Los tiempos cambian y las actitudes también. Todos estamos habituados a tratar con egresados de diferentes titulaciones que tienen ganas de comerse el mundo. Pero al mismo tiempo, no calculan bien el esfuerzo que supone ese avance. Son jóvenes que han nacido ya con las nuevas tecnologías, que son nativos digitales. Aunque quizás debamos pensar que están acostumbrados a utilizar la tecnología para relacionarse y no tanto para trabajar y potenciar su desarrollo.  Hay infinidad de personas con talento a raudales, sin embargo, no reciben miles de visitas, ni de propuestas laborales; es más, nadie les conoce. También coincidiréis conmigo en que muchas veces las personas más conocidas y mediáticas de un sector, profesión o temática no tienen por qué ser los mejores. Otros muchos que ansían esa visibilidad les critican sin piedad.

Quizás debas empezar por preguntarte si te has atrevido a hacer lo que esas personas hicieron en su momento. Si te quedas callado, ya sabemos la respuesta. Es muy fácil quejarse cuando se está entre la seguridad y comodidad de las 4 paredes de la casa propia. Y no me valen los “peros” ni los “es que…”. Por tu propio bien, los tienes que prohibir en tu vocabulario. Con excusas jamás tendrás visibilidad. Eres una persona con mucho talento, sin embargo, eso lo sabes solo tú. Tienes que abrirte al mundo que existe ahí fuera. Me refiero al mundo “online” pero sin olvidar al “offline”.

Estos jóvenes aún se piensan que les van a contratar por sus estudios académicos o conocimientos que se supone que tienen por haber estudiado. Hace unas décadas, tener un grado universitario o un postgrado sí marcaba la diferencia. Hoy en día, lo realmente diferenciador es de lo que uno es capaz de conseguir y/o hacer con sus conocimientos. Es más, las personas que tienen un grado en formación profesional son cada vez más requeridas por las empresas, por su aplicabilidad directa en las necesidades reales de esas organizaciones.

Tenemos que hacer ver a las personas que se incorporan al mercado laboral que tienen que saber responder a la siguiente pregunta ¿qué eres capaz de ofrecer a la empresa a la que te diriges para solventar sus problemas? Esto comienza por conocerse bien, tener una estrategia que nos ayude y saber mostrarnos a los demás. Conocernos supone saber qué queremos conseguir, ser conocedor de nuestras habilidades y de puntos de mejora para enfocarnos en conseguirlo. Esto tiene mucho que ver con tener identificadas nuestras pasiones. Si los estudios que has cursado no te gustaban, quizá ahí esté el primer problema. Los conocimientos que incorporas a tu software mental y experiencial deben ser de tu agrado. Debes de traducir esos conocimientos en acciones que ofrecer a los grupos que se interesan por ti.

Imaginemos que Pedro está a punto de finalizar su grado universitario de marketing e investigación de mercados. Ese título lo van a obtener 60 personas solamente en su ciudad. Será considerablemente mayor si miramos el volumen de graduados nacional. Pedro tiene que pararse a estudiar las campañas de marketing que hacen las empresas que le atraen para trabajar. A partir de ahí, detectar puntos de mejora que con sus conocimientos es capaz de solucionar. Se trata de presentar otra forma de hacer las cosas. Pedro tiene que aplicar sus conocimientos y habilidades para conseguir que las empresas sepan ver su valor. Se trata de saber hablar el mismo lenguaje que las organizaciones, debemos de ajustar la frecuencia para entender que necesitan las empresas. En otras palabras… tiene que identificar las labores que podría hacer, pero al mismo tiempo, resaltar aquello que podría diferenciarle de su competencia. Nadie dijo que fuera fácil, pero es el reto que tiene.

Hoy en día todas las habilidades y/o competencias se pueden adquirir, aunque esto requiere inversión de tiempo, esfuerzo y mucho trabajo personal. Lo que os debe de mover son vuestras ganas de conseguirlo a pesar de los traspiés que tendréis. Tenéis que aprender a aceptar las decepciones como parte del camino vital.

Todos en algún momento hemos acabado nuestros estudios y hemos tenido que luchar contra la falta de experiencia laboral. Tenéis que saber mostrar con acciones, vuestras ganas de hacer cosas, motivaciones para perseguir vuestros sueños y energía de luchar por haceros un hueco. Tenéis que ser capaces de trasmitirlo en el relato de vuestra historia personal y profesional.

Tampoco es factible que el mercado laboral esté buscando una persona de 22 años con 5 años de experiencia laboral para determinado perfil profesional. Realmente no es posible poder encontrar esto en el mercado laboral, ni es coherente. Con 22 años uno está acabando su etapa formativa superior y tiene toda su vida laboral por delante. Las empresas deben ofrecer empleos que les permitan desarrollar su potencial y aprender a poner en práctica sus conocimientos, así como ser capaces de satisfacer las expectativas de las personas recién incorporadas al mercado laboral.

No se puede olvidar que actualmente vivimos más de lo que nos gustaría en una sociedad que nos creemos con muchos derechos pero tan apenas obligaciones. Para exigir cosas a otra parte tenemos que estar dispuestos a demostrar de lo que somos capaces. Debe existir un equilibrio entre lo que se exige y lo que somos capaces de aportar. Igualmente, no podemos olvidar de dónde parte cada persona que se incorpora al mercado laboral.

Las empresas tienen que ser capaces de aunar sus intereses y los de las personas que están apunto de incorporarse al mercado laboral. Tienen que conseguir atraer al nuevo talento. Los jóvenes tienen muy claro lo que no quieren. Si algo no les gusta, no dudarán en cambiarlo.

Volvamos con Pedro recién egresado en marketing, realmente ¿es consciente de cuáles son sus competencias? Sinceramente cree que no. Este es el problema de muchas personas que buscan su hueco en el mercado laboral, que no conocen su potencial competencial por lo que encuentra muy difícil saberlo mostrar o transmitir. Tenéis que prestar más atención a esto para que vuestro potencial brille.

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