El teletrabajo era residual antes de la llegada de la COVID-19 al menos en España. Simplemente eran las personas que trabajaban de freelance, autónomos o personas que desempeñaban su trabajo en empresas multinacionales o startups tecnológicas los que tenían acceso a esa forma de trabajo.

La COVID ha traído muchos cambios. Muchas organizaciones no tuvieron más remedio que aceptar el teletrabajo como “animal de compañía” si querían continuar con su actividad productiva y no morir por las circunstancias inesperadas consecuencia de la pandemia global.

Tocó ponerse las pilas con escasa o nula organización al principio, luego ya se fue protocolizando. De forma genérica se asocia teletrabajar o trabajar en remoto a desempeñar nuestro trabajo desde nuestra casa. Cuando ya teletrabajábamos todos hace mucho tiempo. Cuando tú estás o estabas en tu oficina interactuando, colaborando o trabajando con tus equipos de personas a través del correo electrónico, la intranet, foros corporativos o herramientas en la nube, ya estamos o estábamos teletrabajando a veces todos al mismo tiempo y otras veces de forma asincrónica, es decir, que la participación de todos no es inmediata y a la vez, cada persona responde, aporta o participa cuando puede. Teletrabajar es estar con otras personas incluso en las mismas instalaciones sin trabajar físicamente juntas. Uno puede estar trabajando en el mismo edificio, desarrollando los mismos proyectos y estar semanas sin verse. Seguro que con esto cambia vuestra percepción de lo que consideráis teletrabajo.

El teletrabajo debe quedarse e implementarse dentro de lo posible en los procesos de trabajo de todas las organizaciones, ajustándose a los perfiles profesionales que tengan posibilidad de desarrollar parte de su trabajo en formatos híbridos, es decir, trabajando desde la oficina y desde otros lugares.

Muchas cúpulas directivas se han encontrado con la disyuntiva de qué hacer con sus oficinas físicas. Algunas llevan meses vacías y sin uso o un uso mínimo. Al final es un recurso que supone un coste de mantenimiento y uso. Esto ha cambiado el concepto de oficina de trabajo, se vincula solo a un lugar a donde vamos a desempeñar nuestras tareas laborales y no lo vemos con una concepción amplia. Tenemos que ver las oficinas con un nuevo enfoque y dándole un giro de 180º a lo que se puede hacer en ellas a nivel profesional.

Una persona muy cercana a mi lleva teletrabajando años y me ha demostrado que para ella el ir a la oficina supone un amarre social con sus compañeros de trabajo de su área y de otras áreas de la oficina. También va para tratar algún asunto en persona que requiere su presencia, aunque muchas veces es la excusa para ir a la sede física de su empresa, cuando ese asunto lo podrían tratar en formato online. Esto me demuestra que esos desplazamientos a la oficina son de encuentro social para relacionarse con las personas de su empresa. Sentirse unidos a través del roce directo y más allá de la unión online a través de las plataformas de video conferencia. Tenemos que ver el nuevo concepto de oficina de trabajo como un lugar de relación, conversación, puesta al día, socialización y interacción informal con las personas de tu equipo o de otras áreas de tu compañía. Las personas somos seres sociales y necesitamos sentirnos parte de un grupo de personas. Esto lo da el vernos en persona y poder establecer sinergias. Curiosamente, el horario es más flexible y termina haciendo más horas de las habituales.

Se trata de crear la atmósfera perfecta para organizar este tipo de encuentros sociales laborales de equipo y empresa. Eso sí, para que esto ocurra y la gente quiera participar, se debe propiciar que el ambiente laboral de la compañía sea agradable, adecuado y exista esa camaradería entre compañeros. Tiene que estar en la estrategia de la cúpula directiva de las empresas que vean e impulsen el ir a trabajar como una actividad que nos satisfaga y divierta dentro de lo posible. Se fomenta que el trabajar se vea como un lugar donde también se puede disfrutar con independencia de que todos tengamos que alcanzar unos objetivos o lograr unos resultados. Cuando te acostumbras a trabajar en remoto ya entras en otra rutina, aunque de vez en cuando se agradece poder ver a las personas de tu organización de forma presencial; esto, al final, nos une más. Puede parecer en ocasiones pérdida de tiempo a nivel productivo, aunque este tipo de relación social nos ayuda a crear y mantener esa cohesión de equipo. Es una inversión en tus personas y en su salud relacional corporativa.

Las oficinas también deben adaptarse, prepararse y transformarse en escuelas corporativas. Se tienen que ver como un lugar para aprender, crear, practicar y entrenar lo que nos enseñan por otras vías o ejecutarse todas las fases del proceso formativo en la oficina. Algunas materias más transversales y prácticas son más enriquecedoras aprenderlas en grupo y en formato presencial. Me refiero a que se vaya a la oficina para aprender o poner en práctica lo enseñado en formato online. Es más gratificante que nuestros compañeros nos puedan dar una píldora formativa en formato presencial, aunque también se pueda recibir esa formación de forma online. Esto permite probar cosas antes de aplicarlo, pero supone adecuar a las instalaciones para poder impartir formaciones más de interactuación y práctica, sobre todo para respetar las nuevas normas de protocolo para la prevención de la COVID-19. Durante este último año todos hemos recibido formación online sobre materias de lo más diversas, desde una formación más teórica y ardua, que se hacen más soporíferas o sobre la utilización de una plataforma, herramienta o red social que es más práctica e interactiva. En formato online la duración debe ser más corta porque se desconecta más rápido. Echo de menos formaciones más de poner encima de la mesa experiencias, usos, errores y aprendizajes de un grupo sobre un tema formativo. Esto permite coordinar mucho más el plan de formación permanente en el tiempo adecuado a lo que necesita aprender cada persona. Se trata de mezclar vías de aprendizaje formales e informales.

Las oficinas deben utilizarse en este nuevo panorama como ubicaciones para cocrear procesos, programas, políticas y tareas transversales que afectan a diferentes áreas o departamentos de una empresa. Es una forma de interactuar a nivel heterogéneo, propiciando que surjan cosas, por la participación de grupo de personas diversas con las que no nos relacionamos de forma habitual en el tiempo. A través de la aprobación de una persona le surge a alguien otra idea que desencadena la conclusión final sobre la que trabajar.

Pero no olvidemos una cosa muy importante. Se debe dar también la posibilidad de que las personas que lo quieran (o lo necesiten) puedan seguir desempeñando parte de su trabajo desde las oficinas de la organización. Algunas personas no consiguen adaptarse a estar todo el día trabajando en remoto desde lugares diferentes a la empresa. Se sienten aislados, aunque esto es erróneo, porque puedes y debes estar en contacto virtual con tus equipos de personas corporativas, propiciando que eso ocurra con educación y adquisición de nuevos hábitos. Se debe ayudar a nuestras personas a gestionar emocionalmente estos entornos híbridos. No todas las personas se adaptan igual, cada persona es diferente y tiene un proceso de asimilación diferente. Y no olvidemos que no todas las casas tienen espacio suficiente o tranquilidad suficiente para poder desarrollar el trabajo en remoto.

Aún existen muchas empresas que aun teniendo normativa creada específicamente para contemplar el teletrabajo no dan la posibilidad real de teletrabajar por una resistencia al cambio y por unos sesgos mentales de cómo ven o consideran los responsables el desempeñar tu trabajo desde cualquier lugar que no sea la oficina. Tras el desconfinamiento domiciliario, muchas empresas hicieron una vuelta global a las oficinas, dejando casi nula la posibilidad de teletrabajar, no porque no se pudiera sino porque no se quería. Ni grupos burbuja para relacionarte con las mismas personas ni otras fórmulas flexibles, sino todos juntos desempeñando su trabajo.

El formato de trabajo híbrido requiere que las cúpulas directivas de las organizaciones lo vean como útil, necesario y como una inversión que dará muy buenos resultados productivos y relacionales. Nuestra familia corporativa requiere que nos cuidemos, ayudemos y apoyemos a pesar de los roces y las diferencias que surjan.

¿Cómo ves los entornos de trabajo híbridos?

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