La marca corporativa real la definen todas las acciones que una compañía realice con cualquier parte interesada en ella. Aquí incluimos clientes reales o potenciales, personas que quieren trabajar en esa empresa (candidatos), empleados que ya están trabajando en esa organización, proveedores, representantes, colaboradores y demás partes implicadas con esa empresa.
Una cosa es la imagen que una compañía quiera tener o piense que tiene en el mercado y/o con los diferentes públicos objetivos a los que se dirige. Otra cosa es la imagen real que tienen de esa empresa todos esos segmentos de público.
El peso y valor de una marca corporativa se puede ver claramente en cómo las personas que trabajan en esa empresa tratan, atienden o cuidan a las diferentes personas que son parte interesada en la misma.
Vamos a poner las cartas encima de la mesa
¿Qué hace la cúpula directiva de tu empresa e inculca a sus empleados cuando ocurren situaciones de este tipo?:
- Un cliente tiene un problema.
- Se cuida mejor a los nuevos clientes que a los ya existentes
- Un empleado tiene un problema, una necesidad o una idea.
- Trato a las personas que han participado en un proceso de selección y no han sido los elegidos.
- El plan de acogida, formación y acompañamiento para las personas que se incorporan a trabajar en vuestra organización.
- Vuestros empleados quieren dejar de trabajar con vosotros.
Una organización debe ser objetiva y franca para llegar a la realidad de su imagen corporativa. Si a los dirigentes de una organización les dan igual estas cuestiones, menos les van a importar a los empleados. Una empresa debe cuidar su cultura corporativa y asumir que la representan las personas que trabajan ahí. No hay que olvidar que son la imagen que perciben las partes externas a la organización.
Tirar balones fuera
Todos hemos sido clientes, candidatos, usuarios o socios de empresas, entidades u organizaciones de diferentes tipos.
Imagínate que te encuentras en uno de estas situaciones:
- Vas a una tienda especializada a comprar una lavadora y el empleado que te atiende no sabe darte la información entre los diferentes aparatos ni recomendarte ninguno que te ayude a tomar una decisión. Es más, te dice que no puede decirte más de lo que pone en la ficha técnica.
- Tienes un problema con el producto, servicio o actividad comprada o contratada. Llamas para comunicarlo y que te den una solución. Resulta que te van pasando de un departamento a u otro y todas las personas de esa empresa con los que hablas te dicen, que ellos no lo llevan y que no pueden ayudarte.
- Has participado en un proceso de selección de esa empresa para la que, a priori, encajas; te llaman para la primera prueba del proceso, te comentan que se te comunicará el estado final de tu candidatura, seas seleccionado o no. Pasan 4 meses y nunca más supiste de esa organización. Es más, llamaste en más de una ocasión y te dieron largas o te indicaron que aún se continuaba con el proceso de selección, que cuando acabase te comunicarían el resultado final.
- Te has presentado a un proceso de selección de una empresa, vas pasando las siguientes cribas y al final te comunican que has sido el seleccionado. Durante el proceso te comentan que, en caso de ser elegido, tendrías un plan personalizado de comienzo, con un mentor asignado, con formación ajustada a tus necesidades y reuniones de seguimiento habituales. Llega el gran día. Te recibe recursos humanos y te dan el manual de bienvenida y te enseñan las instalaciones. Ese mismo día te llevan con tu jefe y compañeros, que te cuentan sin descanso algunas de tus tareas y te explican algunas de ellas. El segundo día ya te dejan solo y pretenden que te busques la vida. Es más, todo el mundo te dijo si necesitas algo nos dices.
Ni que decir tiene, que estos son casos que no ocurren en todas las empresas. La mayoría de las compañías tienen claro que les irá bien si sus clientes están bien tratados, atendidos y cuidados.
Desgraciadamente, estos casos que he mencionado son más habituales de lo esperable. Todas esas situaciones coinciden en una falta de profesionalidad de personas que trabajan en esa empresa y son la voz de la misma con esos clientes o partes interesadas. Esas personas no asumen su parte de responsabilidad ni se centran en buscar una solución a esos clientes o a cumplir la palabra dada.
Al final, una organización puede lanzar mensajes del tipo: “Nuestro cliente es lo más valioso” “Nuestro corazón son las personas” “Tus problemas son nuestra prioridad” “Somos especialistas” “Queremos contar contigo en nuestra empresa”. Son mensajes muy atractivos que quedan bien, pero luego, al entrar en contacto con la empresa, no se corresponden con la realidad. Una persona contará su experiencia real con una organización y si se encuentra un mensaje ficticio, posiblemente no se quede y transmitirá su experiencia. No es buena imagen para la empresa.
Experiencia que marcan
Recuerdo que hace años me presenté a un proceso de selección para trabajar en una empresa muy reputada en su sector como profesor en su escuela de verano. Pase las diferentes fases y me comentaron que había sido seleccionado para trabajar con ellos para ese puesto. Que me llamarían para formalizar el contrato. Fueron pasando los días y semanas sin tener noticias de ellos. Les iba llamado y me daban largas. Al final, me llamaron para comentarme que, por temas organizativos, habían decidido incorporar a menos personas y que yo era uno de los que se caían de los seleccionados.
Lógicamente yo ya me había imaginado algo de esto y seguí buscando trabajo, hasta encontrar otro empleo adecuado y en una organización que cuidase mejor su marca. La imagen de esta organización para mí siempre ha sido nefasta, debido a esta experiencia, y relaciones externas con ellos, tampoco han mejorado mi opinión de ellos. Al final, asumes no ser seleccionado para un puesto de trabajo. Lo que no olvidas es que te traten con falta de profesionalidad y que no sean serios. Tengo claro que mi caso no es esporádico y lo hacen con mucha gente. Luego gastan mucho dinero en campañas de marketing para vender lo buenos que son. Si alguien me pide referencias de esta empresa, como suponeis, no van a ser buenas, pero lo que digo siempre, la experiencia es de cada cual. No se puede poner el “San Benito” de por vida, pues las cosas también pueden cambiar en la empresa.
Hacer las cosas bien, cuesta lo mismo que hacerlas mal.
Tratar a todas tus partes interesadas con profesionalidad, educación, rapidez, amabilidad y humanidad hacen que te lleves una buena imagen de esa empresa, aunque no fueses elegido en el proceso de selección de esa empresa. No pedimos más que sentido común y sentirnos bien tratados. No cuesta nada quedar bien con tus potenciales partes interesadas. Igual, en la actualidad no es el cliente, candidato, proveedor o partner adecuado, aunque puede ser lo que necesita tu empresa en un futuro. Cuidar a las personas nos garantiza que se llevan una buena imagen de nuestra empresa.
Si necesitas ayuda para trabajar o mejorar, estoy a tu disposición para escucharte y atenderte.
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