Cuando hablamos de lo que necesita una empresa, todos solemos hacer hincapié en competencias técnicas o de conocimiento específicos, pero tendríamos que también cuidar las habilidades sociales y competencias más genéricas.

Muchas veces, damos por hecho que todas las personas tienen unas competencias tecnológicas avanzadas al estar en la sociedad de la información en la red. Sin embargo, esto no es así. Aun nos encontramos con muchas personas que están trabajando o que están en búsqueda activa de empleo que no saben buscar información en la red, ni saben como difundir información adecuada corporativa en la red ni conocen las herramientas que pueden ayudarles ahorrar tiempo en sus tareas de trabajo. Aunque muchos puestos de nueva creación ya exigen este tipo de competencias, está claro que las organizaciones deben fomentar su aprendizaje o actualización pero hay que ser consciente que las personas también deberían tener inquietud por desarrollarlas.

Las nuevas tecnologías se siguen asociando a un uso personal enfocado al ocio y no al uso profesional. A veces nos pensamos que los jóvenes, al estar siempre conectados, tienen mayor habilidad en las competencias tecnológicas generales y suelen estar más avispados pero, si los sacas de sus cuatro apps, no creáis que siempre responden de forma positiva ante unas que no hayan usado antes. Aun uno se encuentra con muchas personas jóvenes con una competencia tecnológica muy baja. Esta crisis que estamos viviendo ha dejado patente que no estábamos preparados para las nuevas tecnologías. Ha habido que improvisar mucho y aprender sobre la marcha, aunque nos encontramos también con quienes se han cerrado de banda y han optado por el “no sé cómo funciona, por lo que no puedo trabajar”. Saber comunicarse a través de la red es más necesario al estar en una sociedad global y la situación actual lo ha demostrado.

De la misma forma, es preciso saber cómo contactar con personas de nuestro sector profesional que se pueden precisar para el desarrollo del trabajo diario.

Fomentar las competencias comunicativas es cada vez más necesario. Debemos saber transmitir el mismo mensaje adaptado a diferentes colectivos. Hay quienes repiten el mensaje gritando más… pero si nuestros interlocutores no nos han entendido la primera vez, la segunda, con mayor volumen puede tener el mismo resultado. Claramente, es momento de hacer llegar nuestro mensaje de otra forma. Para ello, es importante saber expresar nuestro conocimiento de diferentes formas y ser autocríticos con la forma de hacerlo.

A la hora de elaborar documentos o manuales debemos usar el lenguaje adecuado. Podemos usar la red para documentarnos pero no para copiar, algo muy habitual en la red. Siempre hay que mencionar las fuentes sobre aquello que copiemos. Y hay que asegurarse de que al hablar de algo, no hay que ceñirse solo al guion, sino que hay que preparárselo para poder responder cualquier duda que pueda surgir y también, ser humilde cuando no se sepa contestar una de esas preguntas, comprometiéndose a responderla una vez verificado el tema.

Si tan importante es lo que decimos y como lo hacemos, también lo es la capacidad de escucha. Hay que saber esperar a que el otro termine su argumento. Por lo general, tendemos a cortar a mitad de frase. Si interrumpimos, es probable que no respondamos correctamente a la pregunta original de nuestro interlocutor, que no ha podido formularla adecuadamente incluso cuando lo que nos digan no nos guste o no lo compartamos. Se debe escuchar con la mente abierta y con atención, podemos aprender y por qué no, cambiar de opinión y ver que las ideas de otros compañeros son válidas o incluso mejores que las nuestras.

Mal que nos pese, aun vivimos en una sociedad muy competitiva, donde nos venden que tenemos que ser los mejores y que siempre debemos tener razón. Nos creemos con derecho de poner en duda todo lo que los demás dicen pero no admitimos bien que lo hagan con aquello que nosotros decimos. Muchos errores que se producen en el entrono laboral es por una escucha inadecuada o poco eficiente. Que no nos guste lo que nos digan no quiere decir que no puedan tener razón en más de una ocasión. Todas las tareas son mejorables y siempre debemos buscar nuevas formas de llevarlas a cabo. A veces, por no escuchar, tenemos que repetir lo mismo tres veces para acabar haciendo lo que nos transmitían desde el principio. Escuchar ahorra tiempo. En caso de que no estemos de acuerdo, ya rebatiremos sus argumentos de forma objetiva y con razones de peso. A veces, se rebate diciendo que “no” o que “eso no es así” o el tan odiado “te equivocas”. Pero eso no es debatir. Es imponer. Ya, cada uno, que haga su propia reflexión.

Otra competencia muy necesaria en el mundo laboral y poco extendida de forma global es la toma de decisiones y la resolución de problemas. Vivimos en una sociedad donde parece que solo tengan que decidir los jefes. Yo escucho más de lo que me gustaría la frase “que decidan los jefes que a mí no me pagan para decidir”. A veces, esta forma es la establecida, pero… ¿siempre es así? Creo que no. Parece que en pleno Siglo XXI nos tienen que decir todos los pasos a seguir en nuestras tareas y esto no es así. Debemos de buscar la mejor forma de desarrollar las tareas para llegar al objetivo perseguido. Y dentro de ese proceso de desarrollo de las diferentes tareas surgirán problemas porque las cosas no se desarrollan como esperaban y tendremos que ver cuál de las alternativas es la más adecuada para que nos ayude a conseguir el objetivo o ejecutar la tarea.

Lo que está claro es que, en función del puesto que ocupemos, debemos saber qué nos compete decidir a nosotros y qué no. Por supuesto, todos, usando el sentido común que cosas transcienden de nuestra decisión, cuando son decisiones que pueden afectar más allá del desarrollo de nuestras tareas. Los responsables tienen un papel fundamental, dejando claro qué tenemos que decidir y qué consultar a ellos. Lo que no es lógico es que se generen cuellos de botella en muchas organizaciones porque todo lo tienen que decidir dos o tres personas; aquí existe un grave problema de delegación y de autonomía en la ejecución de tareas. Aquí otra de las competencias esenciales, para mí: la delegación.

Todas las tareas conllevan tomar decisiones constantes que somos capaces de tomar y que nos pagan por ello. Porque si necesitamos que nos digan todo lo que tenemos que hacer cualquiera puede hacer nuestro trabajo. El tomar decisiones supone mostrar nuestra forma de hacer las cosas. Y ojo, no podemos delegar todo. Un responsable debe aprender a delegar aquello que permita trabajar libremente a sus compañeros e identificar aquellas áreas que deben pasar por él.

Hay quienes no saben hacer frentes a los problemas. La resolución de problemas, es otra competencia necesaria. Un problema no es una losa insalvable. Siempre existen alternativas y se deben saber buscar. Las cosas se pueden hacer de muchas maneras y debemos de buscar esas formas para cuando nos falle la forma en que sabemos hacerlas.

Si antes hablaba de las nuevas tecnologías y ligado con el punto anterior, vemos que no todo el mundo está preparado para el cambio. Hay mucha resistencia en este punto. El que se haya hecho una cosa de una forma durante muchos años, no quiere decir que siga siendo válida hoy o no se pueda mejorar. Por lo general, a nadie le gusta salir de nuestra zona de confort.

Podría seguir añadiendo competencias, pero entonces no os dejaría campo para que podáis aportar vosotros. ¿Qué otras competencias creéis que son necesarias que aporten las personas en las empresas?

Fuente imágenes: propiedad de Juan Martínez de Salinas