Creo que los que me leéis habitualmente, sabréis que soy un fiel defensor del teletrabajo. Nos permite conectarnos para trabajar desde cualquier ubicación física o geográfica, algo que da una tremenda flexibilidad y facilita mucho el poder complementar todas las facetas de nuestra vida.

El teletrabajo conlleva un proceso de implementación y adaptación; no se consigue que todo funcione a la perfección de un día para otro.

En España ya tenemos una normativa que regula esta forma de trabajo. Es el Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia. Establece que el teletrabajo deber ser voluntario (no se debe obligar a realizarlo) y debe estar consensuado por medio de un acuerdo por escrito entre la empresa y cada empleado.

La norma establece claramente en el artículo 12 que el trabajador tendrá derecho al abono y la compensación de gastos que les conlleven tele trabajar. Esto significa que es la empresa la que debe asumir estos costes. Si lo adelanta cada empleado, la compañía luego debe devolverlos. Lo único esta es la teoría. En la práctica muchas personas que están teletrabajando aún siguen asumiendo esos gastos: ordenador propio, línea de teléfono, conexión a internet, impresora, luz, folios, mobiliario adecuado… Es más, sus organizaciones ignoran la situación en lo que a asumir esos gastos se refiere. En vuestro caso si estáis teletrabajando ¿Quién asume hasta ahora esos costes para poder tele trabajar en condiciones? En mi caso, me ha tocado asumirlo a mí directamente.

Mucha gente se sacrifica y los asumen ellos, utilizando sus herramientas disponibles en casa, aunque a veces pueden surgir incompatibilidades con la familia, si solo se dispone de un equipo informático. Al final, a la mayoría les viene bien el teletrabajo para poder llegar a cuadrar todas sus áreas vitales. Tener flexibilidad horaria no tiene precio; esto lo permite mucho más el teletrabajo que si tienes que acudir todos los días a tu oficina física.

La clave es tener buena voluntad, tanto por las empresas como por sus trabajadores, para intentar llegar a un acuerdo.

Es importante no olvidar que para hacer un buen teletrabajo es necesario tener una buena conexión a internet (si se necesita para trabajar), la red wifi si no es buena, hará que nos caigamos en bastantes ocasiones de las plataformas, dependiendo de cómo quiera ir esa red ese día. Asegúrate de que la red desde la que te conectas es rápida y segura, sobre todo si te conectas a los servidores del trabajo.

Otro problema que surge es la desconexión real con tu empresa y compañeros de trabajo al realizar de forma exclusiva teletrabajo si no existen fórmulas mixtas para desempeñar tu trabajo. ¿Cuántas reuniones manteníais con vuestro entorno laboral cercano durante el confinamiento? Muchas veces, la conexión era vía email, faltando esa comunicación informal cara a cara que da la vida. Se tiene que hacer un mayor esfuerzo para mantener el contacto y compartir cosas. En la oficina es mucho más fácil. Lo único es que esperas que esa conexión sea mutua, es decir, que no seas tú siempre el que tengas que comenzar ese acercamiento o conversación; al final uno se cansa de ir detrás de los demás, aunque sean compañeros de trabajo, responsables directos, colaboradores o proveedores. No se trata de estar hablando a todas las horas, aunque va bien mandar un mensaje de vez en cuando preguntando a los demás “¿cómo estás?”, y no centrarte solo en el trabajo.

Tengamos claro, no obstante, que el simple hecho de estar en la oficina no conlleva estar conectados. No sería la primera vez que la comunicación dentro de las empresas es un desastre; te enteras de cosas importantes por el cotilleo, la prensa y no de forma oficial por alguien de tu compañía. Si la comunicación no funciona en el entorno empresarial offline, tampoco lo hará en el online.

No podemos negar que al hacer teletrabajo debemos garantizar nuestra desconexión del trabajo. La gente se malacostumbra a que puedas estar disponible a cualquier hora. Incluso estando de vacaciones, llegan a llamarte o interrumpirte, sobre todos en períodos de cierres perimetrales urbanos o provinciales, asumiendo que al no poderse ir lejos, puedes atenderles; esto no es razón. Uno tiene derecho a desconectar del trabajo y centrarse en su vida, aficiones o lo que le apetezca. Tienes que aprender a olvidarte de las plataformas de conexión a tu trabajo y dejarlas olvidadas en determinados momentos del día. Tienes que cerrar tu oficina virtual y la mental. Quizás sea buena idea apagar el móvil.

Otro peligro latente son los malentendidos. Mucha gente llega tarde a las reuniones virtuales o, incluso, se olvida de ellas. Estas personas funcionan igual en las reuniones presenciales. Se copian hábitos y conductas en el mundo online y en el offline. Esto no es culpa del teletrabajo sino de la falta de respeto y/o profesionalidad de algunas personas que se consideran mejores que los demás. Cuando uno tiene una reunión y algún integrante llega tarde, se pierde un preciado tiempo que va en detrimento general de la empresa. Es cierto que, con el teletrabajo, todo debe estar mucho más estructurado, es decir, saber quién hace cada cosa, en qué plazos, cómo se comunica y todas las demás fases del proceso. Esto conlleva hacer tu parte del trabajo, cuando las tareas de otros dependen de lo que tienes que entregar tú. Tenemos que funcionar mucho más coordinados dentro de lo posible, ya que los errores cuestan más solucionarlos al no tener tanto contacto presencial.

Tampoco podemos sobrecargar las vías habituales de comunicación. Numerosos y largos emails hacen que al final, la gente no los lea. Es fundamental  comunicar ideas de forma resumida, de lo contrario, la gente desconecta o, con suerte, lee transversalmente la información.

Hay quienes piensan que el teletrabajo son vacaciones. Como no me ven, puedo hacer lo que sea. Pues no… Es trabajo. De lo contrario, se llamarían… Vacaciones. Qué duda cabe que el que no se esté encima para controlar requiere que el teletrabajador sea lo suficientemente responsable y actúe como adulto que es. Para evitar confusiones, aquel que teletrabaje debe tener claro sus objetivos.

El teletrabajo ha aumentado los niveles de ansiedad de las personas. Las noticias, durante este período de pandemia, no son alentadoras y “enrocarse” en una misma visión no es bueno. Es recomendable intentar desconectar de toda noticia negativa, aunque realista. Es por ello que, con escucharlas 20-30 más que suficiente. Intento hace tiempo escuchar noticias sobre la pandemia unos 20 minutos al día.

Como siempre, la organización es fundamental. Hay que tener claro los horarios de trabajo para dedicarlos a eso, a trabajar. Estar en casa tiene muchas distracciones, que hay que saber controlar y dejar para el tiempo libre.

¡Ah! Y recomiendo poner un cartelito en el frigorífico que diga… ¡No es hora todavía!

Cuando llegue tu hora de finalizar tu trabajo, termínalo. Recuerda que trabajas para vivir por lo que también tienes que tener tu tiempo de ocio. Conozco algunas personas que viven para trabajar, es decir, todo lo centran en el trabajo y lo alargan, porque fuera no tienen mucho más. Si te ocurre esto debes preocuparte y hacer que salten todas las alarmas.

El teletrabajo es una opción muy adecuada para desempeñar tu trabajo, dependerá de las personas y empresas que se utilice de forma satisfactoria para ambas partes. Es lógico que surjan fricciones; la resolución de las mismas dependerá de querer buscarle (o no) una solución.

Creo que todos hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo el teletrabajo. En vuestra opinión, ¿os gustó la experiencia? ¿Sois de los que piensan que el teletrabajo es “vacación”? ¿Qué otros problemas te surgen a la hora de realizar el teletrabajo?

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