¿Quién no ha oído afirmaciones del tipo, “Los robots van a quitarnos el trabajo”? Creo que debemos de ser menos negativos, aunque, ciertamente, estamos en un cambio de ciclo y, por ende, se están produciendo cambios abruptos en nuestro sistema productivo que no nos han de dejar indiferente. Esto no es nuevo; en la época de la revolución industrial y del boom de las fábricas, muchos oficios más artesanos desaparecieron y la población se tuvo que adaptar. Es más, en aquella época mucha gente vivía del campo y decidieron apostar por ir a vivir a las ciudades atraídos por el trabajo en las fábricas. Al principio, las jornadas laborales era extenuantes. Poco a poco, tras mucha lucha y reivindicación, se fueron ganando derechos laborales en beneficio de las personas trabajadoras.
Por supuesto, en la actualidad todavía persisten muchos trabajos del siglo XX en pleno siglo XXI, el siglo de las nuevas tecnologías, en donde prima la tecnificación, automatización y robotización de la industria. Este cambio de paradigma está haciendo que muchos puestos de trabajo desaparezcan, porque se pueden simplificar esas tareas y conseguir que la tecnología las haga de forma más eficiente y con la misma seguridad.
Pero no todo es malas noticias. Por el contrario, el lado positivo es que es que van a surgir muchos de puestos de trabajo nuevos conforme esto vaya avanzando. Ciertamente, la baja natalidad en los países desarrollados, hace que no tengamos relevo generacional, para sustituir a las personas que se quedan obsoletas y para cubrir esas nuevas necesidades de perfiles profesionales. Esto requiere que sea imprescindible que se haga un plan integral de recualificación y reciclaje del talento de las personas que tenemos en nuestras empresas.
Muchas empresas aún siguen pensando que es más fácil y rápido salir a buscar fuera los nuevos perfiles que precisan para avanzar en su transformación digital y productiva. Esto hace que desechen a personas preparadas, aunque con un desfase competencial necesario para seguir siendo competitivos a nivel profesional. El problema es que los perfiles más requeridos en la actualidad que tienen que ver con la inteligencia artificial, el marketing digital, el social media, la programación, los drones, el big data, el 3D y otras áreas muy digitalizadas son recientes en el mercado laboral. Esto supone que hace 10 años o menos no existían la mayoría y van mutando de forma permanente, es decir, se requiere que se actualicen sus conocimientos constantemente y de forma muy rápida. Esto conlleva que no exista suficiente personal formado en esas nuevas disciplinas o perfiles profesionales. Se necesitan en las organizaciones más personas con esos perfiles que las disponibles en el mercado. Muchos de los que buscan nuevas oportunidades carecen de una base mínima de competencias digitales para ir especializándose más en otras ramas con una formación a la carta, haciendo grupos de alumnos que partan de un nivel muy similar.
Muchas personas que están trabajando los perfiles profesionales que tienen sus días contados por la automatización, siguen mirando a otro lado, como si no fuese con ellos. Piensan que se salvarán. Hace años que no se preocupan de seguir formándose, aprendiendo nuevas cosas, cultivando sus inquietudes y fomentando seguir siendo atractivos a las necesidades presentes del mercado laboral de su sector. Se han acomodado y se han centrado en mantener a sus familias. Hace tiempo que sus sueños profesionales quedaron tapados en su baúl mental. Muchas de estas personas dicen: “es tarde para mí”, “con mis años, ¿dónde voy?”, “ya no tengo la cabeza para aprender nada nuevo”, “ya me buscaré la vida si me veo en la calle”, “mi empresa me necesita y no me sustituirá”, “que me formé mi empresa”, “no tengo tiempo para hacer cosas nuevas” … y podría seguir. Se piensan que esto no van con ellos, cuando deberían de estar más preocupados. Esta transformación silenciosa no para y, lo malo para ellos, es que empezó ya hace años. Se debe tener confianza en uno mismo y supone tener planes alternativos por lo que pueda ocurrir.
Cada vez es más necesario especializarse en materias y áreas nuevas. Se pide cada vez más a personas especialistas en determinadas competencias técnicas, idiomáticas, emocionales, digitales, conceptuales y experienciales, que sepan desarrollar, armar y ejecutar proyectos muy específicos con autonomía y profesionalidad. Se les contrata más por los resultados que son capaces de conseguir, porque les avala su trayectoria. Son profesionales que son capaces de hacer “virguerías” con sus conocimientos, gracias a su experiencia. Por lo tanto, los profesionales de hoy en día deben actuar y adquirir experiencia, aprovechando la mínima oportunidad que tengan de demostrar su valía y consolidar su periplo en el mercado laboral real. A veces esto supone sacrificarse un poco, con esto no digo que se tenga que trabajar gratis. Es cuestión de ir progresando en el ámbito profesional, aprendiendo nuevas cosas que luego nos puedan ayudar a dar el salto. Las carreras profesionales ya no son lineales; son cada vez más caóticas, con subidas, bajadas y adaptaciones constantes, sabiendo adaptarse al auto de choque profesional que nos toca defender.
Por supuesto, las cúpulas directivas de las empresas deben de establecer un protocolo estratégico formativo permanente que ayude a que sus personas actualicen sus conocimientos y competencias. Más veces de las deseadas, en algunas organizaciones, las formaciones que solicitan y reciben las personas que trabajan ahí, no tiene nada que ver con lo que realmente precisan para ser competitivos en el rol que tienen que desempeñar. Imaginemos un técnico de empleo que se niega a recibir formación en redes sociales y profesionales, en nuevas plataformas digitales de empleo, en nuevos canales formativos formales e informales, porque dicen que eso no van con ellos. Eso no es relevante, si se quieren dedicar a eso y efectuar su trabajo con profesionalidad y una calidad, tienen que estar al día de todo ese nuevo ecosistema del empleo y del mercado laboral. Esto es extensible al resto de perfiles profesionales.
Los planes de formación deben estar ajustados a lo que precisa cada profesional para desempeñar su trabajo de forma eficaz y eficiente. Hace poco, me comentaba un amigo que en su empresa recibían las formaciones de gestión del tiempo, las personas que se gestionaban bien y las personas que realmente precisaban esos cursos, no los querían hacer. La formación debe estar basada en el caso real de los alumnos que la reciben, es decir, hacer un análisis previo, para trabajar con ellos la mejora de esas competencias y conocimientos, para que sean efectivas. Si necesitan trabajar o mejorar su liderazgo, es necesario conocer su estilo de liderazgo con sus aspectos buenos y aquellos más flojos, para que realmente mejoren y les sirva, para ser mejores líderes.
Los profesionales del futuro no pueden echar toda su responsabilidad formativa en las empresas. Cada uno de nosotros tenemos que asumir que nuestra formación requiere dedicación constante. Los conocimientos caducan si no se actualizan. No podemos vivir de las rentas sapienciales del pasado. Tenemos que ser rápidos, identificando qué conocimientos, habilidades y experiencias ya no nos sirven para desecharlas y adquirir las que nos vayan a ayudar a seguir siendo competitivos.
Aunque no podemos negar que las empresas deben ser coherentes y realistas con lo que piden. A veces solicitan cosas incoherentes. He visto ofertas en la que se pide un graduado universitario menor de 26 años y con 7 años de experiencia en el sector. Igualmente, los perfiles cualificados han tomado un camino muy peligroso: la precarización. Cobra más un “youtuber” o un “tronista” que habla para entretener (con mayor o menor valor), que un investigador sanitario o de otra rama. Con el debido respeto… creo que no tiene ningún sentido. Soy de la opinión de que debemos formarnos en las competencias que solicitan las empresas y que nos permitirán luchar por esos mejores salarios. El mercado laboral del futuro cada vez será más libre y con más incertidumbre salarial y competencial, es decir, a todos nos tocará saber vendernos y buscar nuevos proyectos profesionales, para no depender de un único empleador.
Este nuevo mercado es implacable con los que se conforman y piensan que no va con ellos. Debemos no conformarnos y asumir que nos toca cambiar e intentar nuevas cosas para alcanzar otro tipo de resultados. Las oportunidades están ahí, aunque conlleva salir a buscarlas para encontrarlas.
Para responder la primera pregunta, Sí, los robots quitarán ciertos trabajos repetitivos y sin necesidad de formación, pero generarán otros que darán oportunidades a otros.
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