La mejor forma de medir la confianza en nosotros mismos y en el resto de personas, es ver nuestra disposición y la suya a aceptar los diferentes riesgos personales y profesionales. Nuestro miedo queda reflejado en el grado en el que procedemos a evitar cualquier riesgo.

No olvidemos el viejo dicho » quien nada arriesga, ni gana ni pierde «, siempre será valido pero poco efectivo. El riesgo, que nos implica la posibilidad de perder, es igual de necesario para triunfar, como lo es el de respirar para poder vivir.. Imaginemos los que nos ocurriría si todos nosotros decidiésemos vivir libres de todo riesgo:

Ningún agricultor sembraría, porque podría ocurrir que lloviera mucho o nada y arruinase las cosechas.

– Ninguno emprenderíamos negocios, ya que la brutal competencia podría hacer que fracasásemos.

– Los artistas y autores de cualquier tipo y sector dejarían de trabajar, por que su público podría rechazar o no apoyar alguna de sus obras o proyectos.

Para estar completamente seguros, tendríamos que sacar todos nuestros ahorros del banco (porque pueden ir a la quiebra), almacenar alimentos de todo tipo en nuestras casas (por los posible conflictos bélicos), evitar el conducir nuestros vehículos (por el riesgo de sufrir un accidente), y así en multitud de actos de la vida diaria.

Tenemos que darnos cuenta, que tener como objetivo el conseguir una seguridad absoluta de éxito, en todo aquello que realizamos, es imposible, porque se perdería la verdadera esencia del triunfo.

Si queremos evitar por completo el riesgo, ninguno aceptaríamos un empleo (por el riesgo a perderlo), ni hablaríamos en una reunión de trabajo (podrían mofarse de nosotros), y así con todo en los diferentes ámbitos de nuestra vida.

Algo muy importante: las personas que nos orientamos hacia el éxito asumimos riesgos, y hay que tener claro que los riesgos algunas veces nos llevan al fracaso. Pero no olvidemos que el que no asume riesgos no triunfa ni fracasa, eso si no evoluciona y por lo tanto queda estancado, que es igual o peor que fracasar.

Todos los profesionales de cualquier ámbito a pesar de sus exitosas carreras, también se equivocan o fracasan en algunas ocasiones. La clave esta en como reaccionamos antes estos fracasos.

Ya que hay momentos en los que a todos nos gustaría tirar la toalla. Y si no tenemos cuidado terminaremos por abandonar. Tener en cuenta que la presión de algunos compañeros para que nos rindamos puede ser muy fuerte, ya que nuestro fracaso es su triunfo.

Estas personas que nos rodean a menudo se ponen felices de ver como nos rendimos en nuestros retos profesionales o personales. No tienen el valor de hacer algo por si mimos.

Como reflexión final hay que tener en cuenta que en esta vida nos tenemos que arrepentir de lo que no hemos hecho por miedo a fracasar, pero no de los que hicimos a pesar de haber triunfado o no en ello.

Ya que muchas veces los verdaderos éxitos bien después de estrepitosos fracasos, igual que los grandes fracasos vienes después de los éxitos poco luchados o trabajados por sus protagonistas.