No hace mucho que asistí a unas interesantes jornadas de formación sobre “El coaching de equipo”, organizadas por Ibercide e impartidas por la consultora Logos In crescendo y más concretamente, por Julián Trullen.

El coaching está de moda desde hace tiempo y tenemos grandes profesionales del tema pero también muchos vendedores de irrealidad que intentan vivir del cuento. El coaching es una disciplina que ayuda a los demás a encontrar su camino por ellos mismos, guiándoles en ese recorrido a reflexionar en su yo interno. Simplemente, quería hacer esta matización sin abordar con detenimiento este tema. Porque hoy quiero dejaros mis reflexiones sobre esta charla para intentar abrir el debate y la reflexión.

Muchas cúpulas directivas y responsables de compañías aplican formulas para que cambien sus equipos de trabajo sin plantearse que ellos deben ser los primeros en cambiar para afrontar ese proceso con éxito. No podemos vender una moto que no nos creemos y mucho menos, aplicamos a nosotros mismos.

Es habitual que cuando surge un problema entre dos profesionales cada uno piensa que el que esta equivocado es el otro y que él tiene toda la razón. Creo que no es correcto pensar así, pues cada cual tendrá su parte de verdad. Debemos ponernos más en el lugar del otro y adaptarnos los unos a los otros sin que uno tenga que cambiar radicalmente. En los equipos de trabajo no debe de existir el ganador y el perdedor. La diversidad es necesaria en los equipos para que cada profesional refuerce al mismo en sus áreas fuertes y se complemente con los otros en el resto de temas que no domina. Y el vencedor, debe ser el equipo, no un individuo.

Cambiar no es imposible y aunque cueste lo más difícil es quererlo hacer y cuando esto está asumido, todo el proceso ira sobre ruedas con algún que otro altibajo. No hace falta buscarse excusas para justificarse e intentar convencer a los demás que no podéis cambiar. Es tan fácil como decir claramente que no queréis cambiar, asumiendo las consecuencias que eso puede conllevaros.

Cuando vuestro equipo de trabajo no funciona, antes de plantearte qué falla en los demás, debéis de formularos la pregunta ¿en qué podéis cambiar vosotros para ayudar a que el equipo crezca? No podéis pretender que todo el mundo piense y haga todo lo que vosotros queréis porque si eso es así, deja de ser un equipo para convertirse en un mandato despótico donde los demás no cuentan.

El trabajo en equipo requiere forjar la confianza y el compromiso entre todos sus miembros mediante una comunicación fluida donde se dedique tiempo a escucharos activamente y comprenderos unos a otros. Para que un equipo funcione, necesita su período de adaptación y experimentación. En los equipos de trabajo todos tienen cosas que aportar y nadie debe sobresalir en exceso. Debéis de tener claro que con los errores se aprende y no pasa nada por equivocarse; el aprendizaje lo requiere y no olvidéis que nadie ha nacido enseñado, incluidos vosotros que también os creéis que hacéis todo bien.

Para demostrar que ahora sois de otra manera debéis demostrarlo con hechos y no con palabras. Muchas veces, pretendemos que otros hagan que cambiemos y eso es imposible. Cuando no conseguís algo, en vez de tirar balones fuera, debéis analizar qué no hicisteis para que eso pasase. Cuando asistís a una formación de la materia que sea y el formador os da herramientas y recursos para hacer determinadas actividades de otra forma, dependerá de vosotros mismos el asimilarlas y acoplarlas a vuestra vida diaria desde el primer día porque estáis convencidos que debéis hacerlo. Lo que realmente precisáis es voluntad de querer hacerlo y si tal vez lo intentáis ¿qué perdéis?