Un lunes de noviembre a las 12 del mediodía, África Serrallo, técnica de Marketing, tenía programada una reunión con Dirección que, como pasa en más de una empresa, no tenía orden del día. En su imaginación ya proyectaba el esperado y merecido ascenso profesional, puesto que su jefe se jubilaba. Llegó el director, junto con la directora de RRHH y empezaron por halagar su labor, su talento y capacidad resolutiva. África estaba exaltante y tocaba la gloria en su mente. El azar quiso que todo girase sin esperarlo.

El director añadió “Te queremos comentar que, con tu perfil, creemos que tienes muchas opciones profesionales fuera de la empresa ya que, internamente vamos a hacer cambios organizacionales y tenemos que prescindir de tus servicios en esta compañía. Te daremos una buena carta de recomendación”. Su cara mostraba un asombro aterrador y su mente se hacía infinitas preguntas (¿Por qué? ¿Qué ha pasado? Pero si se jubila Dionisio… ¿Y ahora qué voy a hacer?…)

Ese lunes de noviembre ocurrieron muchos ascensos, nacimientos, comienzos y finales de ciclo profesional. La vida es una gran montaña rusa. Como África, Carlos, Sara, Úrsula, Jacinta, Manuela y otros muchos pasaron por experiencias semejantes que condujeron a su despido. Todos ellos habían cambiado varias veces de empresa. Sus perfiles eran diversos, aunque de cualificación técnica o de gestión en departamentos. Vivían en ciudades diferentes de España. No obstante, a todos les unía una cosa; habían cumplido ese año 50 años. Aunque los medios de comunicación los renombraban como los nuevos 30, el numeral, parece que pesaba mucho.

África, con esa personalidad activa que le definía, pasó unos cuantos días de drama, como es natural pero decidió afrontar su salida profesional como una oportunidad para empezar nuevos retos. Se preguntó a si misma qué le apetecía hacer. Era buen momento para invertir en un MBA para aportarle esa visión estratégica global de una compañía. Su área de especialización era en marketing. Sus inicios no fueron fáciles hace años, al carecer de experiencia, por lo que profundizar en la teoría y poniéndola en práctica con su experiencia le motivaba. También sus cambios de compañía supusieron desafíos con dificultades y oportunidades. Mientras cursaba el MBA, participó en diversos procesos de selección para los que encajaba a la perfección. Pasó un año pero ninguna de esas opciones se materializaba. Pero tanta negativa le empujó a pedir feedback, aunque, cuando lo recibía, la respuesta era lo misma: otras personas encajaban mejor.

Tuvo suerte de coincidir en una de esas empresas con Andrés, un joven de 30 años, que le dijo directamente “Tu problema ha sido tu excesiva experiencia proporcionada por tu bagaje profesional. Queremos gente más flexible”. Nuestra protagonista asumió que a pesar de que nos digan que lo realmente vital es el talento, la edad también importa, marca y deja huella en el mercado laboral español.

África afrontaba ese nuevo contratiempo con positividad y buen humor. Muchas personas de su entorno le recomendaban lanzarse al emprendimiento mediante la prestación de sus servicios a otras compañías, pero tenía pavor a esa opción. Esa tarde estaba tomando café y se oía de ruido de fondo la televisión. Una señora que estaba en la barra del bar decía “ya no saben que inventar para ganar audiencia”. África centro su atención en la noticia que repetían una y otra vez. La productora memoria hacia un casting a nivel nacional y justo al día siguiente era en Teruel donde ella vivía. Estaban buscando personas para “hermano SENIOR”. Este nuevo programa reality show buscaba personas entre 50 y 60 años que llevasen más de un año sin empleo y que quisieran demostrar su talento ante Gerardo Brunete, propietario del grupo multinacional VIVENCIAS. El premio para el ganador era una nueva oportunidad profesional en esa gran multinacional en donde tendría un nuevo comienzo. El jurado eran personas del mundo empresarial de diferentes sectores.

África se dijo a sí misma. Ese programa está pensado para mí, así que, sin pensárselo dos veces, se presentó al casting que tuvo lugar en el hotel Recogida. Fue una mañana de pruebas, conversaciones y anécdotas. Se lo tomó como una experiencia más.

Dos meses después sonó su teléfono y le citaban para la fase final en Madrid. Ella no sabía a qué se refería su interlocutor. Ella dijo ¿Para qué empresa es la entrevista? La respuesta de su interlocutor, señora es la fase final de HERMANO SENIOR. Ella recordó y optó por seguir adelante, por lo que confirmó su asistencia.

Se habían presentado más de 10.000 personas a este casting. En la fase final quedaban 60 personas de las que seleccionarían a 15. Ese día, África tuvo que realizar pruebas de cámara, test competenciales, test de personalidad y pruebas situacionales. Desde el rol de candidato era un proceso de selección exigente. Eran las 20h y se comunicaron las 15 personas elegidas que convivirían encerradas en un plato casa/empresa. Ya se habían pronunciado 14 nombres de los elegidos. Ella había perdido toda esperanza, cuando sonó el nombre de África Serrallo.

A los pocos días, se vio conviviendo en unas instalaciones amplias, junto a otros 14 desconocidos a los que solamente le unía estar sin empleo y tener 50 años o más. Como en cualquier tipo de programa de semejante formato, cada semana, una de esas personas abandonaba la casa en función de la decisión del jurado y del voto popular. Les iban planteando casos reales que ocurrían en una organización y analizaban en vivo y directo cómo actuaban, qué decidían, qué competencias sacaban, qué errores cometían y qué aprendían. Llegado el ecuador del programa, África continuaba entre los 7 que aún permanecían. Contaba con el apoyo del público y del jurado. Estaba demostrando su actitud, valía profesional, conocimientos y competencias. Quedaban dos semanas de programa y 5 concursantes. Solo dos personas llegarían a la prueba final. El primer elegido era Julián que había demostrado su creatividad, organización y liderazgo. La segunda persona elegida fue África por su valentía, profesionalidad y capacidad comunicativa.

Llegó el momento de la verdad. Dos manos unidas con nerviosismo, una lectura de nombre y un solo ganador. La persona ganadora de “hermano SENIOR” es… Julián”. Fue un momento de bajón para África. A los dos finalistas les llovieron las semanas posteriores las entrevistas en los medios de comunicación. Eran estrellas mediáticas. Varias empresas se interesaron por África, aunque eso no se materializó en nada concreto. Con el paso del tiempo, África ya no interesaba, no daba “carnaza”.

Julián, flamante ganador de “hermano SENIOR” se incorporó al grupo multinacional VIVENCIAS. Desde el primer momento, tuvo claro que su posición no estaba definida, su perfil era financiero. Iba cambiando de departamento cada 2 meses. Pasado un año lo integraron en contabilidad. Se dedicaba a puntear facturas. Tenía el empleo soñado, aunque no disfrutaba con lo que hacía. Al final, Julián decidió abandonar el grupo VIVENCIAS por sentirse un mero reclamo publicitario de cara a los intereses empresariales.

Entre Julián y África hubo una conexión total y ese programa forjó una amistad duradera. Ella, al dejar el programa, tuvo claro que quería hacer algo grande, aunque no tenía claro qué sería.

Estando los dos sin trabajo, se reunieron varias veces, buscando opciones de colaboración. Y surgió finalmente la idea. Gracias a su imagen mediática, decidieron montar juntos la startup “TALENTO BRILLANTE”, una agencia de personas senior para ofrecer a empresas que valorasen la valía profesional por encima de todo lo demás. Fueron unos comienzos duros, con muchas puertas cerradas, aunque las que se abrían eran pasos que les hacían avanzar. Tuvieron que culturizar a muchas empresas que tenían sesgos ocultos. Fueron creciendo y abriendo delegaciones en diferentes ciudades de España. Ya estaban trabajando para grandes empresas como Grupo Salami, Telégrafo y Morcadena. Tenían claro que por encima de tener una forma de sustento, estaba el visibilizar a personas con mucho talento que aún tenían mucho que aportar a las empresas. Es más, habían lanzado el sello de responsabilidad senior para reconocer a aquellas empresas que valoraban, cuidaban e integraban a las personas de 50 o más años.

Julián y África habían recibido con expectativa y honor la nominación de África a empresaria del año. Los otros dos finalistas eran dos mujeres de la generación Millennial. En la cabeza de África volvió de nuevo la adrenalina vivida en la final de hermano SENIOR. En esta ocasión, fue ella la elegida. Subió al estrado y sus palabras fueron el mensaje de reconocimiento a todas las personas que ven como su experiencia, competencias y valía profesional se ve interrumpida por una cifra que no cambia nada. África acabó diciendo que el talento es diverso y que en las empresas deben incluir a personas de todas las generaciones para que unos puedan aprender de los otros y juntos encuentren la fórmula del éxito. Su lema final fue “incluye, ayuda y experimenta”. Las empresas, por encima de todo, las conforman SUS PERSONAS.

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