

El gran problema viene por lo de siempre: las subvenciones. Muchas entidades de orientación solo reciben la subvención por orientar a la persona si se produce y justifica la inserción; todas esas otras tareas necesarias no influyen para recibir la ayuda económica por atender a esas personas, cuando no todo el mundo precisa lo mismo. En ocasiones se tienen que trabajar primero unos básicos para conseguir después un empleo.

Se debe dar un valor estratégico a la orientación laboral en España, potenciando que se profesionalice de una vez esta tarea cada vez más importante ante el panorama actual del mercado laboral y del cambio de 180º que vienen en muchos sectores y profesiones. Se debe invertir en un ambicioso plan de formación y actualización de las personas que se dedican a la orientación profesional.

El trabajo que se hace en las funciones de orientación laboral son mucho más integrales y profundas, que encontrar un trabajo y que darle 4 recursos para apuntarse a ofertas de empleo. Se trata de escuchar, analizar y concretar unos objetivos y un plan, tras indagar y clarificar en qué se busca empleo, viendo qué necesita cada persona.

¿Cuál es el valor clave de la labor de orientación?

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