Ahora está muy de moda hablar del FLOW. Sí, me temo que tenemos otro nuevo anglicismo, que los más “in” nos han metido en nuestra jerga. ¿A qué se refiere el flow? Traducido al español significa “fluir” con lo que hacemos y o realizamos. Para mí el FLOW es estar en armonía cuerpo y mente con la actividad que uno hace en cada momento. Podemos usarlo para hacer referencia a estar mimetizado con lo que uno hace en cada momento. También es estar concentrado en lo que se hace en cada instante, es decir, que el tiempo invertido en algo realmente lo dedicas a esa tarea, evitando distracciones y demás pérdidas de tiempo.

Suele decirse que si trabajas en lo que te gusta no trabajarás el resto de tu vida, porque no lo considerarás trabajo. Tenemos que intentar disfrutar con nuestro trabajo está claro y dedicarnos a lo que nos llena profesionalmente. La clave es conseguir vivir de ello, que no siempre es fácil. A pesar de dedicarte a lo que te apasiona, siempre tendrás tareas, proyectos y obligaciones que te darán pereza y que te resulten súper tediosas. El error es postergar éstas para el final; cuanto más las retrases menos ganas tendrás. La clave pasa por quitártelas cuanto antes y complementarlas con tareas que os gusten y apasionen.

El equilibrio y la fluidez tienen que ver con tomar consciencia del tiempo que le debemos dedicar a una tarea, proyecto o actividad para cumplir con ella. De nada sirve que tengamos agendado y marcado que los lunes, miércoles y viernes de 10 a 12 de la mañana te dedicarás a escribir tu próximo libro o que los martes y jueves de 9 a 12 de la mañana revisarás y mejorarás la memoria de responsabilidad social corporativa de uno de tus clientes. Si al final no lo haces es como no tenerlo agendado; puede ser que un día seamos flexibles, pero no todos. Tendrás que saber una fecha de entrega o finalización de cada actividad, tarea o proyecto; esto ayuda a repartir el tiempo en función del resto de las tareas previstas para esos periodos o flujos de tiempo.

Muchas personas se agobian enumerando la cantidad de cosas que tienen que hacer, aunque lo preocupante es que mientras se quejan no dedican ese tiempo a llevarlas a cabo. Ponte ya, empiézalo y verás cómo las ideas fluyen; luego ya las ordenarás y darás forma. Imaginemos que se te ocurre una idea para escribir un libro, te das cuenta que existen pocos libros sobre esa materia y menos con tu enfoque. Hay quien dice que escribir un libro en la actualidad es más fácil que nunca. Yo no comparto esa opinión. Sí que es más fácil publicarlo, porque se ha globalizado y estandarizado. El decir que quieres escribirlo es muy fácil; lo difícil es ponerse manos a la obra a escribirlo. Te puede gustar mucho la idea. También os digo que el folio/la pantalla en blanco es difícil y duro para ti y para todo el mundo. ¿Cómo se aprende a escribir? Dedicando tiempo a hacerlo. Resérvate un hueco todos los días para escribir y márcate una fecha real de finalización para obligarte. Las primeras sesiones serán para determinar más la idea del libro, su público objetivo, necesidad del mismo, determinar qué aporta en qué se diferencia a otros, qué resuelve, sus capítulos y el índice provisional, entre otras cuestiones. Luego ya cada uno tiene una forma de escribir; algunas personas anotan ideas y luego las desarrollan, otros escriben en bruto y luego lo pulen mucho más, otros investigan primero y escriben después. La mejor fórmula no es más que aquella que te permita avanzar en tu libro.

Si te marcas una hora cada día a escribir será fundamental hacerlo de verdad, no influye tanto la calidad de lo que escribes, sino que lo vital es adquirir el habito de escribir; poco a poco lo iras disfrutando. Una vez habituado, todo saldrá rodado y hasta te motivará el folio en blanco. He de reconocer que a mí el folio en blanco no me agobia, al revés, me seduce y anima. Luego toca darle forma una vez que lanzas tus ideas o reflexiones. Obviamente tienes que querer escribir y ser consciente que tienes cosas que contar, de lo contrario lo dejarás a la mínima de cambio. Un día, tras otro, va cogiendo forma y cuando te quieres dar cuenta ya tienes tu borrador de libro acabado. Luego llegarán las revisiones, cambios y la venta de tu idea para conseguir editorial…

Recomiendo que durante esa hora que dediques a escribir, te olvides de todas tus demás, tareas, preocupaciones y cuestiones, que ya retomarás al finalizar tu tiempo de escritura. Es fácil decirlo y más complicado de lo que parece hacerlo. Apaga tu voz interna y ponte a desarrollar tus tareas; tienes que tomar consciencia de ello y dejarte llevar. Pensar solo en la tarea de ese tiempo y no en lo demás.

Todos tendemos a agobiarnos en mayor o menor medida, según el momento. Mi  radio mental me dice de todo y nada bueno; he aprendido a desconectar esa voz. Esa desazón viene provocada por querer hacer todo a la vez, algo que, desgraciadamente, es imposible. Todos sabemos qué tareas son más importantes y apremiantes, en función del cronograma de tiempo; si durante las semanas anteriores has procrastinado, no haces nada con lamentarte. Lo que toca ahora es dedicar más horas en menor período de tiempo para cumplir plazos entrega. 

¿Cuántas veces a uno no le fluye nada porque cuando está haciendo las tareas asignadas a cada período, está en todo menos en ello? Al final malgasta el tiempo, sin dedicarlo a nada de provecho.

Para fluir tienes que estar motivado, involucrado, contento y satisfecho con lo que haces. A veces el problema no es lo que haces sino en dónde lo haces o para quién te toca efectuar ese trabajo. Si estas desencantado con lo que haces y ya no fluyes pregúntate ¿Qué te falta en la actualidad para fluir con tus proyectos profesionales? ¿Cómo puedes recuperar ese interés en lo que depende de ti? Al final, la vida son etapas que tenemos que desarrollar. Debemos prestar más atención a nosotros mismos.

¿Cómo puedes cambiar lo que no te permite fluir?

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