El liderazgo tiene varios enfoques, quiebras y problemáticas. Actualmente está mutando hacia una versión más colaborativa y global para que sea eficaz y adecuado a las necesidades actuales.

Necesitamos que los líderes sean facilitadores de las cosas, que nos impulsen a sacar lo mejor de nosotros y que sean el espejo en el que mirarnos y seguir su ejemplo. Esto parece lógico, aunque la realidad no se ajusta tanto a este modelo. Estamos ante una ausencia de líderes a los que seguir; suele faltar honestidad, transparencia, carencia, visión estratégica, humanidad y empatía.

El otro día hablando con un amigo que recientemente ha sido promocionado a un puesto directivo me comentaba que lo primero que hizo fue reunir a su equipo de personas y les comento que quería que pensasen para responder la siguiente pregunta: “¿qué esperáis de mí como jefe/a?” y la mayoría le respondieron que fuese un gran compañero que les impulsase, retase y ayudase para entre todos cumplir los objetivos.

Dando vueltas sobre esa pregunta me vino a la cabeza que he tenido muchos responsables y ninguno me lo ha preguntado. ¿Qué puedo pensar entonces? La verdad es que creo que es muy probable que no les haya importado en un primer momento qué esperaba (yo y el resto del equipo) de ellos como responsables. Pero no todo tiene que pasar por esa pregunta. Algunos sí que han demostrado preocuparse por mí de otra forma indirecta con conversaciones y evaluaciones interesantes para mi desarrollo. Igualmente, tampoco he lanzado abiertamente la pregunta a mis jefes sobre qué esperan de mí como colaborador. Aunque normalmente cuando llega un nuevo responsable te pide tu ayuda para facilitarle su adaptación y su trabajo.

Es muy positivo dejar las cosas claras con tu equipo desde el primer momento, poniendo todas las cartas encima de la mesa, las buenas y las malas. Es un acto de honestidad loable y arriesgada a la vez. Es una forma de hacerles ver que te importan y que quieres poner de tu parte. Luego tendrás más afinidad con unos que con otros, aunque eso no quita que la diversidad enriquezca el trabajo.

Independientemente de que los jefes sean promocionados internamente o sean seleccionados de fuera, suele ocurrir que se olvidan de lo más importante bajo mi punto de vista: antes que jefes, son compañeros. El equipo tiene que sentir que eres uno más, debes compórtate tal y como eres. Muchas veces, los jefes cambian su carácter, su forma de hablar, incluso de vestirse, pues el estatus parece que les obliga a cambiar. ¿Se es más jefe por cambiar la forma de ser? Claramente, no. Pero es más habitual de lo que parece. Suelen caer en grandes errores, marcando distancias para evitar rumores, favoritismos y otro tipo de cosas. Un líder tiene que ser equitativo y muy empático, es decir, ponerse en los ojos de los demás para saber analizar cómo perciben otros sus comportamientos.

Un líder tiene que ser en primer lugar humano y buena persona; esto conlleva dialogar con las personas de su equipo de forma habitual para tener claro que necesita de ellos y viceversa.

Igualmente para que un departamento de diferentes personas funcione tiene que existir confianza de unos con otros; es cuestión de tiempo, de trato y cooperación. Tenemos que ver que la otra persona intenta relacionarse con nosotros y ganarse nuestra confianza. Un jefe o líder tiene que dedicar mucho tiempo inicial a conocer a sus personas a nivel profesional y personal. Es bueno establecer reuniones periódicas para ir contando lo que va sucediendo y que los demás compañeros sepan lo que cada uno hace; esto hace mucho más equipo que los organigramas o las relaciones de puestos de trabajo con las funciones.

Hay quienes piensan que un equipo tiene que compartir tiempo fuera de la empresa y se fuerzan reuniones sociales fuera de horas de trabajo con equipos de personas que, desgraciadamente, no se soportan; No por estar juntos, se cambia la opinión forjada durante años. Estas cosas tienen que surgir y apetecer. Esto requiere un gran trabajo previo. Así que si el objetivo es hacer que la gente se lleve bien, quizás haya que empezar por promover el que todo aquello que moleste el uno del otro, se solvente en la oficina, antes de hacer soportar una noche de suplicio con gente con la que no te llevas bien.

Creo que es recomendable que un responsable quiera saber qué espera su equipo de personas de su gestión. Igualmente, el equipo tendrá que ser sincero y aportar su visión constructiva. No obstante, el poder obtener esta información requerirá haberlo visto en acción un tiempo, para poder valorar. Equipo y responsable deben ayudarse, animarse, contradecirse, escucharse, decirse lo que no nos gusta y todas esas cosas que son necesarias para crecer como equipo de trabajo. Eso sí, para decir lo que no nos gusta debemos centrarnos en los hechos y no en la persona.

Algunos jefes o líderes demuestran que sus equipos les dan igual o que le valen cualquier tipo de personas; los ven como meros recursos y eso es muy triste. Tenemos que saber reconocer las peculiaridades y diferencias de cada persona.

Muchas personas echan de menos jefes que les ayuden a desarrollarse más para que lleguen a su máximo potencial. También sería bueno que un jefe nos dijese lo que hacemos regular (de forma constructiva) y que nos diese herramientas para hacerlo mejor; muchos se quedan en gritar, increpar o atosigar a su equipo diciendo que quieren más resultados, olvidando que es su papel ayudarles a ser mejores. Un líder debe asumir la parte de culpa cuando su equipo se equivoca. Tendrá que analizar qué es lo que ocurre para evitar que vuelva a repetirse.

Creo que es muy necesario que un responsable de equipo se comporte siempre igual, es decir, que nos salude, sea simpático, se preocupe por nosotros siempre y no solo cuando necesita algo de nosotros. Las personas quieren normalidad en sus líderes, asumiendo que un mal día o una temporada inadecuada la tenemos todos.

Un líder se rodea del mejor equipo y confía en él. Les da responsabilidad a sus personas y les deja hacer. Pero no es cuestión de delegar todo. Para eso se es responsable. Cuando un colaborador solicita la opinión de su superior es para que tome una decisión que no le compete a él tomar. Si el superior se dedica a responder con un “haz lo que veas conveniente”… ¿para qué tenemos un responsable? Está claro que la pregunta denota que la decisión no la tiene que tomar el subordinado, sino el superior. Pero aún podemos incidir más en la postura incorrecta. Habiendo dado carta blanca en la toma de la decisión, aun nos encontramos con aquellos que se permiten el lujo de criticar dicha decisión.

¿Un líder es el que delega todo el trabajo? Bajo mi punto de vista, un líder, claramente lleva la dirección, pero debe involucrarse. No puede ser un marionetista, manejando los hilos de su equipo. Este, líder incluido, si trabajan en conjunto, podrán llegar al éxito.

Es bueno que un líder tenga sentido del humor y valore el espíritu crítico dentro de su equipo. Nos encontramos con el jefe malhumorado a todas horas pero también aquel que siempre está de risas. Habrá que quedarse en un término medio.

Como he dicho antes, un líder se rodea de los mejores. Hay quienes se rodean de aduladores, que no siempre hacen el trabajo necesario, pero tienen a su superior contento. Incluso estos aduladores, pueden llegar a criticar a ciertos sectores del departamento, algo que un buen líder no debería aceptar.

Hay quienes, cuando llegan a su posición, se rodean de un nuevo equipo, relegando al equipo anterior a labores menos relevantes. Hay que dar valor a la experiencia, pues los equipos nuevos, pueden traer nuevas formas de hacer las cosas, pero hay que tener en cuenta que todo lo que se ha hecho hasta la fecha no estaba tan mal hecho y si se hacía de esa forma, sería por alguna razón.

Tenemos que exigir lo máximo a nuestro equipo y animar a que nuestras personas nos aprieten para que seamos los mejores líderes posibles. El aprendizaje de líder se experimenta desde la acción constante muchas veces mediante la prueba y el error.

Es bueno que un responsable te anime a crear, tener iniciativa, arriesgarte y probar cosas nuevas, eso sí dándote apoyo verbal, real, material y presupuestario. Muchas veces te lanzan a la piscina para después dejarte solo en la dura travesía por el desierto corporativo, donde recibes de todo menos ayuda sincera. Las cosas tienen que llevar su ritmo.

Para tener un buen equipo el líder tiene que darle forma con las personas que tiene. No podemos rendirnos a la primera diciendo cada uno es como es, eso está bien, lo único es que las personas a veces necesitan cambiar aunque no lo sepan. Eso supone ayudarles a evidenciarlo. Debe animar a sus personas a arriesgarse, aunque para ello debe apoyarles, a pesar de los errores. Antes los errores busquemos soluciones inteligentes, en vez de centrarnos en encontrar un culpable.

Cada vez los liderazgos son más horizontales en donde necesitamos que todo el equipo ponga de su parte para desarrollar cualquier proyecto, centrándose en sus fortalezas que hagan mejor al grupo y apoyándose en el resto. Admitir nuestras carencias o debilidades no es un error; un buen líder busca equipos de personas que se complementen y que sean personas mucho mejores que ellos en muchos aspectos técnicos, competenciales y experienciales. Un líder, para avanzar, necesita a sus personas; si se limitar a ordenar, sus personas serán meros ejecutores sin interés ni involucración.

¿Por qué un líder no siempre se rodea de los mejores?

Fuente imágenes: propiedad de Juan Martínez de Salinas