Las empresas suelen tener un problema: para cubrir sus vacantes y/o sus nuevas necesidades de personal, solo ven ese hueco a corto plazo y no miran más allá. Solo buscan un recurso y no se centran en la persona que necesitan seleccionar.

Partamos de la base de que nadie es imprescindible en una empresa o proyecto; otra cosa muy diferente es el nivel de necesidad o dependencia de algunas personas en determinadas empresas o proyectos, porque sus tareas solamente las controlan esas personas o porque la forma de trabajar, aportar o efectuar sus tareas son únicas. En ocasiones, no se valora el talento de las personas que se tienen hasta que se marchan.

Cuando las empresas necesitan incorporar nuevo talento, despliegan su mejor cara, están en proceso de cortejo y solamente venden las grandezas y bondades de esa organización. De la misma forma, aquellos que buscan empleo o nuevo proyecto, hacen un lavado de cara a su perfil y periplo, intentando ser la mejor opción para esa posición. No es que ambas partes mientan, sino que cuentan lo que les interesa y omiten información que igual no les beneficia.

Recuerdo en un proyecto al que me incorporé: me lo “vendieron” como una gran oportunidad profesional en el área de RRHH. La realidad es que esa vacante era solo para cubrir una baja maternal, pero no lo indicaba en la oferta de empleo. Fui seleccionado y acepté esa oferta sin tener esa información. En mi caso dejaba otro trabajo en el área de selección. El puesto me permitió desarrollarme y comenzar nuevas tareas que, conllevaron al final, una continuidad más allá de esa baja maternal. Posiblemente, no hubiera aceptado ese puesto de haber sabido que solo era para cubrir una baja maternal. No obstante, no me arrepiento de la decisión que tomé.

Si vamos con verdades a medias o generamos falsas expectativas en nuestros empleados, conseguiremos que se frustren nada más llegar y que, a la mínima oportunidad, salgan a toda velocidad de nuestra empresa, contando su experiencia y generando una mala reputación corporativa. Vivimos en un mundo de apariencias; todo el mundo quiere trabajar en el “Google” de su sector y todas las empresas quieren a “Messi” o “Beyoncé” de esa profesión, para alardear.

Las empresas deben ser transparentes y vender la realidad con todo su potencial y lo mejorable. No hacemos nada con atraer al mejor talento si no somos capaces de mantenerlos tiempo con nosotros.

He conocido gente que ha comenzado a trabajar en empresas que les habían garantizado grandes posibilidades de desarrollo profesional y un plan formativo personalizado y permanente; esto le había conseguido atraer, además del resto del paquete de condiciones, claro está. Pasado un tiempo prudencial en el que han podido conocer la empresa más en profundidad se han dado cuenta que aquello que les dijeron era marketing porque, a pesar de la valía de cada uno de ellos, la posibilidad de crecer en la organización era imposible y la formación personalizada era la que quisieran hacer ellos fuera de su horario laboral.

En otro proceso, fui descartado en la fase final para un puesto para el que encajaba a la perfección; se decantaron por otro candidato. Cual fue mi sorpresa que a los 3 meses me llamaron de esa empresa para incorporarme a esa posición. El candidato elegido supo vender una realidad diferente a la real, convenciéndoles de todo lo que era capaz y consiguió cautivar a la empresa. Se olvidó de tener en cuenta que, si era elegido, tendría que demostrar todo eso y conseguir resultados. Esta persona les vendió humo y cuando vieron que se habían equivocado no dudaron en despedirle y buscar a una persona más adecuada a lo que necesitaban realmente.

A veces ocurre que una persona elige nuestra empresa, no porque esté convencida sino como alternativa hasta conseguir el tipo de puesto que sabe que merece; es decir, nos elige como etapa de transición o consolidación. Es factible que estuviera en una situación complicada en su anterior proyecto o por el contrario estaba sin trabajo. Lo que se exige al candidato y lo que se le ofrece a cambio debe estar equilibrado, de lo contrario produce desequilibrios que harán que esa relación no dure. ¿Cuántas veces ocurre que se piden 5 años de experiencia, dominio de herramientas, idiomas, conocimientos y competencias muy específicas, para después ofrecer un salario de junior o con un salario muy por debajo de la presión y responsabilidad que conlleva ese puesto de trabajo? También es habitual que alguien con poca experiencia exija unas condiciones que no cuadren con lo que aporta; necesitamos tener un rodaje y eso nos lo da la experiencia. Cuando uno está dando sus primeros pasos en el mundo laboral, no debería de ser el salario lo que más le importe; con esto no digo que haya que aceptar cualquier tipo de remuneración; todo tiene que ser lógico y aceptable para vivir de forma adecuada.

Se nota cuando un candidato nos escoge convencido y cuando lo hace porque es una vía de salida; estos últimos suelen durar muy poco y como muy tarde en menos de un año, si han tenido ocasión, han volado y más si son competentes y gente preparada.

Pocas empresas indican, como se hace en otros países, en sus ofertas la banda salarial en la que se mueve esa vacante. Soy de la opinión de que hacer esto, es una forma de conseguir que las personas que se apuntan, demuestren que les encaja lo ofrecido. Los que no se apuntan es porque no les cuadra esa banda salarial para sus aspiraciones o en comparación a lo que están cobrando en la actualidad. Pero no olvidemos, que el salario no lo es todo. No voy a negar que tiene importancia, es lo que nos permite llevar una vida buena o no. No debemos olvidar que trabajamos para vivir y no al revés. Pero no deberíamos dejar a un lado ese desarrollo profesional, ese bagaje que nos va a dar el puesto y lo que nos va aportar para futuros empleos.

La transparencia y la humanidad hace que una persona se comprometa con ese proyecto porque le han “vendido” la realidad. Algunas empresas son una gran proyección profesional para los que trabajan allí, como por ejemplo algunas empresas de consultoría que curten mucho y crean grandes profesionales, aunque con jornadas maratonianas y extenuantes, una carga excesiva y unas condiciones buenas, aunque ajustadas para la contraprestación que tienen que dar.

Al final, conseguir que una relación laboral no se rompa por ninguna de las dos partes, requiere una comunicación fluida, no llevar las cosas al terreno personal, ceder en ocasiones, prestar atención a la otra parte, cuidarnos los unos a los otros, demostrar de forma habitual que es alguien importante para nosotros, aunque no siempre podamos satisfacer lo que quiere, que nos divertimos, que aprendamos cosas nuevas, que tengamos retos nuevos y que nos divirtamos, porque nos permite crecer.

¿Tienes alguna anécdota que contarnos de cómo conseguiste un puesto o mala experiencia?

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