Las personas que trabajamos para ayudar a otras personas a desarrollarse profesionalmente, a mejorar sus competencias profesionales para ser más atractivos, a encontrar una nueva oportunidad profesional, a clarificar su objetivo profesional y a otras muchas cosas, debemos de trabajar nuestras competencias. Desgraciadamente, suele pasar que, enfocándonos en otros, solemos olvidarnos de mejorar o desarrollar nuestras propias competencias.
Los especialistas en empleabilidad deben poseer empatía y asertividad. Voy a intentar clarificar que son ambas competencias transversales y cómo poder desarrollarlas.
La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar de la otra persona para comprender mejor cómo esta y cómo se siente. Pero no olvidemos que no tiene nada que ver con darle la razón.
Una persona que trabaja la empleabilidad de diferentes tipos de personas debe empatizar mucho con ellas. Todo empieza por escuchar con atención a la otra persona para percibir cómo esta, qué piensa, por qué se comporta de esa manera, por qué piensa así, etc. Si una persona es muy negativa en su proceso de búsqueda, debemos indagar por qué está así para conseguir que salga de ese estado. Por tanto, la empatía es saber preguntar a la persona que tenemos delante qué tal está, cómo se siente, en qué podemos ayudarle…
Me gustaría que os preguntaseis y respondieseis a esta pregunta ¿Cuantas veces preguntáis esto a las personas que atendéis? Supongo que nos sorprenderíamos de que la mayor parte de las ocasiones, no se suelen preguntar estos puntos.
Damos por hecho que las personas que buscan empleo están bien. Deberíamos preocuparnos más por la historia de cada persona para comprender muchas cosas y, a partir de ahí, poder ayudarles. El día a día se nos come el tiempo y, en más ocasiones de las deseadas, no disponemos de ese tiempo para hacerlo. Si una persona está estancada en el pasado y no acepta demasiadas situaciones no podrá avanzar. Nuestra labor es ayudarles a reflexionar sobre este estado, sin juzgarles. La empatía tiene que ver mucho con prestar atención al prójimo, con dedicarle tiempo, con escucharle y darle su espacio. Hay quienes no se atreven a contar cómo están a sus entornos. Debemos dar confianza a las personas que atendemos.
Cada persona es diferente. Debemos centrarnos en cada momento, en cada persona, sin suponer nada, ni juzgar, ni opinar a la ligera. Debemos entender a esa persona. Para esto, será fundamental asumir que es su momento y que estamos dispuesto a escucharle sin prisa. Si la otra persona percibe que lleváis premura en su atención, se cerrará en banda y vuestra reunión será inefectiva.
A la hora de trabajar en empleabilidad es importante que seamos asertivos. La asertividad, en este ámbito, es la capacidad de tener clara nuestra opinión, expresar nuestros pensamientos de forma clara y concisa y saber defenderla con argumentos. Esto no consiste en decir a las personas lo que pensamos de cualquier forma. El ser asertivo conlleva elegir el momento, las palabras y la forma más adecuada para dar nuestra visión a la otra persona. En más de una ocasión, cuando atendemos a otras personas que buscan empleo, tenemos que decirles las cosas como son para conseguir que reaccionen. Si una persona está instalada en la queja, tenemos que decirle, con tacto, que esa forma de comportarse no le ayudará. Toca investigar por qué ha llegado a ese estadio personal. Si una persona nos falta al respeto tenemos que decirle que esos comportamientos no los vamos a tolerar. No todo vale. Es fundamental que valoremos si la otra persona nos ha pedido nuestra opinión y si esa opinión le puede ayudar. Si son opiniones destructivas y que no aportan valor, será mejor callarnos.
Hemos sido criados en un sistema que promueve mucho el ser aceptados e integrados por un grupo y el encajar. Esto hace que busquemos a personas afines a costa de ser nosotros mismos. Las cosas se pueden decir de muchas formas. No es bueno que nos callemos nuestra opinión y nos oprima por dentro. Al final, hacerlo, repercute en la salud.
Como profesionales de la empleabilidad tenemos que hacer ver a cada persona su papel protagonista en su proceso de empleabilidad. Se trata de dejarles claro que tendrán que trabajar duro para avanzar, evolucionar y encontrar nuevas oportunidades. A veces, nos encontramos con personas estáticas y reactivas que piensan que la responsabilidad de buscarle empleo recae solamente en nosotros. Un orientador es un guía, acompañante y facilitador.
Tenemos que forzarnos en expresar nuestra opinión de forma correcta y adecuada. Lo único es que dar nuestra opinión o decir lo que pensamos no es popular. El que alguien te diga algo que no quieres escuchar, no significa que nos esté atacando. A veces, son cosas que ya sabemos y que nos negamos a aceptar.
Ser asertivo está relacionado con la educación, la tolerancia y el respeto. Si una persona, para darte su opinión, expresar lo que piensa o defender sus derechos te descalifica, ya pierde toda la razón. El ataque no es asertivo. La asertividad es constructiva y no destructiva. Tenemos que saber detectar el mejor escenario para hacerlo. En más de una ocasión, el ser asertivo supone reunirse con esa persona de forma individual y charlar con ella de forma tranquila. Algunas personas eligen los peores momentos para dar su opinión.
Tanto la empatía como la asertividad se pueden trabajar. Es más, es necesario que las personas que estamos en contacto con personas que necesitan nuestra ayuda para encontrar su sitio en el mercado laboral, las trabajemos de forma obligatoria. Tenemos que saber sacar lo que nos oprime de cara a ayudar a otras personas. A todos nos ha pasado que algunos usuarios nos transmiten su toxicidad. Debemos “limpiarnos” para poder seguir ayudando al resto de personas. Igualmente, toca ponerse en el lugar del que lo pasa mal. Desde la seguridad de nuestro puesto de trabajo, olvidamos lo que conlleva buscar empleo, superar un despido o reciclarte profesionalmente. No debemos olvidar que trabajamos con personas con sentimientos.
¿Qué nivel de asertividad y empatía tenéis?
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