El aprendizaje constante es imprescindible para no quedarnos estancados en el ámbito profesional (y en la vida misma). Este proceso nos aporta emoción, energía, ilusión y nos hace sentir útiles.

Hace décadas los conocimientos no mutaban con tanta celeridad y las personas intentaban o les venía muy bien vivir de sus sapiencias de antaño sin replanteárselas.

En pleno siglo XXI la capacidad de aprendizaje cada vez cobra más protagonismo y marca la diferencia entre unas personas y otras. Pensar que ya lo sabemos todo de un tema con lo que nos contaron, aprendemos y experimentamos en el pasado, es cerrarse al cambio y a la evolución del mundo en sus diversas facetas. Que las cosas fueran de una forma en un momento no significa que las reglas del juego, los conocimientos y las necesidades no tengan que actualizarse a las nuevas necesidades del mercado, de la sociedad o de los clientes. No podemos seguir contando batallas de épocas en la que las circunstancias eran otras totalmente diferentes. Tenemos que conocer el pasado y estar preparados para el futuro, aunque viviendo en el presente.

El sistema educativo actual no ayuda: Pese a las innumerables reformas que se aplican a la ley educativa española, la metodología sigue siendo la misma. Se exige memorizar las cosas, aunque no se entiendan para luego expulsarlas en las pruebas de evaluación. Una vez superado ese escollo académico, se olvidan esos conocimientos o se abandonan rápidamente. De esta forma, no se integra el conocimiento en nuestros hábitos.

Hoy en día, más que nunca, tenemos todo el conocimiento sobre un tema a un clic o dos de distancia. Por supuesto, tenemos que analizar la fuente de la que obtenemos la información, porque en algunas ocasiones el origen de ese conocimiento es inadecuado, no tiene fundamento y carece de valor y realidad alguna. Internet ha hecho universal la información pero uno de sus peligros es que cualquiera, sin saber nada de un tema, puede intentar sentar cátedra y aquellos que buscan información rápida, si no lo contrastan, se creen cualquier cosa que encuentran.

Cuando me he apuntado a alguna formación concreta o he cursado un grado universitario o master específico para profundizar sobre un tema, me ha venido muy bien para coger una base si no tenía ningún conocimiento o para reforzar esa base con mayor nivel de especialización. Esa es la primera etapa a priori; para consolidar ese conocimiento necesito practicar y seguir practicando, es decir aplicar ese conocimiento para resolver problemas, solucionar cosas, crear o mejorar procesos. Si en la actualidad no estás trabajando en una empresa no es excusa para no poner en práctica lo que te han enseñado. Hazte tus manuales prácticos para clarificar ideas y darte cuenta de cosas que no te han quedado claras. Desarrolla tu metodología y perfecciónala. Pon en duda esos conocimientos y plantéate cómo ir un paso más allá, para ir relacionado eso con otras áreas y cambiar tu forma de pensar y hacer las cosas, en base a esos primeros conocimientos.

Yo cursé una licenciatura (ahora grado) de Derecho; una de las asignaturas que más me gustaron fue derecho laboral que me dio unas bases normativas y a partir de ahí investigué cómo aplicarlo y profundizar. Clarifiqué conceptos e ideas y sabía dónde buscar la información si la necesitara a posteriori, aunque nunca dejaba de buscar la actualización. Esa inquietud me llevó a llevar a cabo en 2005 un master en gestión y dirección de recursos humanos. En aquella época trataba las tendencias y los temas contemporáneos. En su momento me sirvieron y me permitieron desarrollar e idear proyectos profesionales en los que estaba involucrado. Si hubiese optado por cerrar mi cabeza a nuevos conocimientos, hoy estaría a años luz de la realidad en la gestión del talento. Desde el momento que finalicé ese master he estado adaptando, mejorando, actualizando, poniendo en duda, aprendiendo nuevas cosas y cursando otras acciones formativas de especialización.

Cuando cursé el master tenía muchas ganas de desarrollar mis ideas y sacar nuevas conclusiones, así que comencé a escribir para mí, reflexiones, hasta que un buen día en 2007 decidí crear mi propio blog para plasmar, compartir y aportar mis ideas sobre diferentes temas relacionadas con la gestión del talento. Esto me permitió conocer a personas del área que pensaban de forma muy diferente en algunos aspectos y en otras ocasiones compartíamos puntos de vista. Esto fue un gran aprendizaje para esforzarme en ser mejor profesional y dejar atrás mis ideas preconcebidas y llegar, así, a otros estadios en la forma de plantear mis conocimientos.

Mis experiencias laborales, los problemas que han surgido, los proyectos desarrollados y la experimentación me han permitido poder desarrollar y ampliar mis sapiencias. En ocasiones, me he dado cuenta que estaba equivocado en algún pensamiento o en la forma de aplicar un conocimiento. A veces se trata que la aportación o el matiz de alguien es lo que te faltaba para tener un conocimiento mucho más integral.

Cuando estás trabajando en un proyecto u organización, te debes plantear qué estás aprendiendo nuevo con el desempeño de tu trabajo actual. Si respondeis que hace años que no aprendéis nada, estáis trabajando en piloto automático, es decir, tenéis integrados vuestros conocimientos en vuestros hábitos y los aplicáis de forma inconsciente, sin buscar otras alternativas o formas de hacer las cosas. Es lo que siempre haces y por ende no lo cuestionas. Lo haces y esperas que esos resultados valgan para cubrir el expediente en tu empresa. Si no te planteas abandonar tu trabajo, debes analizar qué puedes hacer de otra forma en tu organización para aprender nuevas cosas. No puedes pretender que sean los demás los que muevan ficha. Arriésgate de una vez. La falta de aprendizaje suele ir acompañada de una desmotivación y desidia profesional; necesitas retos y tareas que te hagan estar contra las cuerdas y sentir esa adrenalina. Al final, lo monótono o poco retador nos acomoda y nos hace olvidarnos de todo.

De la misma forma, no puedes usar de excusa que tu empresa no te proporciona la formación que necesitas; está muy bien conseguir que tu empresa te facilita tu aprendizaje como un extra más. Lo único es que debes plantearte quizás qué te apetece aprender a ti para avanzar en tu formación. Muchas veces nos olvidamos de nosotros y la culpa de quedarnos estancados es nuestra. Aprender cosas nuevas supone dedicar tiempo, priorizar, complicarte la vida y ponerte contra las cuerdas. Lo único es que te hace estar satisfecho y motivado por ver que vas avanzando y que te aporta muchas cosas que necesitabas incorporar a tu perfil profesional.

Tienes que autoanalizar qué conocimientos ya no son útiles. Esto hará que veas la necesidad de actualizar o integrar otros nuevos para poder seguir creciendo en el ámbito profesional y, por qué no, en el personal. Muchas veces cometemos el error de seguir aprendiendo, asociándolo exclusivamente a tener nuevos títulos que poner en nuestro perfil. Debes aprender por qué te apetece ser mejor profesional y aprender nuevas cosas; si de forma indirecta te abre otras puertas profesionales bienvenidas sean. Lo único es que no podemos aprender nuevas cosas solo por conseguir una mejora profesional; esto, si no se consigue, termina frustrando.

Aprender nunca es cómodo porque supone dedicarle tiempo. También os digo que cuanto menos aprendes, más pereza te da retomar la formación. No olvidéis que existen muchas formas de aprendizaje informal, por ejemplo, la lectura de libros de una temática concreta te da nuevas formas de pensar, ideas, te hace replantearte lo que sabes y a partir de ahí plasmarlo en tu día a día profesional.

El aprendizaje también comienza por reconocer que no sabes todo sobre un tema y que te apetece conocer más para, a partir de ahí, ir tomando decisiones.

¿qué haces para aprender nuevas cosas todos los días?

* Fuente imágenes utilizadas https://unsplash.com