Foto propiedad Juan Martínez de SalinasEl verano es buena época para reflexionar y pensar en nuevos enfoques de cara a escribir sobre nuevos temas o sobre temas ya tocados pero desde otra visión.

Desde hace tiempo vengo observando con diferentes amigos, conocidos y compañeros que está ganando enteros el “yoismo” en el entorno profesional. ¿Quién no tiene un compañero ávido de empezar sus frases con un “Yo…”?

No debo olvidar que el yoismo tiene diversas caras. Por un lado, el yoismo que se define por la frase “Yo ya he hecho mi trabajo” donde deja constancia de que le importa un comino si la tarea completa está terminada y se centra en el punto que le atañe a él, dejando claro que el trabajo en equipo no es lo suyo. Por otro lado tenemos aquel perfil que le caracteriza la frase “Es que tengo que saber de todo para que las cosas en mi organización salgan adelante”. El primer tipo es muy interesante, sin embargo, hoy quiero abordar este segundo tipo de yoismo. En otra ocasión profundizaré en el primer tipo de yoismo.

Muchas personas no es que sean imprescindibles en su puesto u organización pero peligrosos son aquellos que se lo creen. Uno puede ser más o menos necesario en función de lo que aporte, sin embargo, nunca es imprescindible. Mis años de experiencia laboral me han permitido constatar que todas las organizaciones sobreviven con independencia de qué persona abandone el barco. Es cierto, que algunas empresas valoran lo que tenían cuando ya lo han perdido. La empresa, que con los años desaparece, lo hace por un cúmulo de circunstancias que afectan a su producto, servicio, a lo que ofrecen, al nicho al que se dirigen, etc.

El perfil de yoismo al que me refiero es a aquel que siempre es él (o ella) el que tiene la razón, el que se entera de todo, el que habla de todo, el que lo sabe todo y… gracias a él, cree, la organización sobrevive. Son personajes egocéntricos, que adoran ser el centro de atención y creen que solamente ellos hacen bien las cosas. Por supuesto, nunca se equivocan, siempre son los demás miembros del equipo o de la organización lo que meten la pata. Asuman como máxima “lo que hago yo es de mi propiedad y lo que haces tu bien en el trabajo también es de mi propiedad”. A aquellos que ven como competencia les niegan todo. Este tipo de perfil sabe aprovechar su momento para conseguir sus fines. Porque tienen una visión global magnífica. Saben detectar las deficiencias de sus superiores a los que les dicen lo que quieren oír e incluso se permiten criticarles a aquellos que les hacen sombra.

Se suelen acordar de los meros mortales de la organización cuando necesitan algo de ellas. El resto del tiempo son transparentes para ellos. No obstante, cualquier superior debería verlos venir desde lejos, pero no siempre lo hacen, que es cuando les dan alas para manipularles. No debemos olvidar que este tipo de personajes frustran el talento y valía de otros.

Se suelen apoyar en otras personas del mismo rol para ayudarse y trapichear. La máxima de estas bandas son “hoy por ti y mañana por mi”.

Además de su egoísmo, otra característica donde destacan es la envidia. Siempre quieren destacar y si le dices algo bueno a otra persona de la organización, responderán, con envidia “¿y a mí no me dices nada?”.  Les gustaría ser el centro de atención. Por lo tanto, intentan desprestigiar a los competentes que les pueden hacer la sombra. Como dice un conocido mío, ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos. Debemos de mirar con más perspectiva a nuestros compañeros de trabajo. A veces, para llegar a las conclusiones adecuadas, debáis pensar por vosotros mismos y no dejaros influenciar por las opiniones de otras personas.

Este tipo de personas, cuando tienen reuniones con otros, se pegan el 90% del tiempo acaparando con frases que comienzan por “yo estuve” “yo hice” “yo se” “eso también lo hice yo”. Aunque a la hora de que se les pide hacer nuevas tareas, repartirán gustosamente a los demás para “escaquearse” aunque puedan y sepan hacerlas. Pero no dudarán en atribuirse el trabajo de los demás a los que usan. Estas personas te emborrachan y son como la peor resaca que uno haya podido tener en una juerga descomunal. Dejan siempre un mal sabor de boca y lo mejor es tenerlos bien lejos.

Si no podéis escapar de ellos, os recomiendo respirar profundamente y resurgir con rapidez. No dejéis que se apropien de vuestras ideas o del trabajo que vosotros habéis hecho. Si ese tipo de personajes os hacen invisibles, buscad la fórmula para que vuestro trabajo llegue a las personas que tienen  que llegar. Es cuestión de que seáis buenos observadores y sepáis aprovechar vuestro momento. 

No permitáis que os minen la moral. Desgraciadamente, uno no puede elegir a los compañeros de trabajo o responsables. En alguna ocasión yo también me he encontrado con este tipo de personajes y uno piensa que este tipo de estrategias y tramas solo pasan en series como Juego de Tronos, sin embargo, también las tenemos en la vida real.

Seguro que al leer este post, os ha venido a la mente alguien… Me gustaría conocer vuestras experiencias con este tipo de personajes que se creen por encima de todos.