Las primeras opiniones sobre las empresas nos hacen intuir que algunos aspectos son de una forma y, a posteriori, nos pueden dar una bofetada de realidad. Cuidado con sacar conclusiones anticipadas.

Podemos mirar a empresas de tecnología internacionales y pensar que sus futbolines, mesas de billar, video juegos para ocio, salas de descanso espectaculares y cantinas multifuncionales, por mencionar algunas, hacen de ellas entes más abiertas y con un ambiente laboral saludable. A priori puede parecerlo, aunque luego tendremos que ver cómo es el trato a las personas, el nivel de absentismo, el estilo de comunicación, el tipo de liderazgo ejercido, el nivel de autonomía y desarrollo, el cuidado de las experiencias de los empleados, las opciones de aprendizaje y la capacidad real de innovación para determinar si esa empresa tiene un ambiente agradable o, por el contrario, es el reino de la toxicidad.

Recuerdo una amiga que trabajaba en una mediana empresa, liderada por un Director General (me niego a usar el americanismo “CEO”) excéntrico pero despótico a la vez. Cuando inauguraron las nuevas oficinas, el plato estrella era la piscina para uso de los empleados. No obstante, esa piscina no se podía usar en horario laboral. Solamente era para uso fuera del horario de trabajo y con múltiples restricciones. Mi pregunta, ¿para qué haces una piscina en la empresa si no la puede disfrutar tu familia corporativa? Entiendo que haya unas normas de uso, pero no se puede poner un caramelo delante de la boca y decirles que no se puede comer. Estas son las típicas organizaciones que se venden como un lugar para pastorear sus corderos de forma idílica, aunque en realidad es un lugar con caza de brujas y con una jauría de lobos vigilando todos tus movimientos. Me comentaba esta amiga, que el día que abandonó esta organización ganó en tranquilidad y su cara era de satisfacción por haber dejado atrás una empresa para olvidar.

No podemos negar que los responsables de tener un ambiente laboral bueno en las empresas son todos sus trabajadores, aunque debe estar liderado, impulsado y practicado de forma activa por la cúpula directiva de la compañía. No podemos decir que una empresa da prioridad a incorporar entre sus trabajadores a personas con discapacidad pero no tener contratada a ninguna; esto es intentar quedar bien de cara a la galería. Muchos más directivos de los que nos gustaría dicen tener un ambiente laboral inmejorable, aunque la realidad es otra, que dista mucho de ese mensaje optimista.

Igualmente, debemos tener cuidado de no transformarnos en una persona tóxica en nuestro entorno laboral; esto puede afectar a cualquier rol. Si todo lo ves negativo, si sacas pegas a todo, si siempre haces lo mismo y peleas para evitar los cambios, solo buscas el conflicto, encuentras problemas a todas las propuestas de los demás, tu opinión es la única valida, si la queja es tu mejor recurso y los demás siempre tienen la culpa de todo lo que ocurre, siento decirte que sufres de toxicidad aguda crónica. Esto conlleva que estarás solamente rodeado de personas de ese mismo rol y que el resto de tus compañeros te evitarán si pueden elegir o de lo contrario, se relacionarán solo contigo porque no tengan más remedio.

Algunas empresas aún son de estructura y mentalidad jerárquica, es decir, que les gusta tener controladas a todas sus personas. Son esas empresas que el teletrabajo fue un mal necesario, vieron que funcionaba, aunque en el momento que finalizó el confinamiento domiciliario obligatorio ordenaron la vuelta al trabajo presencial de toda la plantilla y mantener el teletrabajo no entraba entre las opciones. Sus dirigentes son como los pastores: quieren contar a sus ovejas, bajo la opinión de que solo se trabaja si se está en la oficina; la realidad siento disentir, es totalmente la opuesta. El trabajador suele trabajar más y el caradura, lo sigue siendo.  

Aunque las cosas van cambiando, todavía nos encontramos con empresas en las que sus responsables quieren que sus personas hagan lo que ellos digan, sin sacar ninguna pega, que les den siempre la razón, que no cambien nada, que se olviden de su desarrollo profesional, que no piensen en exceso para mejorar el tipo de trabajo, que marean a sus personas, porque hoy les dicen una cosa y mañana todo lo contario, que fomentan el mal “rollo” dentro del equipo, no potencian el trabajo en equipo y la ayuda entre ellos.  Es decir, son responsables que dan cero autonomía, flexibilidad y libertad para que sus colaboradores desarrollen su trabajo como mejor consideren debido a que son los especialistas para alcanzar sus resultados.

Las empresas con ambientes tóxicos son lugares en donde la gente permanece como mal necesario debido a la imposibilidad de buscar otras opciones. Optan por el refrán de más vale malo conocido que bueno por conocer. La toxicidad les nubla y se convierten en trabajadores tóxicos vivientes. Los que se niegan a cambiar se marchan a la mínima oportunidad. Estas empresas suelen tener una alta rotación en sus plantillas y los índices de absentismo son muy elevados.

La posibilidad de desarrollo, evolución y aprendizaje dentro de esas compañías es de corto recorrido. Trabajas en un determinado rol y no esperes cambiar, aunque estés capacitado y preparado para obtener puestos de mayor nivel. Se cierran las opciones de promoción porque si esa persona cambia, ¿quién hará su trabajo? La satisfacción de las personas es lo de menos; necesitan alguien que haga ese trabajo. No se preocupan por las expectativas de sus empleados.

El riesgo, probar cosas nuevas y preparar cambios, si no salen bien, son premiados con un maltrato, o escarnio público a su protagonista. Sus responsables quieren inmediatez, cuando todos sabemos que los cambios a veces conllevan que los resultados tarden en llegar.

La comunicación en las empresas toxicas es confusa, llena de dobles criterios, excepciones, pegas y trabas. Esto conlleva que nada esté claro y que cada día se produzcan malentendidos, duplicidades y conflictos evitables. La comunicación debe ser ágil, fluida y habitual, buscando ayudar a las personas de la organización, enfocándonos en lo que nos une y buscando soluciones a los problemas, para logar la satisfacción de nuestros clientes internos y/o externos.

Las empresas perfectas no existen, aunque lo positivo y agradable debe primar sobre las pequeñas taras o aspectos a mejorar dentro de esa compañía.

Todos debemos poner de nuestra parte para crear una empresa con un ambiente agradable, conciliador, flexible, integrador y comunicativo. No obstante, la cúpula directiva debe establecer los mimbres que nos permitan construir ese ambiente laboral. Una organización que no impulsa que sus empleados saquen su mejor versión como profesionales, se está retratando a sí misma. Las empresas deben potenciar que sus empleados aprendan nuevas cosas, se arriesguen, tengan proyectos dentro de la empresa que les ilusionen, no se conformen con cualquier resultado, ayuden a sus compañeros, que busquen la eficiencia y efectividad a la hora de hacer su trabajo, que puedan trabajar con personas que son diferentes a ellas y que los intereses grupales estén por encima de los individuales. Por supuesto, en las organizaciones con buen ambiente existen reglas y normas para que la organización fluya y funcione, aunque la flexibilidad y libertad de acción es amplia para sus empleados.

Si hace tiempo que te cuesta ir a trabajar, si se te hacen todas las jornadas eternas, si acometer cualquier tarea en tu trabajo es misión imposible, si tus compañeros intentan que hagas su trabajo, tienes cero ayudas para poner en marcha nuevas cosas, hace tiempo que dejaste de aprender, tu jefe te grita, ignora o no toma decisiones y tu libertad de innovación es nula, debes de buscar alternativas que te impulsen a hacer cosas importantes en lo profesional que te reten a dejar un mundo mejor. Debes buscar un propósito en el trabajo que desempeñas que te permita disfrutar con lo que haces, aunque algunas tareas te resulten tediosas.

¿Qué nivel de toxicidad existe en tu empresa?

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