Las organizaciones y sus cúpulas directivas nos contratan porque necesitan nuestros conocimientos, habilidades y experiencias para ayudarles a cumplir sus objetivos, alcanzar más beneficios y ser más productivas.

Cuando comenzamos a trabajar, tenemos que asumir que ya no estamos en el colegio o la universidad, etapas en las que aprendemos a cumplir normas y reglas.

Las empresas, por su parte, son cada vez más horizontales. No obstante, deben existir una reglas, normas y procesos. Si confiamos en la buena voluntad de todas nuestras personas, nos llevamos siempre sorpresas negativas, cuyas consecuencias suelen pagar todas las personas y no solo los incumplidores o irresponsables.

Por increíble que parezca, algunas empresas del sector privado y del sector público no tienen establecidos objetivos asignados a las tareas concretas de todas las personas que trabajan en cada empresa. Es más, esas tareas y objetivos concretos deben llevar asignados unos plazos de realización y cumplimiento lógicos y razonables. Si esos plazos se incumplen no ocurre nada, aunque se debe justificar de forma objetiva por qué ocurre esta desviación.

Lo peor de todo es que, en algunas de esas empresas, si esas tareas no se hacen por las personas que trabajan ahí, no ocurre absolutamente nada. Este tipo de comportamientos hacen que cada persona haga lo que quiera, algo que perjudica a la empresa.

No tiene ningún sentido que en las empresas tengan que estar diciéndoles a sus integrantes, de forma constante, qué tienen que hacer. Cuando el personal es nuevo, está claro que hay que formarle, y todo el mundo debe tener claros sus objetivos y sus tareas específicas dentro de esa organización. Lo incoherente es que esto no siempre ocurre. Saber lo que alguien tiene que hacer, requiere una comunicación constante, habitual y fluida con su responsable y compañeros. Esto y para aquellos acostumbrados a ofrecer su puerta abierta cuando la necesiten, me temo, que no es suficiente. Esto se hace estableciendo reuniones concretas para hablar y ver la evolución de tareas y objetivos, además de poder ayudar en los problemas que surjan.

Las tareas y proyectos asignados a cada empleado o colaborador pueden variar, aunque que esas nuevas funciones no estén recogidas en nuestra relación de funciones de puesto de trabajo, que suelen ser muy vagas y genéricas. En más de una ocasión se escucha decir que esas tareas no constan en tu RPT. No podemos olvidar que nos pagan por desempeñar unas tareas vinculadas a unos proyectos prioritarios. Lógicamente esto puede variar porque las empresas son entes vivos. Esa redistribución de tareas debe ser equitativa, proporcional y lógica. Más que nada porque algunas personas competentes en determinadas empresas, son verdaderos apagafuegos heterogéneos, es decir, les meten en “todos los fregados”, porque las empresas saben que van a responder y resolver. Al mismo tiempo, hay quienes nunca saben nada, ni llevan nada, ni gestionan nada. Este tipo de comportamientos ocurren porque las empresas los permiten. Es claramente una mala gestión de las cargas de trabajo por parte de cada jefe/a de departamento o área. No puede ser que no sepas de forma detallada las cargas de trabajo real de cada uno de tus empleados o colaboradores. Tener más trabajo no significa decir más veces que nadie “cuanto trabajo tengo y no llego a nada”.

No obstante, algunos problemas corporativos no dependen de nosotros. Cada persona se debe responsabilizar del trabajo que tiene asignado, es decir, de realizar sus tareas, de resolver los problemas que surjan y de tomar la iniciativa. La organización tiene que facilitarle los medios, recursos y herramientas adecuadas para poderlo hacer, cosa que no siempre ocurre, desgraciadamente.

Las reglas y procesos que se implementan en las organizaciones deben ser coherentes y adecuadas a todas las personas. Por ejemplo, las medidas de flexibilidad horaria suelen estar pensadas solo para las personas que tienen cargas familiares de algún tipo. ¿Qué ocurre con esas personas que no tienen familia a cargo? Parece que no tienen derecho a nada. Pero no olvidemos que pueden tener otro tipo de cargas personales, profesionales y sociales, que pueden requerir tener esa flexibilidad o, al menos, tener la opción de acogerse a ella. Lo importante es que las personas hagan su trabajo, se involucren y den lo máximo de ellas siempre que se requiera. Todas nuestras personas y sus circunstancias deben ser importantes. Recuerdo en una empresa en la que trabajé, que para coger vacaciones tenían prioridad las personas con hijos, cargas familiares y que su lugar de origen no era el de su puesto de trabajo. Esto hacía que las personas que no estábamos dentro de esos parámetros, nos quedáramos siempre lo que no querían las personas que encajaban dentro de esas reglas. Suele ocurrir que el que se ve beneficiado por la norma, en vez de ser flexible, quiere tener ese privilegio en todos los puentes, fechas y períodos. Nos toca ponernos en el lugar de los demás, para que nuestro derecho no genere perjuicio en el prójimo.

El teletrabajo es algo positivo que ha traído la pandemia. Pero no olvidemos, que teletrabajar no supone tener vacaciones extras. Esto significa desempeñar tu trabajo, realizar tus tareas y cumplir tus objetivos, desde tu casa o desde otro lugar que no sea tu oficina. Obviamente, el desempeño de tu trabajo desde tu casa supone ser más flexible, es decir, que lo importante es que hagas tu trabajo, aunque el horario que sigas sea más flexible. Como digo, el objetivo es completar las tareas… independientemente del horario. Pero… ¿tenemos todos claras nuestras tareas al teletrabajar? ¿O simplemente esperamos hacer el mismo horario de oficina en casa?

Hace poco me contaba una persona de mi entorno que la picaresca existe: personas que, durante un supuesto teletrabajo, no respondían llamadas de trabajo y mucho menos contestaban al email corporativo. Esto no es teletrabajo, sino acciones propias de caraduras. Aunque parezca extraño, la responsabilidad de este tipo de comportamiento es tanto del que lo hace como del que lo permite.

Una empresa no se puede permitir esto y debería tener consecuencias. La solución no es quitar el teletrabajo, sino reunirte con esas personas incumplidoras y quitarles la opción de teletrabajar solo a ellas, hasta que demuestren que son responsables y que se comportan como personas adultas. Las empresas que ante este tipo de situaciones toman medidas en perjuicio de todos sus empleados, cometen un tremendo error, porque hacen pagar a la mayoría las consecuencias de comportamientos que no van con ellas.

No olvidemos tampoco que las reglas y normas son para todas las personas que trabajan en esa empresa, es decir, para dirección general, para los técnicos, incluso para el conserje, es decir que lo debe cumplir todo el mundo con independencia del rol que tenga. Si ocurre que los que lo implantan no lo cumplen, están siendo incoherentes. Esto se soluciona con reglas adaptadas a cada segmento de personas con sus circunstancias. No puede ser las mismas reglas de fichaje y horarios para las personas que tiene que viajar mucho por trabajo que para la persona que está siempre en la oficina o en la fábrica. La persona que viaja, en ocasiones, tiene que acudir a cenas o comidas con clientes y esto se debe considerar horario de trabajo, aunque sean fuera de las horas estipuladas como horario de trabajo estándar. Debes dar una solución lógica a las personas que están dentro de esas circunstancias excepcionales dentro de tu empresa.

Se debe facilitar el trabajo de todos, adecuándonos al tipo de tareas de cada persona, teniendo en cuenta circunstancias diversas, complejas y diferentes. Si una compañía pretende que todas sus personas tengan que acogerse a las mismas normas porque sí, va a generar descontento, desmotivación y desconexión, por no sentirse identificados ni valorados.

Tendremos que ir un paso más allá y conceder la flexibilidad al que demuestra que es merecedor de ella. Por regla general, se le debe de dar a todas las personas vinculadas a una organización, aunque para mantenerla, será necesario demostrar con tus acciones que cumples tu trabajo, que haces tus tareas, que asumes tus errores y que buscas una solución a los problemas que dependen de ti. Esto tipo de gestiones deben estar capitaneadas por los líderes o jefes/as asignados a cada área o departamento. En ocasiones, toca hacer ver a algunas personas que su actitud, comportamiento o rendimiento no es el adecuado.

Como empresa o trabajador, ¿os sentís identificados con estos comentarios?

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