Hace tiempo que vengo reflexionando sobre el tema de quedarnos sin trabajo. Esta crisis nos hace recordar la anterior, no tan lejana, cuando familias enteras se quedaron sin trabajo y, por ende, sin ingresos.

Pero no siempre el quedarse sin trabajo es causado por algo externo. Hay quienes deciden abandonar su puesto por diferentes circunstancias que les permiten salir de ese yugo. Todavía son muchos los que aguantan en sus trabajos tediosos, desmotivadores y sin valor alguno. Lo hacen por la comodidad, por aguantar, por una falsa seguridad y otras frases trampa que nos decimos. En este caso, solemos oír la expresión “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Discrepo totalmente; si algo no te gusta, cámbialo, asumiendo que lo nuevo no sabes cómo será. Es a lo largo de tu vida profesional cuando debes probar, arriesgar y evolucionar. Que sepamos, solo vivimos una vida y toca estirarla y exprimirla al máximo.

Con esto no estoy alentando a todos aquellos que estén quemados, desmotivados o perdidos a que abandonen su puesto. Pero sí que salgan de su letargo vital y profesional y empiecen a explorar lo que hay fuera. Tenemos que vernos como prestadores de servicios, productos, metodologías o conocimientos aplicables.

Estamos acostumbrados a depender de un solo empleador, que redunda en tener que aceptar todo aquello que nos diga. Tampoco el gobierno ayuda, pues a la hora de tener más de un pagador, se penaliza en la declaración de hacienda. Si nos falla el único pagador (situación más habitual de lo que nos gustaría en estos momentos), nuestros ingresos dejan de llegar. Los salarios tampoco están en los tiempos más boyantes. Incluso el horario de trabajo también se ha reducido en algunos puestos, por lo que se podría buscar un segundo empleo y conseguir, así, otras fuentes de ingresos. Las personas somos mucho más que un trabajo; debemos saber apreciar nuestro potencial y saberle sacar partido. Lo único es que primero os debéis valorar como personas y profesionales.

Antes de iros de vuestro empleo, tenéis que tener otros ingresos por cosas que sabéis hacer, solucionar, desarrollar o ejecutar.

Me da igual cual sea vuestra profesión. Quiero que reflexiones sobre qué puedes hacer para ganarte la vida de otra manera. Se trata de darle forma a tus competencias, conocimientos, experiencias y aptitudes. Haz un listado con lo que puedes hacer y ofrecer a otros en forma de productos o servicios que aporten valor. Me da igual que sea dar clases, escribir artículos, escribir un ebook o colaborar en un programa de radio.

Una vez que tenemos esto definido tenéis que buscar respuesta a la siguiente pregunta ¿A quién le puede interesar pagar por esos productos, programas, servicios, conocimientos o metodologías? Es cuestión de sondear a gente de vuestro entorno para ver qué opinan. También puede ser bueno que os pongáis en el lugar de vuestros grupos de interés. Esto os ayudará a saber qué necesitan y cómo les podéis ayudar con lo que vosotros podéis aportar. Deberéis tener bien preparado vuestro enfoque y argumentos de venta, sobre todo a las pegas que puedan poneros.

Lo que está claro es que en este mundo las oportunidades les llegan a los que las están buscando. Obviamente, no es tan sencillo, pero claramente, debéis pasar a la acción y estar en modo proactivo. Nada llega porque sí. Se trata de dejar el miedo a un lado para intentar cosas diferentes.

Está claro que todo lleva su tiempo y su esfuerzo, a veces para que otros estén dispuestos a pagar por lo que sabéis hacer, debéis de estar abiertos a mostrar de forma puntual esos conocimientos o valor que tenéis de forma altruista. Esto muchas veces produce el efecto llamada necesario. Muestras de lo que eres capaz y luego la boca a boca hace su trabajo.

Debemos ser objetivos, es decir, no admitimos a los quejicas, llorones y buscadores de consuelo. Quizás la pregunta  sea qué habéis hecho para conseguir fuentes de ingresos alternativos a vuestro trabajo. Puedes tener capacidad comunicativa y saber mucho de un tema, sin embargo, no tienes preparado un dossier con las materias que puedes impartir como formador ni con los temas que controlas para dar conferencias o charlas. Tampoco has contactado con nadie para ofrecerte como formador o conferenciante. Las oportunidades son de los que se lanzan a buscarlas y no esperan que lleguen por si solas.

Todos tenemos miedo al rechazo, a que nos digan que no y a quedarnos con las ganas. Lo que tengo claro es que el que no intenta nada nunca conseguirá nada. No podemos tirar la toalla antes de intentarlo. Si nos dicen que no, no hay que desesperar. Quedan mil puertas a las que llamar. La clave es ofrecer las ventajas de lo que se puede conseguir con eso que ofrecemos. Se trata de saber traducir lo que podemos hacer en forma de productos o servicios atractivos y necesarios. A las personas tenemos que facilitarles el proceso. Vuestros grupos de interés quieren no pensar demasiado, que les ofrezcáis lo que precisan.

Las fuentes de ingresos irán llegando; debes saber valorar tu trabajo, es decir, cuánto cuestan tus productos, servicios, conocimientos, etc. Sin olvidar, claro está, qué precios tiene la competencia. El precio es importante, aunque influye más el valor que les aportes a los demás. Más de una vez, lo barato es caro. Tienes que marcar una política de precios que te permita vivir de lo que haces, pero teniendo en cuenta el precio del mercado. Como en toda situación, tendrás que negociar los precios, por lo que tendrás que tener claro cuáles son tus límites.

No se trata de que os contraten por vuestro tiempo como en los contratos tradicionales de cuenta ajena, sino que quieran contar con vosotros por lo que sabéis hacer, por lo que aportáis, por vuestra forma de trabajar, por vuestras competencias, por vuestras soluciones diferenciadoras, etc. Tenéis que cambiar vuestra forma de ver la venta de vuestra propuesta de valor.

Cuesta cambiar el chip porque estamos acostumbrados a que nos paguen por nuestro tiempo. Es decir, el beneficio de lo que sabemos hacer se lo llevan otros a cambio de un salario, que muchas veces está por debajo de nuestro valor. Se trata de quitaros al intermediario, es decir, ser vosotros los que podáis ofrecer directamente vuestro trabajo a quién lo precise. Es un gran cambio, supone dejar la seguridad y comodidad del empleador. El trabajar para varios empleadores supone tener mayor libertad financiera, trabajando en algo que os aporta y apasiona. A cambio tenéis que asumir el coste de trabajar muchas horas hasta conseguir llegar a vuestro nivel de ingresos esperado. Eso sí, si se hace por cuenta ajena, el Gobierno debería mirar a cambiar los impuesto para no penalizar al que tiene varios empleadores. La sociedad ha cambiado y el trabajo de toda la vida con un solo empleador ya no es la única opción. En estos tiempos revueltos, donde el trabajo no es tan estable, el Gobierno debería modificar su postura y permitir que los españoles puedan ganar sus ingresos sea de uno o varios empleadores. Que los impuestos vayan por el volumen de ingreso más que por cuantos empleadores tienes. Creo que tiene su lógica.

Muchos diréis que esto es muy fácil de pensar y muy difícil de ejecutar. Es cuestión de salir de vuestra caja estándar de pensar. Se trata de abrirnos a otras perspectivas, asumiendo que los comienzos no serán fáciles. Siempre podéis complementar vuestro trabajo por cuenta ajena con proyectos que os aporten unos ingresos extras. Cada cual que haga lo que quiera y/o pueda. Es una forma de salir del camino que nos han marcado que debemos seguir. Que todos hagan eso no significa que eso sea lo mejor para vosotros.

Lo que está claro es que nos tenemos que forzar y buscar sentido a lo que hacemos en nuestra vida profesional. Los años pasan muy rápido y se trata de estar orgullosos de lo que hemos conseguido a lo largo de nuestras vidas. Disfrutar con lo que hacemos es posible.

¿Qué sois capaces de hacer, crear u ofrecer para obtener ingresos extras?

Fuente imágenes: propiedad de Juan Martínez de Salinas