Gestionar equipos de personas es duro; muchas veces, uno se siente solo e incomprendido. Cuando uno cambia de rol (ascenso)… no debería dejar de ser la misma persona, pero ciertamente, muchas personas con las que te llevabas bien, ahora que eres jefe, te mirarán con otros ojos. Aunque esto te vendrá bien para saber qué personas están de forma incondicional contigo, con independencia del rol que ocupes y cuáles no.
Por supuesto, por muy preparado que puedas estar para liderar equipos de personas, es imposible saberlo todo. Es más, debes rodearte de personas que sepan mucho más que tú en diversas materias operativas del departamento. Al final, un líder está para gestionar y decidir, en función de diversas opiniones de las personas de su equipo o de la organización.
MIEDOS
Muchas personas que gestionáis equipos tenéis miedo y tenéis la sensación de que no estáis lo suficientemente preparados para liderar. ¿Por qué motivo no solicitáis formación en vuestras áreas de mejora como líderes a vuestra cúpula directiva?
Es fundamental reconocer nuestros miedos y no permitir que nos paralicen. Seguro que, en anteriores experiencias laborales, tendrías miedos que en su gran mayoría no se manifestaron. Lo peor que se puede hacer es ignorar nuestros miedos y dejarlos estar, pensando que se pasarán. Desgraciadamente, volverán con más fuerza, cuando peor te vaya. Si algo te aterra, debes ponerte manos a la obra para buscarle una solución y a veces es prepararte. Si no eres capaz de hacerlo por ti mismo, pide ayuda a tu empresa o búscala por tu cuenta. Personalmente, de forma habitual, mejoro mi formación en temas de comunicación, liderazgo, talento y tecnología, para seguir aprendiendo cosas y mutando aspectos en los que tengo margen de maniobra. Pensarnos que nuestra forma de liderar es la única correcta, es ser muy ignorantes y abrazar de lleno a la mediocridad en nuestra forma de gestionar equipos.
PREGUNTAS PODEROSAS
Muchos líderes o gestores de personas se piensan que, si su equipo de trabajo no manifiesta los problemas, frustraciones o necesidades que tienen, es que todo está bien. Aquí radica el verdadero problema: suponer muchas cosas y no ir a lo más fácil, preguntar a tus personas; eso sí, con tiempo para atenderlos y escucharlos de forma plena. Mucha gente pregunta mientras saluda y ni se para con su interlocutor. Esto desmotiva a la otra persona.
¿Por qué motivo te da miedo hablar con tu equipo de personas? Quizás porque suponga traer a la conversación problemas reales, que sabíamos que están ahí, aunque no queríamos tratarlos.
Recuerdo cuando llevaba 5 años de carrera profesional, estaba contento en la organización en la que trabajaba, aunque mi responsable no tenía tiempo para mi ni para mi plan de carrera. Veía como no me proponía para oportunidades internas en las que podía encajar, pero no podía saltarme la escala de mando. Intenté por activa y pasiva hablar con él. Como le incomodaba el tema, no tenía tiempo nunca para hablar conmigo. Por ello, decidí buscar opciones profesionales fuera. El día que comuniqué que me marchaba de la empresa, hablé largo y tendido con él. Fue entonces cuando intentó persuadirme para que me quedara, diciéndome que todo cambiaría a partir de ese momento. Por supuesto, mi decisión estaba tomada y opté por seguir adelante con mi decisión.
Siempre aconsejo trabajar la confianza con tus personas, hablando mucho con ellos, conociéndolos y aceptándolos tal y como son, asumiendo que vosotros tampoco sois perfectos. No os centréis en aspectos personales sino profesionales. Aunque seáis muy diferentes, debes reconocer y agradecer lo bueno que aporta cada una de esas personas. La confianza se gana con las acciones y no con las palabras. Demuestra en tu día a día que estás ahí y que haces lo máximo por esforzarte, asumiendo que algunas decisiones son complicadas de entender.
Si gestionáis equipos de personas tenéis que haceros de forma habitual estas preguntas:
- ¿Qué esperan las personas de mi equipo de mí?
- ¿Cómo puedo ayudar a cada una de las personas de mi equipo a mejorar, progresar y evolucionar?
- ¿Por qué motivo choco tanto con “María” y/o “Luis”?
- ¿Por qué ha cambiado la actitud de “Pedro” dentro del equipo?
- ¿Qué tipo de personas necesito en mi equipo para compensar las carencias?
- ¿Qué necesidades formativas tienen las personas de mi equipo?
- ¿Qué plan de reciclaje necesitan tus personas para seguir siendo competitivas dentro de la empresa?
- ¿Por qué me da miedo reconocer las cosas que no sé?
- ¿Por qué razón me cuesta tanto pedir disculpas cuando me equivoco?
- ¿Qué errores cometes de forma habitual?
- ¿Por qué se me olvida reconocer el buen trabajo que hacen las personas de mi equipo?
- ¿Cómo puedes mejorar la comunicación diaria con las personas de tu equipo?
- ¿Qué tareas puedes delegar en las personas de tu equipo?
Un líder, antes que nada, es persona y debe ponerse en el lugar de los demás. Si cuidas a tus personas, ellos lo valorarán y recibirás lo mismo de las personas de tu equipo.
Una vez que has respondido a esas preguntas, lo más difícil es asumir aquello que tienes que mejorar y ponerte en acción. A nadie nos gusta que nos digan en qué debemos mejorar, todos tenemos cosas que pulir. Conformarnos con decir “nosotros somos así” es lo más fácil. Conformarnos es de conformistas. Nadie dijo que los cambios fuesen fáciles, todo cuesta esfuerzo y el que diga lo contrario miente. Los cambios comienzan por asumir lo que debes cambiar y quererlo hacer por tu mejora.
¿Qué miedos tienes a la hora de liderar?
No dudes en pedir un mentor para mejorar tu estilo de liderazgo si es lo que precisas. ¿Hablamos?
* Fuente imágenes utilizadas https://pixabay.com/es/
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