Está de moda. Lo que se lleva es la redarquía a la hora de tomar decisiones en las empresas. Muchos de vosotros os preguntareis ¿qué es la redarquía? No es otra cosa que, repartir, distribuir, cooperar, colaborar y compartir la toma de decisiones dentro de las organizaciones.

En una empresa donde prime la redarquía, todas las personas son escuchadas, se tienen en cuenta sus opiniones, se les permite hacer, aportar y desarrollarse dentro de lo posible. Se permite a las personas formar parte de su comunidad corporativa desde la acción. No les preguntan qué les parece el nuevo proceso, protocolo o idea que se han inventado unos pocos, sino que se les permite participar en el proceso de creación.

Al mismo tiempo, podemos leer titulares apocalípticos que dan por hecho que la jerarquía a muerto. Soy de la opinión de que el futuro pasará a estructuras horizontales donde la toma de decisiones esté repartida. No obstante, hoy en día, son más las empresas con estructuras jerárquicas de las que me gustaría.

El poder es igual que el dinero, siempre se quiere más y nunca es suficiente. Es perjudicial para las empresas, la sociedad y las personas tener a las mismas personas enrocadas en posiciones de poder, influencia y decisión de forma permanente. Se debe ir renovando el poder entre diferentes personas. Siempre digo que ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan perversos.

Aun me sigue doliendo ver a personas con ganas, iniciativa, ilusión, profesionalidad, compromiso y esfuerzo que acaban quemadas, desesperadas, desilusionadas y desmotivadas. No puedes pedir a tus personas aportaciones e ideas para que luego sean obviadas y ni siquiera, se les preste nada de interés. No puedes dar vía a libre a las personas para que pongan en marcha cosas y luego no darles nada de ayuda, cobertura y soporte.

En las empresas jerárquicas, las luchas de poder están a la orden del día, es más, parece que uno vive una telenovela en toda regla, porque sufre o ve traiciones, decepciones, complots, acercamientos, romances, lágrimas y espinas. La realidad siempre supera a la ficción. Cuando la jerarquía campa a sus anchas dentro de una empresa, uno tiene la sensación de que existen empresas diferentes que se ponen la zancadilla unas a otras. No es bueno que las decisiones dependan de una sola persona; es por ello, que la redarquía da alas a consensuar la toma de decisiones para que se tome la más adecuada para los intereses corporativos que todos representamos. Bien es cierto que la redarquía no puede ser anarquía. Si bien nos tenemos que alejar de una jerarquía estática, considero que una estructura dual sería lo óptimo. Una estructura básica jerárquica directiva con una redarquía en el siguiente nivel. El primer nivel, también participante en la redarquía debería ser la voz del grupo ante la dirección. Si existe un responsable, siempre tendrá que mirar por la dirección de las decisiones del grupo, respetando el camino establecido por la estrategia acordada por la dirección.

En las empresas jerárquicas, la comunicación no fluye porque se da crédito a los chismes, cotilleos y marujeos antes que a la información veraz. Aun no dejo de sorprenderme como ningún chisme es algo positivo sobre los demás, ni es algo que este contrastado y mucho menos no nos aporta nada constructivo. Cada uno somos responsable de poderlo pararlo ahí y al menos no ser uno de los que los alimente. Las empresas redarquicas tienen como piedra angular la comunicación; se habla todo, se aclaran los malentendidos, asumen que tener a la gente informada les ayuda a desempeñar mejor su trabajo, a ser más productivos y a dedicarse a lo importante.

Las estructuras jerárquicas tuvieron su momento en que aportaban a las empresas orden, control y eficacia. Todo estaba protocolizado: la toma de decisiones estaba clara y cada uno sabía cuál era su papel. Esa época era estática en donde todo permanecía igual por mucho tiempo. Lo único es que, en la sociedad actual, todo cambia de un día para otro. Esto exige que las personas tengan mucha iniciativa, creatividad, que desaprendan y que encuentren nuevas formas de hacer las cosas. Las empresas, si quieren sobrevivir, tienen que evolucionar constantemente, contando con la ayuda de todas sus personas. Las empresas necesitan a quienes sepan lo que tienen que hacer, que sean autónomos, que sean responsables, que tomen decisiones y que se comprometan. Es muy triste ver que muchas empresas siguen diciendo a todas las personas lo que tienen que hacer.

Una empresa jerárquica es aquella que aún tiene que tener un papel que indique cuáles son tus funciones y todo lo que se salga de eso “no va conmigo”. No debemos olvidar que la imagen de una empresa la conformamos todas las personas que trabajamos en ella. Nuestros clientes no saben quién es el responsable de cada cosa. Si contactan contigo necesitan que les ayudes a buscar una solución y no que tires balones fuera diciéndoles que ese no es problema tuyo.

Todos debemos ser responsables y saber qué cosas debemos decidir nosotros mismos. Una empresa redarquica es aquella donde prime la colaboración, la participación y la solidaridad de unos compañeros con otros. Estas empresas se centran en buscar una solución y no un culpable. Saben que las cosas se consiguen intentando otras alternativas y no jugando siempre las mismas cartas. Este tipo de organizaciones quieren que sus personas se superen a sí mismas y lleguen lo más lejos posible dentro de la compañía.

Las organizaciones que aprendan que no deben conformarse serán las que sobrevivan. Algunas compañías jerarquizadas mueren de éxito debido a que viven de rentas. ¿Para qué vamos a cambiar si esto nos lleva funcionando desde hace 30 años? Antes que nada, una empresa debe escuchar las necesidades reales de sus clientes e intentar cubrirla. De lo contrario, buscarán otras alternativas más actuales que les den lo que precisa.

Soy optimista, aunque aún tenemos a muchas personas que se resisten a cambiar, que ven como amenaza a las personas con ganas de hacer cosas, que adoran la incompetentica y la mediocridad. Una empresa no puede permitirse tener personas conformistas y derrotistas. Hoy en día, no llega más lejos el más rápido sino el que sabe adaptarse y evolucionar. El futuro es de las organizaciones colaborativas, que interacciones y que la toma de decisiones este repartida entre todos. Va bien que decisiones importantes se tomen de forma grupal para tener en cuenta diferentes matices, enfoques y detalles que una sola persona no ve o percibe. Esto hace que los errores bajen.

¿En qué tipo de empresa trabajas?

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