Cuando comenzamos a trabajar en una compañía, nos incorporamos a un entorno en el que hay personas que llevan conviviendo bastante tiempo. Todos somos seres sociales, por lo que enseguida queremos unirnos a un grupo para sentirnos integrados y sentirnos seguros bajo el ala y protección del mismo.

Nuestra falta de experiencia y conocimiento del pasado nos puede introducir en un grupo que quizás no sea el correcto para nosotros. Puede ser gente del propio departamento o quizás de otro. Ya no es cuestión corporativa, sino social.

Recuerdo cuando estuve trabajando en una empresa en el área de recursos humanos. Era muy popular entre la plantilla. Todos querían agradarme y ser mis amigos. Con unas 6 personas mantenía bastante relación profesional que se convirtió en cierta relación personal. Tras un proceso de promoción interna, dos de estas personas fueron rechazadas en la fase final por parte de su responsable. Este proceso era supervisado por recursos humanos. Ese mismo día, vinieron a mi puesto y me exigieron que revertiese esa decisión que para eso se llevaban bien conmigo y éramos más que compañeros. La decisión de dejarles fuera del proceso estaba argumentada y explicada de forma objetiva en ese caso (no siempre es así). Me sentí presionado y les dije que mi relación personal con ellos no podía interferir en nuestra relación profesional. Mi trabajo en el área de recursos humanos era tratar a todos los empleados por igual, con transparencia. A raíz de aquí la relación personal que tenía con ellos se congeló. Intenté mantener ese buen rollo pero ellos no quisieron. Me demostraron que su relación personal y supuesta afinidad conmigo era interesada y no real. Al final, te das cuenta que conoces la verdadera cara de tus grupos de personas cuando dejas de decirles que sí y tu respuesta es un no a sus peticiones, argumentos o intereses. Que alguien te diga que no a algo que le pides, no significa que no te aprecie, quiera o trate de forma adecuada. Dicen no a tu petición, no a ti.

Formar parte de una empresa supone el asegurarte que se ayuden a los clientes, proveedores y diferentes stakeholders cuando tienen una necesidad, contratiempo o urgencia con vuestros productos y/o servicios. Las empresas están constituidas por tribus departamentales. Parece que, si tú trabajas en ventas, tienes que estar de acuerdo con todas las decisiones de tu área o de tu responsable, si argumentas tus discrepancias, serás mal visto y duramente criticado o vapuleado. Lo más importante es tomar las mejores decisiones para la organización y no para ti.

En todas las empresas en las que he trabajado o colaborado he escuchado a personas de otros departamentos decir ante serios problemas de un cliente con otra área de la organización, “ese no es mi problema”. ¿Cómo que no es asunto tuyo? Quizás no dependa de ti la solución, pero es una situación preocupante. El que un departamento en el que directamente no trabajamos tenga problemas, puede parecer en un primer momento que no nos atañe, pero puede conllevar consecuencias que reviertan en una reducción de personal (como una pérdida de un cliente importante o un proyecto de envergadura) por lo que no deberíamos decir esa frase tan a la ligera. Todo lo contrario. Deberíamos ofrecer nuestro soporte y apoyo. Si ese cliente queda descontento se buscará otra empresa que le dé mejor atención, servicio, trato y se preocupen por sus problemas.

No hace mucho hablando con unos amigos que son funcionarios surgió el debate la crisis profunda que se avecinaba con el covid-19 y sus consecuencias apocalípticas en la economía, el consumo y el desempleo. Varias de las personas de esa conversación estaban en ERTE. Una de estas personas que es funcionaria dijo en un momento puntual que a ella le daba igual los problemas del mundo, que ella iba a cobrar igual con crisis o sin ella. Una persona muy versada del grupo con tranquilidad y una sonrisa le dijo: “ya veremos cuando los ciudadanos no puedan pagar sus impuestos y, por ende, bajen los ingresos recaudados por las arcas públicas”. Nuestra amiga preguntó “¿a qué te refieres?” Este amigo le explicó que sin dinero recaudado no existen fondos para pagar las nóminas de las personas que trabajan en el sector público: “vuestras nominas se pagan gracias a los impuestos pagados por todos los ciudadanos”. Ella, incrédulamente añadió: “A mí no me echarán, que tengo plaza fija” a lo que nuestro compañero añadió: “ante la falta de dinero, nadie tiene asegurado nada”. En ese momento le cambio el rictus a ella y se percató entonces que la crisis, podría, efectivamente, afectarle. Desgraciadamente, aun somos una sociedad muy egoísta; puede ser que uno mismo esté bien pero el resto tenga problemas. La vida da muchas vueltas no lo olvides; unas veces estarás arriba de la montaña y otras en caída libre.

¿Por qué motivo no ayudas más a las personas de tu empresa? Al final pasamos con ellos más tiempo que con nuestras familias y amigos. Que la empresa vaya bien es bueno para todos. Deja un lado las diferencias tontas y céntrate en lo importante.

Los departamentos de compras, ventas, recursos humanos, logística, marketing, reclamaciones, IT, finanzas, dirección, administración y demás áreas de una compañía deben trabajar unidas y en común. ¿Qué sacamos con fastidiar a otro compañero de tu empresa? Si tú trabajas en logística y demoras en exceso la salida de un pedido por fastidiar al director comercial, estás perjudicando al cliente y a la empresa, no tanto al área de ventas. Que otras veces otros actuasen así no significa que tú tengas que hacer lo mismo.

Dejemos a un lado las afinidades con los demás y centrémonos en lo que nos debe unir a nivel profesional y corporativo. No llevemos los problemas al terreno personal; todos tenemos nuestras rarezas. Debemos confiar más en nuestros equipos de personas; les pagamos para que desempeñen su trabajo, solucionen cosas y demuestren su valor profesional. Algunos jefes acotan tanto la toma de decisiones de sus personas, porque quieren decidir todo. Los responsables también se equivocan y no siempre tienen razón.

Es por eso que la frase, “ese no es mi problema” no puede ser una frase de empresa. Es propia de alguien que se siente seguro en su propia burbuja. Y una organización, no puede ser un cúmulo de burbujas, sino una gran entidad donde todos sus integrantes remen en la misma dirección.

¿Eres hombre/mujer de empresa o eres de los que se quedan en su propia burbuja?

Fuente imágenes: propiedad de Juan Martínez de Salinas