Como apasionado en impartir formación, creo que he demostrado disfrutar transmitiendo mi conocimiento, haciendo reflexionar a otras personas, yendo más allá en la profundidad de ideas… pero una cosa que realmente me entusiasma es interactuar con otras personas, aprendiendo tanto ellos como yo.

En época pre-Covid19, lo habitual era impartir la formación de forma presencial en donde tenías ese contacto con las personas que asistían a tus clases. Era un contacto físico y real con tus alumnos, esencial para poder interactuar de una forma más dinámica. La clases magistrales de discurso único hace tiempo que resultan soporíferas. Los alumnos exigen mucho a sus formadores, poniendo en duda lo que comentan, rebatiendo, participando y poniendo en práctica lo transmitido.

Llevo muchos años dando formación y me ha pasado de todo; pese a tener tablas a mis espaldas, cada vez toca prepararse mejor. Es necesario una actualización constante de contenidos, materiales, metodologías, recursos, herramientas y búsqueda de nuevos enfoques. Imprescindible analizar el público que asiste a tu formación para adecuarte a sus expectativas, necesidades, punto de partida sobre la materia y objetivos de aprendizaje.

La formación online no es nueva. Estos últimos años parecía algo “moderno” y su implementación era anecdótica, siendo la presencial la más utilizada. Las veces que había impartido formación online disfruté aunque me parecía fría, impersonal y poco participativa.

De marzo a junio tenía varias charlas, jornadas, eventos y presentaciones, todas presenciales; la aplicación del estado de alarma por el Covid-19 ha supuesto que todas se cayeran, algunas canceladas para siempre y otras aplazadas sin fecha concreta. Pero no por estar confinado, se había acabado la vida. Era momento de seguir en activo y optar por llevar al online toda mi actividad formativa.

Por un lado, aquellas organizaciones con las que había cerrado jornadas y charlas siguieron confiando en mí para impartir dichos eventos en formato online. Lógicamente me considero una persona que no se le pone nada por delante y no dudé un segundo en mover ficha y meterme de lleno en este ámbito de trabajo.

Una de las cosas que más me ha sorprendido es que, frente a una audiencia limitada de forma presencial, los webinars amplían mucho más el número de personas a las que puedes acceder. Uno de los webinars que he impartido estos días de confinamiento, estuvieron  más de 300 personas que, pese a no verles la cara, ves sus ventanas digitales, que impone, aunque te olvidas rápidamente de la cámara y te sientes raro porque parece que estas hablando para ti  y sabes que tienes alumnos que están muy lejos y muy cerca a la vez. Para aquellos que estén acostumbrados a los grandes eventos, supongo que no les sorprendería, pero mi experiencia ha sido siempre con grupos más reducidos. Pero me ha quedado claro que el número de oyentes no es lo importante, si no si el ponente sabe mantener la atención de todos ellos.

Pero para ello, es fundamental que tengas en cuenta otros factores que no tenías en las presenciales. Aquí os dejo mis aprendizajes:

Primero.- Revisa que las conexiones tecnológicas te funcionan, es decir, ordenador, internet (red wifi), que tienes los materiales adecuados y preparados y que todo funciona. Igualmente, investiga qué plataforma usarás para impartir tu webinar, charla o curso online. Son fáciles, lo único es que cada una funciona de una forma ligeramente distinta; no tiene las mismas funcionalidades Zoom, que Jitsi, que Teams u otras. Te dan el rol de anfitrión y/o administrador para llevar la voz cantante de la formación. Va bien conectarte media hora antes de la sesión para resolver dudas de funcionamiento y dejarte ya todo preparado antes de comiencen a conectarse tus alumnos.

Segundo.- Consulta si tendrás un moderador durante tu sesión, es decir, si alguien de la organización estará atento del chat para resolver dudas y/o preguntas sobre lo que vas contando. Si no, tendrás que establecer tú las reglas para llevar un orden y que no se te apodere la participación online. No es lo mismo tener un grupo de 25 alumnos que un grupo de 100 o más alumnos en el online. En grupos pequeños de 25 o menos es fácil ser flexible y poder resolver dudas casi en tiempo real. Eso sí, tienes que estar atento a la mano virtual y saber en dónde se encuentra.

Tercero.- Debes adecuar tus contenidos al formato online y a la duración de las sesiones, no es lo mismo dar un taller de una hora, que una clase de cinco horas seguidas. A mayor duración toca dividir en bloques diferenciados y resolver dudas y preguntas de cada bloque de forma independiente. Con independencia de la duración, debes alternar conocimientos en diversos formatos (casos, lecturas, videos, infografías, etc.), con práctica y ejercicios. Si son muchos alumnos deja unos minutos adecuados para que realicen el ejercicio de forma adecuada. Pide voluntarios que quieran compartirlo y si son muchos, pon límite de ejemplos a leer o contar, que sean los alumnos los que los cuenten.

Cuarto.- Práctica y practica tu discurso, modula tu voz y cambia el ritmo de lo que cuentas, sino resulta monótono y te surge la duda de saber si tus alumnos están ahí o han caído dormidos fruto de un sueño incontrolable. Cuidado con gritar y llevarte por la emoción, de lo contrario dará la sensación de que les regañas; no te aceleres y lleva un ritmo al que lleguen tus alumnos. Ríete aunque sea solo y sonríe. Romper el ritmo con anécdotas tuyas, ejemplos y experiencias reales. (Los chistes malos, yo, los evitaría). Va bien meter el testimonio de otras personas a las que invitas a la sesión o previamente les has solicitado que te graben un pequeño video y lo pones durante tu intervención.

Quinto.- Explica a tus alumnos si se graba la sesión, que la tendrán disponible o no, de cara a saber si tienen que tomar notas o no, aunque os recomiendo que luego les facilitéis el material o de forma previa, sino será difícil seguiros el ritmo. Piensa que en el online, al no tener ese contacto visual, vas a tener un público igual de reacio a participar que en el presencial, pero sin poder preguntar tan directamente.

Sexto. Experimenta, prueba cosas nuevas, mete cambios, no dudes en lanzar preguntas, reta a tus alumnos. Pídeles feedback de la sesión, que te indiquen qué cosas son las que más les han gustado y cuáles menos. Si te dejan grabar la sesión visualiza a posteriori tu discurso, tus palabras, tus gestos, tu ritmo y la interacción; ayuda el repasar sesiones anteriores a mejorar cosas en siguientes sesiones.

Si eres alumno ¿Qué es lo que más te gusta de la formación online? ¿Qué es lo que te gusta menos? ¿Cómo asimilas los conocimientos? ¿Cómo te sientes en la interacción? ¿Qué horarios prefieres? ¿Cómo lo compatibilizas con el resto de señales de despiste que tienes alrededor?

El confinamiento también me ha dado la oportunidad de estar al otro lado y en estas semanas, he recibido bastantes formaciones como alumno y os recomiendo que el móvil lo escondáis o apaguéis, que tengáis internet cerrado y centréis vuestra atención plena en el webinar o taller para captar toda la esencia. Está claro que cuesta más estar enfocado y si no te engancha la charla, te desconectas mucho más rápido que en el formato presencial.

Aunque inicialmente, la formación online de respeto, he de decir que conforme vas haciéndolas, te vas sintiendo más cómodo. Personalmente, sigo prefiriendo la formación presencial, si bien es cierto, que no supone para mi problema alguno el online.

No olvides eres capaz de lo que te propongas; deja tus miedo en un cajón y  abraza lo nuevo e incierto.

¿Qué es lo que más te cuesta de la formación online?

Fuente imágenes: propiedad de Juan Martínez de Salinas