Siempre hay quien se cuestiona qué personas son las más adecuadas para poder ser mentores de personas que están comenzando un proyecto emprendedor, de una persona que comienza en una organización que tiene mucho potencial o de alguna persona que está en proceso de reinvención profesional.

Podríamos decir que un mentor es una persona que guía, acompaña, ayuda, potencia, motiva, da ideas, hace reflexionar, pensar y enfocarse. Todo esto lo hace basado en sus experiencias vitales relacionadas con eso o con cosas afines.

Personalmente, considero que puede ser mentor cualquier persona, independientemente de su edad. Una persona joven que ha llevado a cabo muchas cosas y con una mente inquieta puede ser un gran mentor para mover a otras personas. Igualmente, una persona de 50 años con mucha experiencia puede aportar una gran experiencia. Pero también tendremos casos donde otras personas jóvenes o mayores no sean adecuadas para ser mentores de nadie. Los mentores, además de su experiencia deben tener muchas inquietudes, ganas de hacer cosas, de seguir aportando su granito de arena, de estar siempre en acción y pensando nuevas aventuras.

Otra de las polémicas en torno a un mentor es si debe haber emprendido cosas o invertido dinero en algún proyecto o lo que es lo mismo, tener experiencia de primera mano. Pienso que depende de cada persona. No todos los emprendedores están capacitados para ser mentores ni todas las personas que se han tenido que reinventar son adecuadas para ayudar a otros a hacer lo mismo. Ciertamente, la experiencia que uno puede aportar puede venir muy bien al mentorizado, pero no es esencial. Ante todo, un buen mentor debe tener mucha empatía para ser capaces de ponerse en la piel de otros. Siempre digo que todos hemos emprendido muchas cosas a lo largo de nuestras vidas, por nimios o no que parezcan nuestros proyectos. Por ejemplo, hemos intentado aprobar un grado universitario o trabajar en determinadas empresas o salir con esa chica o chico que nos volvía locos, aprobar una oposición, tener hijos… entre muchas cosas. Todos estos procesos nos han llevado hacia “lo desconocido” y nos han aportado habilidades para salir airosos. Debemos asociar el emprendimiento al intentar cosas con todo nuestro empeño. Por ello, un mentor debe tener esa inquietud de intentar cosas muy fresca y reciente.

De la misma manera, ser un mentor o acompañante de personas en proceso de reinvención profesional, conllevará poder saber qué es eso que te puede cambiar la vida de un día para otro. Es decir, que sepan que es esa sensación de perder nuestra frágil seguridad laboral y cómo afrontar ese buscarse la vida. No debemos olvidar que un mentor trata con personas y no con recursos humanos. No tienes por qué haberlo vivido, aunque si saber qué supone eso por lo que tiene que estar abierto al mundo real.

Un mentor tiene que ser alguien humilde, asumiendo que lo importante de esa relación de mentorizaje es ayudar a la otra persona. También, es alguien generoso que debe estar dispuesto a dedicar parte de su tiempo a ayudar a una persona para intentar mejorar su mundo.

Un mentor tiene que saber hacer preguntas inteligentes a la persona a la que mentoriza con el fin de hacer que ella se replantee muchas cosas y tenga en cuenta diferentes aspectos y perspectivas. Un mentor tiene que saber hacer ver la realidad a los mentorizados. Uno puede ser idealista, sin embargo, no debemos dejar de tener los pies en el suelo. Imagínate que un emprendedor tiene una idea muy interesante pero olvida, por ejemplo, investigar la rentabilidad de su aventura emprendedora. Posiblemente, no tenga éxito si no tiene todas las posibilidades de rentabilidad estudiadas y previstas. Igualmente, tu proyecto emprendedor puede ser muy innovador, sin embargo, habrá que tener claro el mercado al que va dirigido, qué personas están dispuestas a pagar por ese producto o servicio. Hay quienes idealizan su proceso emprendedor o de reinvención profesional, por lo que tanto mentor como mentorizado deben tener los pies en el suelo.

Un mentor no es ejecutor ni decide nada. Debe saber plantear todos los caminos posibles para buscarles los pros y contras, aconsejarle e intenta hacerle plantear todas las alternativas pero, claramente, debe dejar la toma de decisiones al mentorizado.

Un buen mentor tiene que ser capaz de poner patas arriba el proyecto, para que el otro pueda cuestionarse todo, incluso aquello que quizás no se había planteado. De la misma manera, tiene que buscar pegas para conseguir que el mentorizado busque otros planes por si fallan los primeros previstos.

Una buena labor de mentorizaje debe desembocar en que el otro recupere la curiosidad de cuando era niño. Debe preguntarse muchas cosas y buscar posibles respuestas. Debemos pensar más en nuestros clientes, con independencia de que emprendas o de que estés en proceso de reinvención profesional. Un mentor debe conseguir que su mentorizado piense en su propuesta de valor e identifique qué puede ayudar a solucionar a sus clientes.

Una casa no se debe empezar por el  tejado. Aconsejar en asuntos externos es lo fácil pero hay que tener presente que muchas decisiones conllevan inversión económica por lo que tendrá que asegurarse de que el mentorizado que se centre inicialmente en el mínimo producto viable para comenzar a caminar.

El mentor deberá aportar a sus personas una perspectiva global externa, que vendrá muy bien para coger aire. Los emprendedores suelen estar muy metidos en su tema, haciendo que el árbol les impida ver la diversidad y frondosidad del bosque.

Considero que ser mentor es toda una responsabilidad y debemos valorar si estamos capacitados para serlo y si tenemos el tiempo necesario para poder invertirlo en otra persona de forma desinteresada.

Todo proceso conllevará un aprendizaje por ambas partes. No se trata de un grupo de trabajo donde uno sabe todo y el otro no sabe nada. Un mentor debe disfrutar con el proceso que mentoriza, es decir, debe tener inquietud por el proyecto y la persona que está detrás. Todo lo que se hace por obligación y sin ganas, se percibe y al final no acaba bien.

También debemos asumir que un mentor no va a solucionar vuestros problemas. Os ayudará, eso sí, a enfocar mucho más vuestro proyecto emprendedor o vuestro proceso de reinvención profesional. Lo digo porque algunos mentorizados pretenden que sus mentores hagan parte de su trabajo. Cada parte debe tener claro cuál es su papel en todo el proceso.

He tenido dos experiencias como mentor. La primera fue un poco frustrante porque tenía que ir detrás de mis mentorizados. Al final decidí finalizar la relación de mentorizaje porque les hice ver que no tenían en esos momentos ni el tiempo ni el interés necesario para aprovechar a un mentor. En la segunda relación de mentorizaje ha sido todo lo contrario; estoy aprendiendo un montón y existe una gran conexión con el proyecto y la persona que está detrás.

¿Tenéis experiencia con mentores? ¿Lo habéis sido alguna vez?

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