Últimamente, nos llegan noticias de otros países, que revolotean y generan debates. En este caso, me voy a hacer eco de algo que ha surgido en Estados Unidos. Se trata de los millones de personas que han abandonado o renunciado a su trabajo sin tener otro empleo a la vista en Estados Unidos, es decir, han causado baja voluntaria. ¿Podría pasar esto en España? Si me hubieran preguntado hace unos años (época pre COVID) hubiera pensado que no. Bien es cierto que las nuevas generaciones que se incorporan al trabajo, no tienen esa mentalidad de “aguantar” hasta que les salga algo. Si no les gusta, lo dicen y se van, aun sin tener nada. Pero, ciertamente, el “bicho” nos ha cambiado, incluso, en el ámbito laboral.

El confinamiento y constantes limitaciones que hemos vivido en todos los países en estos dos últimos años, han conseguido que millones de personas se hayan replanteado muchas cosas. En primer lugar, hay quien se ha parado a pensar: ¿Qué sentido tiene lo que estoy haciendo con mi vida? ¿Qué es lo que realmente quiero hacer en lo profesional? ¿Cuáles eran mis sueños profesionales? ¿Qué ocurriría si dejo mi empleo actual?

Esta autoreflexión ha llevado a mucha gente a darse cuenta que emocionalmente está agotada y que su salud mental está muy resentida, haciendo que seguir en su empresa o trabajo actual no tenga ningún sentido. Igualmente, la convivencia mucho más habitual y directa con nuestras familias, debido al aumento exponencial de sistemas de trabajo híbridos o de teletrabajo, ha generado que los roces y crisis de pareja tapadas por las vidas ajetreadas, hayan quedado al descubierto. Esto supone que mucha gente ha decidido romper con cosas que no le llenaban. Obviamente, aquí no se puede generalizar porque cada persona es un mundo.

Sabéis que en España nos gusta compararnos con todo el mundo y ya está en el aire la gran pregunta: ¿Cuándo va a llegar esa gran renuncia a España? Soy de la opinión que, ni va a llegar ni se la espera a niveles tan altos como en el mercado laboral estadounidense. No obstante, según se dice, en España, más de la mitad de las personas que tienen trabajo están desmotivadas en su empresa o proyecto actual; de ahí a que se planteen seriamente a cambiar o a dejar su trabajo existe una gran diferencia.

El mercado laboral español es muy diferente al mercado laboral de EEUU. Tenemos que comenzar en primer lugar por analizar el nivel de desempleo de cada uno de estos dos países. En EEUU en estos momentos el desempleo es inferior al 4% (3,9% concretamente) mientras que en España tenemos un desempleo superior al 13% (13,3% con exactitud). Marcharte de tu trabajo en EEUU no conlleva mucho riesgo, es decir, tienen casi pleno empleo; esto supone que si renuncias la probabilidad de encontrar otro empleo es fácil, debido a que existen muchas oportunidades laborales diversas. El marcharte de tu trabajo en España se puede hacer, aunque las probabilidades de encontrar otro trabajo de forma tan rápida, depende de tu rol o sector profesional, puede que no sea tan fácil, debido a que nuestro nivel de desempleo es casi el triple, además de la gran precarización del mercado laboral español.

Otro aspecto que no se comenta es que en Estados Unidos está asumido que una persona se tome un descanso o paréntesis de su vida laboral para reflexionar y decidir hacia donde enfocar su nuevo rumbo laboral. Igualmente tienen una mente mucho más abierta de cara a aceptar los cambios de profesión y dando más oportunidades a personas que, a priori, no encajan con ese rol, aunque aportan un periplo profesional amplio en otros campos u áreas (lógicamente depende de cada caso). En España, aún se sigue pensando más de lo que me gustaría que si una persona lleva uno o dos años sin trabajar es porque tiene carencias, le falta valía, está muy cómodo sin hacer nada o le gusta no dar un palo al agua. Antes de juzgar y generalizar, debemos ponernos un poco más en el lugar de la otra persona.

Estar sin empleo no tiene nada que ver con la falta de talento, de valía o de valor de esas personas. La finalización de un contrato se puede deber a muchas circunstancias que nada tienen que ver con la competencia de una persona. En otras ocasiones, el proyecto no encaja con los valores o forma de ser de la persona; esto puede ocurrir. Cualquier persona nos podemos quedar sin trabajo y siempre digo que, desde la barrera, los toros se ven muy bien. Es fácil decir que el que no trabaja es porque no quiere, desde la seguridad de tu empleo.

Otro aspecto que no podemos pasar por alto es que la protección de desempleo en los dos países es radicalmente diferente. En España, por los últimos 6 años trabajados te corresponden 24 meses de desempleo, a 4 meses por año trabajado. Esto da cierta seguridad y un colchón, aunque el salario que se perciba sea mucho inferior al que recibían por estar trabajando. En Estados Unidos el máximo de prestación por desempleo es de 6 meses dependiendo de las circunstancias, con independencia de cuánto tiempo lleves trabajando en esa empresa. Esto hace que las personas en España en ocasiones se acomoden y no les corre prisa encontrar otro empleo, aunque esta tendencia es minoritaria desde mi prisma. Por supuesto, causar baja voluntaria de tu empleo, conlleva que, aunque tengas generado tu derecho a la prestación por desempleo, no puedes acceder a él. Tendrás que comenzar a trabajar en otra empresa y que ese contrato se finalice por decisión del empresario o porque que llega el fin del contrato sin opción a continuar; en este caso podrás acceder a esa prestación generada y no disfrutada. En EEUU, al tener solo una prestación o ayuda de 6 meses, hace que la gente tenga que buscarse rápidamente la vida, para seguir obteniendo ingresos.

También es importante resaltar que los derechos adquiridos de los empleados en las empresas en Estados Unidos, aunque la antigüedad en esa organización sea alta, brillan por su ausencia en prácticamente todos los sectores. En España, por el contrario, permanecer más tiempo en una misma empresa, nos suele dar más derechos adquiridos en salario, incentivos, salario en especie, flexibilidad, horario, etc. Esto hace que mucha gente quiera otro empleo mejor que lo que tiene actualmente, es decir, busca mejorar todos esos beneficios, cosa que no siempre es fácil ni posible nada más comenzar en una nueva empresa. Cada empresa es diferente y debemos valorar más lo que nos aporta y no centrarnos tanto en lo que nos falta. La permanencia en una misma empresa es mucho más alta entre los trabajadores españoles que entre los empleados estadounidenses.

Por supuesto, las ayudas fiscales en Estados Unidos han sido muy altas y se han centrado en el bienestar de las familias, es decir, que esto ha fomentado que, aunque dejasen su trabajo, han tenido unas ayudas directas del Estado, que les han permitido vivir con tranquilidad. Las ayudas fiscales en España han sido más discretas y más de ayuda directa a las familias que peor lo han pasado por está crisis pandémica.

En España también somos más cautos a la hora de asumir riesgos, estamos aún imperados por el lema “más vale más malo conocido que bueno por conocer”. Por el contrario, en Estados Unidos, llevan mucho más en su ADN esa asunción de riesgos por perseguir sus sueños o metas profesionales, asumiendo que no será fácil. El mercado laboral y la sociedad estadounidense ve de forma satisfactoria que las personas se lancen a la piscina de intentar cosas, aunque no les salga como se esperaba. En la sociedad española el fracaso se tolera mal y está mal visto, parece que, si intentas algo y no lo consigues, eres un paquete. Esto está mejorando en España, aunque aún queda mucho por cambiar a nivel de mentalidad. Por supuesto, el emprender en EEUU es mucho más ágil y con burocracia escasa. Aquí, desgraciadamente, aún es muy farragoso y con una burocracia exacerbada.

Por lo tanto, puedo aseverar que la gran renuncia en España será residual, como hasta ahora, al menos mientras muchas de estas cosas que he comentado no cambien. La gente que en España decide marcharse de su trabajo sin tener nada, es porque no pueden más y su salud mental está muy resentida, necesitando salir, (escaparse) para conseguir tomar aire. Aquí, la gente se suele marchar cuando tienen ya otra oportunidad cerrada que sustituya a su trabajo. Está claro que marcharte de un trabajo sin tener otro se debe meditar; esto no conlleva que no puedas encontrar otro empleo. Toca pensar las cosas bien y plantear una estrategia flexible, dependiendo de tus circunstancias vitales, profesionales, familiares y económicas. Hacer esto requiere ser muy valiente y tener claro que antes que un trabajo, estás tú por encima de todo.

¿Qué haría que renunciases a tu trabajo actual?

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