Desde hace décadas, las diferentes entidades públicas y privadas trabajan en  programas de empleabilidad. Se engloban dentro de las políticas activas de empleo para ayudar a las personas a encontrar oportunidades laborales. Además están enfocadas a conseguir que las personas sigan siendo atractivas para los empleadores. A veces, existe disparidad entre el perfil profesional que buscan las empresas y los disponibles en el mercado laboral. Es por ello que se debe trabajar en equipo entre los empleadores y los agentes intermediarios en el mercado laboral. Aunque ya se aúnan intereses, se puede hacer mucho más.

El mercado laboral y la forma de buscar trabajo han cambiado mucho y ya no volverá a lo que conocíamos. Igualmente, las necesidades de las personas que buscan trabajo o que necesitan cambiar de empleo son diferentes.

Esto hace que en los programas de mejora de la empleabilidad, la PERSONA y sus necesidades deberían ser el centro sobre el que se creen y desarrollen estos programas. Se ha comenzado a hacer de esta forma tibiamente, aún queda mucho margen de mejora. Los programas buscan mejorar la empleabilidad de un colectivo de personas demasiado genéricas, cuando cada una de esas personas tiene unas necesidades, circunstancias, profesión, experiencias y competencias diferentes. Nos centramos en el desarrollo de esas personas durante el programa y nos olvidamos de hacer seguimiento a posteriori. Se trata de responder a la siguiente pregunta ¿Qué mejoras objetivas tiene el perfil de esas personas en comparación a como venía? Algunos de estos programas van vinculados a porcentajes de inserción en el mercado laboral de las personas participantes. Si las entidades que desarrollan estos programas no insertan a ese mínimo de personas no cobran el total de la subvención. No sería la primera vez que alguna entidad busca personas a punto de firmar un contrato, sin importarles su perfil. Buscan incorporar insertados. Se tiene que buscar la utilidad y la mejora para las personas que buscan una oportunidad de empleo.

Tenemos que centrarnos más en la experiencia de las personas que buscan empleo y responder a estas preguntas ¿Qué necesitan de estos programas? ¿Qué expectativas tienen? Y ¿En qué les podemos ayudar para mejorar objetivamente su empleabilidad?

Algunos tienen un perfil sin cualificaciones, otros con poca o nada de atracción para los empleadores y muchos necesitan que les ayudemos a centrarse. Se deberían potenciar los programas para cualquier tipo de persona en donde se les prepare para ocupar profesiones demandas en el mercado laboral. Programación y robótica puede aprenderse por cualquier persona. No es fácil y tampoco será instantáneo, simplemente se necesitarán ganas de aprender y motivación. Aunque para esto se les debe dar la posibilidad de optar al desarrollo de esos conocimientos.

Se tiene que trabajar cada vez más las competencias que precisan tener las personas que buscan o necesitan los empleadores. Centrarnos en esas competencias técnicas, idiomáticas, tecnológicas y transversales. Todos los programas deberían llevar unos módulos obligatorios adecuados al nivel de cada grupo de participantes en estas competencias, de cara a que su nivel en estas competencias sea mejor que el que tenían antes de pasar por ese programa. Es decir, eso debería ser lo mínimo.

Soy de la opinión que lo ideal sería poder trabajar con un grupo de personas con necesidades, experiencias y expectativas similares. Esto nos ayuda a formar equipo con perfiles parejos. Las entidades o personas que trabajen la empleabilidad no deberían de dejarlos hasta que no se inserten en el mercado laboral o al menos estén muy encauzados. Se trata de primar la calidad por encima de la cantidad. No sirve para mucho el haber atendido a 12.000 usuarios, si esas personas no han mejorado las competencias que se precisan en el mercado laboral actual.

Lo que no se mide o evalúa no se puede mejorar. Tenemos que tener claros los indicadores que medimos. La inserción en el mercado laboral es un buen indicador, siempre que se trate de una inserción de mejora para la persona. Un contrato de 1 mes es algo, aunque debemos preocuparnos por la situación en la que esté esa persona tras ese mes.

Los programas de empleabilidad deben centrarse en el valor que aportan a las personas que participan en ellos. Es importante el valor que reciben las organizaciones que los desempeñan sin olvidar el de los participantes. Es clave preocuparnos de qué se lleva cada persona de ese programa. De nada sirve que una persona lleve a cabo infinidad de cursos sobre materias que precisa, si luego no dedica tiempo a desarrollar, consolidar e integrar esos conocimientos con práctica.

No podemos quedarnos en el continente (curriculum, carta de presentación, etc.) de la mejora de cada persona en búsqueda de empleo. Lo importante es desarrollar y mejorar también el contenido de ese proceso de búsqueda (competencias, habilidades, experiencias y conocimientos). Es bueno preguntar a los usuarios de esos programas qué les han parecido los mismos, qué cosas mejorarían, qué es lo que más les ha gustado, etc. No podemos conformarnos con repetir lo que ya funciona o tiene unos resultados aceptables; esto hace que nos estanquemos. Debemos buscar la innovación y mejora constante.

Para ello, debemos analizar la mochila de los programas de empleo, quedarnos con lo que funciona y deshacernos de lo que ya se ha quedado obsoleto o no aporte nada. Esta adaptación nos permitirá llenar la mochila con cosas útiles en cada momento.

Si pudiéramos hacer que los programas de empleabilidad se diseñasen entre los usuarios que los reciben o necesitan, las empresas que necesitan incorporar talento y la administración pública o agentes encargados de la gestión, creo que podría llegarse a una situación ideal. Algunas experiencias de formación profesional dual y de acciones formativas con compromiso de contratación están dando buenos resultados. Quizás estos programas deban ser más mayoritarios que otros que ya no aportan tanto. Debemos ir hacia programas con un 90% de practicidad y aplicabilidad y dejar como minoritaria la teoría. No digo erradicarla, porque ciertamente tiene su parte fundamental, pero creo que lo más importante debe ser su lado práctico.

Como siempre digo, me gusta centrarme en buscar las soluciones que pueden mejorar lo que ya existe. Está claro que el que no hace nada, nunca se equivoca. Pero animo a experimentar y probar cosas diferentes. Esto ayuda a encontrar con la mejor solución. Debemos centrarnos más en los intereses que nos unen que en los que nos separan. Esto requiere ser valientes dando un paso al frente para comenzar a cambiar las cosas.

¿Se te ocurren tácticas o formas para poder mejorar los programas que trabajan la empleabilidad de las personas?

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