Alejo, el benjamín de su familia, inesperado, fue un buen regalo de Reyes para sus padres. Sus 4 hermanas eran bastante mayores que él y contribuyeron a educar y enfocarle en la buena dirección. Pasaron los años y llegó a la universidad, optando por un grado en Económicas. Con la fuerza propia de un joven, tenía ganas de comerse el mundo.

Sus hermanas, ante la frustración de la lentitud del avance de su grado, le aconsejaban que tuviera calma y diera tiempo al tiempo. Al empezar en la empresa, vería como su motivación desaparecía, le solían decir. Pero él seguía en su empeño.

A punto de finalizar su grado universitario, habiendo realizado prácticas en alguna empresa, tenía un expediente académico brillante. El mundo le esperaba.

El grupo multinacional Ropdan, con sede en Alemania pero con filiales en varios países, entre ellos, España, buscaba incorporar a sus futuros líderes a través de su programa talento joven. Acceder a estas becas era complicado y muy demandado, pues la experiencia decía que solían quedarse a trabajar en la empresa una vez terminado el programa. En las duras pruebas, Alejo destacó desde el principio por su energía, pasión, conocimientos y ganas de comerse el mundo. Fue uno de los 50 elegidos para incorporarse a este gran grupo multinacional del sector manufacturero, petrolero y constructor. Los dos años posteriores le harían pasar por diferentes áreas de la organización, hasta tener un destino final, una vez analizado su potencial y desarrollo.

Se incorporó a un departamento diverso, con un alto nivel de competitividad, con personas pertenecientes a diversas generaciones, con poca cooperación e inclusión entre ellas. En los ojos de Alejo, eran grandes profesionales pero, al mismo tiempo, faltos de motivación, ilusión y ganas de hacer las cosas.

Tras 6 meses en la empresa coincidió en el comedor con Adela, una ex compañera de facultad, que recordaba por su talento. En esta ocasión, vio a una chica agobiada, desmotivada, desilusionada y quemada, tras el cruce de unas pocas palabras.

Por animarle, Alejo optó por contarle con ilusión la gran idea que quería proponer para implementar en la organización. Estaba desarrollando un software de tramitación de facturas. Con este software, reducía considerablemente el tiempo de tramitación de expedientes, algo que iba dirigido a ayudar a ahorrar tiempo a su compañía. Adela, sin querer desanimarle, le dijo que perdía el tiempo, no porque el software fuera malo, sino porque tenía que pasar por el superior que era del tipo “Esto se ha hecho así toda la vida y no me lo vas a cambiar”

– Inténtalo, pero ya te darás cuenta por ti mismo- terminó diciéndole. A las tres semanas ella presentó su renuncia en Ropdan. Sus caminos se separaron de nuevo. Optó por seguir su trayectoria en una muy buena oferta en otra multinacional.

Alejo presentó su gran idea al equipo directivo. La respuesta fue positiva, en tanto en que parecía muy interesante, pero al mismo tiempo, se le dijo que no era el momento y que ese software no encajaba en el grupo. La idea quedo en un cajón. Su jefa directa Analía le dijo si quieres desarrollar tu carrera aquí olvida tus ideas y espera tu momento siendo uno más. Algo se apagó ese día en la mente de Alejo. Entendió que debía apagar su ingenio y ocultar su marca personal.

El día a día para Alejo era lento y le llevaba su tiempo por la decisión de no implementar esa mejora. No obstante, tenía sus trabajitos extra fuera de la empresa que reforzaban su marca personal, que le habían llevado a ser  considerado un referente en el mundo de la economía tecnológica, aunque no había despuntado como se esperaba.

Llevaba tres años trabajando como adjunto al director financiero de Europa y Asia en Ropdan. Había seguido al pie de la letra las recomendaciones de su primera jefa. Ejecutaba ordenes, era resolutivo, no ponía pegas, aplicaba su conocimiento, producía con efectividad y tenía don de gentes.

Su poco tiempo libre desde hacía dos años lo volcaba como docente en un MBA de una prestigiosa entidad formativa de Madrid, muy apreciado y valorado por su visión global. Esto le llenaba en lo profesional porque le había despertado otra vez las ganas de crear, innovar y experimentar.

Ese curso académico conoció a Elena una joven brillante, despierta y con hambre de comerse el mundo. Alejo vio en ella a una futura líder de un gran grupo multinacional. Conectaron desde el primer momento a pesar de pertenecer a generaciones diferentes. Ella llevaba un año trabajando en el cuarto holding financiero del mundo, estaba en su programa de promesas. Él, por su parte, le auguró un futuro ascendente sin límites si hacía lo que se esperaba de ella.

Elena quedó la primera de su promoción de MBA. Un día a primera hora de la tarde Elena esperó a Alejo para acudir a su tutoría. Él vio muy inquieta a su alumna. Le pregunto qué le ocurría y ella respondió que tenía dudas sobre un tema y esperaba su consejo. Ella le contó que su empresa le había ofrecido un puesto de directora en Holanda a cambio de olvidarse de sus ideas de desarrollar apps y herramientas en su tiempo libre. Alejo no dudo en animarle a aceptar el puesto de directora en Holanda.

Elena presentó su dimisión en el holding financiero, pese a no ser entendida por su familia. No estaba dispuesta a renunciar a sus ideas y quería conseguir que triunfasen y brillasen en el mercado.

Elena y Alejo siguieron en contacto. Habían pasado 4 años. Elena fundó la startup Galaxia que desarrollaba apps corporativas. Fue todo un éxito y fue comprada esta startup por el grupo Goleg.

Alejo, al final, recibió el ascenso prometido, pasando a ser el director financiero de Europa de Ropdan, ya que su jefe había sido promocionado también. Tenía claro lo que iba a hacer.

Justo esa misma tarde recibió la llamada de Elena que le quería proponer una cosa. Alejo se alegró de tener noticias de ella. Quedaron a la semana siguiente para tomar un café.

El encuentro les unió en un fuerte abrazo. Ella le contó que había montado otra startup de tecnología económica que estaba creciendo mucho. Alejo le dio la enhorabuena a Elena. Ella fue directa y le dijo a Alejo que quería que fuese él nuevo Director general de Trysa, esta nueva startup con un año de vida. Que sus honorarios y condiciones los ponía él. Alejo le dijo que lo agradecía, sin embargo, le comentó que había llegado su gran oportunidad en Ropdan. Elena le respondió que no tenía prisa que le esperaría lo que hiciese falta.

Alejo estaba decidido a aceptar la oportunidad en su grupo de toda la vida. Ese día tenía que dar una decisión. Pocos días después, se incorporó al departamento de Alejo, Iván un joven dinámico y prometedor. Tenía muchas ideas que quería proponer y se las expuso a Alejo. Se sintió identificado y algo en su interior se activó de nuevo. Alejo se dio cuenta del tiempo desperdiciado y que había renunciado a sus sueños profesionales por rendirse a la primera de cambio. Alejo no dudo en recomendar a Iván que si quería desarrollar sus ideas debía marcharse de Ropdan y ponerse en contacto con su amiga Elena.

Al poco tiempo, y tras meditarlo, Alejo comunicó a su empresa que agradecía el ascenso soñado, sin embargo, había decidido dimitir para perseguir sus sueños y brillar al fin con luz propia. Respetaron su decisión, aunque no entendían nada.

Llamó a Elena para decirle que al fin se sentía liberado y que se había ido del grupo Ropdan. Ella no dudo en felicitarle por tan valiente decisión y añadió que le esperaba el lunes siguiente en su nueva empresa. Alejo respondió:

  • Gracias Elena, pero de momento, no es lo que busco –ella se quedó sorprendida- Como sabes, llevo años apagado, con muchas ideas y sueños tecnológicos-financieros y como el nuevo Alejo, quiero dedicarme a hacerlos realidad.

Le cambió la cara, puso una sonrisa y le dijo que lo entendió perfectamente. Ella creía que tenía mucho potencial retenido que debía sacar y le ofreció todo el apoyo que necesitase.

Un año más tarde Alejo había fundado su empresa RATÓN SALVAJE, que había recibido el galardón a la startup europea del año. Se dedicaba a desarrollar softwares en la nube para personas con ideas.  Su lema: Haz tus sueños realidad antes de cumplir los de otros.

Alejo tardó en entender que había vivido en un encierro mental por decisión propia. Se había acostumbrado a la vida cómoda. Tenía claro que cada uno debía crear su propio estanque. Las empresas deben crear espacios propios que permitan desarrollar buenas ideas a sus personas para permitirles llegar a su máximo potencial. Una organización debe ser una caja abierta y sin paredes para materializar ideas. Y nosotros, parecernos lo más posible, al nuevo Alejo.

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